La situación generada en Navarra tras las falsas elecciones «forales» (realmente autonómicas, pues el sufragio universal no es más que una repugnante expresión del derecho nuevo antiforal) nos lleva a plantearnos varias consideraciones.
La ilegalidad del propio proceso electoral, desde la pura óptica legalista
Se ha permitido la presencia de la banda terrorista ETA en las elecciones, tanto a través de la marca ANV, continuadora de Batasuna, como a través de la marca «blanda» Nafarroa Bai, compuesta por colaboradores de la banda —marxista, separatista y de ideario progresista—; lo cual no ha sido óbice para que forme parte de la misma el minúsculo y conservador PNV navarro.
Nafarroa Bai forma parte de la estrategia criminal del terrorismo etarra; comparte sus objetivos políticos, y coadyuva desde las instituciones a la consecución de los mismos, promoviendo una colaboración discreta con ETA. En Navarra -como en Vascongadas- la actividad terrorista de ETA y de sus brazos políticos ha sesgado significativamente el censo electoral en su propio beneficio, obligando a muchos navarros no nacionalistas vascos a abandonar su tierra en busca de mejores condiciones para la libertad.
La Fiscalía General del Estado (contradiciendo las indicaciones puramente legalistas del Tribunal Supremo) realizó un cálculo puramente político y facilitó la unificación del voto del imperialismo panvasquista. De ese cálculo forma parte la presencia de ANV en lugares estratégicos, como parte más evidente y «dura» del entramado etarra, y como coartada para allanar el camino al pacto regional entre Nafarroa Bai y el PSOE; permitiendo al mismo tiempo que los terroristas conserven o recuperen el poder en pueblos pequeños, donde la coacción se hace más fácil.
Tenemos constancia de que en Navarra se ha votado con el llamado DNI vasco, según ordenó Batasuna, contradiciendo expresamente la prohibición de la Junta Electoral Central. Los votos nulos que recibieron Nafarroa Bai y ANV se han contado como válidos. La presencia legal de los etarras además ha fortalecido la extorsión, las coacciones y las amenazas que han llegado a las propias mesas y colegios electorales, impidiendo efectivamente el tan cacareado voto libre.
La ruptura del ficticio «alto el fuego» (durante este tiempo han sido asesinadas tres personas por la banda terrorista y la extorsión, la violencia callejera y la intimidación han estado a la orden del día, particularmente en Navarra), justo después de las elecciones, supone un aumento directo de la coacción contra la libertad del viejo Reyno.
El fracaso de las tácticas moderadas y malminoristas de UPN
Si bien en los orígenes de UPN pudo haber algo de buena voluntad para enfrentarse al nacionalismo imperialista vascongado, el liberalismo esencial de la llamada Unión del Pueblo Navarro y su actual deriva han hecho cundir el desánimo entre sus seguidores. La indigna actuación de las direcciones del PP y de UPN tiene la culpa de la situación actual. No promovieron, cuando tuvieron ocasión (sobre todo durante el período de mayoría absoluta) la derogación de la Disposición Transitoria 4ª de la Constitución de 1978, aunque sólo se trataba de una reforma constitucional de carácter ordinario, que no hubiese requerido siquiera la disolución de las Cortes.
Tampoco UPN/PP ha querido poner coto al adoctrinamiento imperialista. Ha permitido las emisiones de ETB en Navarra (al igual que el PP permite la emisión de TV3 en los reinos de Valencia y de Mallorca); ha homologado las enseñanzas del artificial «euskera batua» (a través, entre otros, de las escuelas de AEK, parte del entramado terrorista de ETA); ha consentido que ondee en edificios oficiales la «ikurriña», mientras perseguía la bandera de Navarra con la Laureada; etcétera
Lo que se nos viene encima
La situación actual es extremadamente grave, pues puede desencadenar la instauración en Navarra de la dictadura del imperialismo nacionalista vascongado. El grueso de los votantes del PSN-PSOE procede de la Navarra no euskaldún, mientras que Nafarroa Bai en sus estatutos aspira a imponer únicamente el invento del «euskera batua» (recordemos que incluso las variantes navarras del vascuence auténtica son minoritarias en el Viejo Reino). Sin embargo, los pactos para establecer un Gobierno de la izquierda (aunque UPN/PP nunca se haya opuesto a las principales «ideas fuerza» de la izquierda: aberrosexualismo, «memoria histórica», etc.) entre las fuerzas menos votadas arrastrarán a Navarra a la fabulación nacionalista.
No debemos aceptar hechos consumados, por lo que sería conveniente prepararse a luchar por la restauración de la verdadera Diputación Foral de Navarra, en el marco de las Españas.