martes, 18 de noviembre de 2008

Mentira histórica y anticarlista cinematográfica. “La buena nueva”.

La Bendición antes del combate.
Auténtica Buena Nueva del Reino de Dios.

Como de sobra sabrán nuestros lectores con motivo de los 175 años del primer grito de “Viva Carlos V” el Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II organizó una digna conmemoración académica y política en Madrid. Entre las ponencias, rigurosas, multidisciplinares y polifacéticas había una que trataba de “El Carlismo en el cine”. En ella el ingeniero industrial Estanislao García detallada y minuciosamente desgranaba la, en general, paupérrima representación del Carlismo en el séptimo arte. Lamentablemente, la tendencia no se invierte con la nueva producción --de título irreverente-- “La buena nueva” en la que tan mal tratada sale la Comunión, Navarra y la Cruzada. Un nuevo fracaso anunciado del cine subvencionado e ideológico (curiosamente el único sector en el que se hace un mínimo atisbo de patriotismo y proteccionismo… contra la esencia de España) que no tiene el más mínimo interés ni para los carlistas ni para el público en general.

La película se inscribe en la tremenda maniobra de manipulación y mentira institucionalizada a la que el PSOE y sus aliados comunistas y separatistas están sometiendo la historia reciente de España. Trata de la historia de Marino Ayerra, un pobre sacerdote secularizado que fue de los pocos modernistas que por aquellos años se infiltraron en la Iglesia en España. Un pobre sacerdote secularizado que juega un papel análogo al de las Casas respecto a la evangelización de América, magnificando y mintiendo sobre la represión del bando nacional contra los hijos de Caín en Navarra. No tuvieron sus mentiras tanta repercusión como la del dominico, pero ahora pagada con el dinero de todos los españoles sus invenciones se proyectan en el cine. La película da además una visión intencionadamente falsa del ambiente de Navarra en los días previos al Alzamiento, tomando como punta de lanza a un pueblo tan carlista como Alsasua, escenario de una de las más importantes victorias del General Zumalacárregui. Se presenta una inexistente resistencia a su liberación al tiempo que se magnifica la influencia de Falange en Navarra.

La historia de Navarra en la Cruzada tiene héroes y sacerdotes de sobra para relatar epopeyas e historias mucho más interesantes a la par que verídicas. La historia del Carlismo se merece de una vez un tratamiento digno en el cine.

No vayan a verla. Si quieren ver un poco de historia real (pese a algún lamentable atisbo de modernismo eclesial) vayan a ver “El Infierno vasco”.
Y para recordar algunas verdades sobre el Carlismo y la Cruzada en Navarra algunos apuntes recientes, de julio de 2003:

Comunicado de las JTE
67 AÑOS DESPUÉS: FIDELIDAD AL 18 DE JULIO

Se está llevando a cabo una campaña institucionalizadade desprestigio, calumnias e injurias contra el Alzamiento religioso y patriótico del pueblo y el ejército español contra la amenaza del estalinismo soviético que dio comienzo el 18 de julio de 1936. Desde que el PP aumento sus cotas de poder las ofensas y las mentiras se han multiplicado. No se atrevió la vesania socialista a una condena unánime en las Cortes españolas como la que tuvo lugar el pasado día 20 de noviembre de 2002. Paralelamente en multitud de municipios se han retirado los símbolos que recuerdan aquella magna fecha, con unas actitudes que poco tienen que envidiar a las de los talibán.
Al mismo tiempo el parlamento navarro lanzó una condena contra los supuestamente 3000 fusilamientos durante la guerra. El Arzobispo Sebastián no fue capaz de llevar hasta sus últimas consecuencias la oposicióna un párrafo claramente irreverente contra la Iglesia Católica. Ni UPN supo tampoco realizar una eficaz oposición a ese texto votando en contra en lugar de abstenerse. ¿Cabe mayor ignominia? Y es que el texto navarro apunta cuál es el último de los objetivos deesta supuesta recuperación de la memoria histórica, orquestada desde la fundación Pablo Iglesias (controlada por el infame guerrismo), alabada por todos los grupúsculos de la constelación izquierdosa, y financiada por las arcas del Partido Popular: que la Iglesia Católica se retracte de su apoyo moral y físico al Alzamiento. Pedimos a nuestros obispos no caigan en la trampa, y que en honor a la Verdad, al Magisterio de la Iglesia sobre la guerra justa y en homenaje y recuerdo a las miles de víctimas del comunismo expresen su adhesión al espíritu de la lucha de los combatientes del 18 de julio.
La conmemoración y la reafirmación de las dos premisas fundamentales del 18 de julio (fue una Cruzada y el Requeté salvó a España) no son una actitud nostálgica, sino una reivindicación política de primer orden. Los partidos políticos quieren que la Iglesia pida perdón por la Cruzada para que la orfandad política de los católicos aumente, para que cualquier reacción ante la inmoralidad reinante sea deslegitimada y para que la estrategia postconciliar suicida de reducir la religión al ámbito de lo privado y de las sacristías (sacristías e iglesias que en 1936 no recibieron el respeto de los criminales de la izquierda) llegue a sus últimas consecuencias con el total desarme doctrinal e ideológico de los católicos en la política.
El Carlismo, traicionado tras la Victoria, sin ninguna clase de hipotecas ni componendas se reafirma coherente con su trayectoria histórica de 1936 y proclama un año más su orgullo por el sacrificio para la derrota del marxismo. Aquel 18 de julio se produjo una legítima sublevación contra un poder tiránico, sectario y antiespañol. Es una asignatura pendiente el saber distinguir entre lo legal y lo moral. Y es moral y acorde con nuestra santa Fe católica el tiranicidio y el alzamiento contra los poderes ilegítimos. La República, nacida paradójicamente de unas elecciones municipales en las que los republicanos no obtuvieronni siquiera la mayoría, fue consecuencia de la cobardía de una dinastía usurpadora que se desentendió del futuro de España. Las mismas izquierdas que tanto decían defender la legalidad republicana no tuvieron reparo en alzarse sangrientamente contra ella en 1934 ante el resultado adverso de las urnas. Pero hoy día, por culpa de las derechas burguesas, la izquierda ha elevado a dogma democrático que los levantamientos armados de las izquierdas son revoluciones populares y si esos levantamientos son de signo patriótico y religioso son golpes de Estado. Para el Carlismo el 18 de julio fue ni más ni menos que la culminación gloriosa de muchos años de preparación para un enfrentamiento que se entendía inevitable. Durante la República el Carlismo fue duramente perseguido. Se cerraban periódicos y círculos y se secuestraban libros. Destacados dirigentes de la Comunión sufrieron cárcel. Pero en ningún momento esas medidas disuadieron a las bravas Juventudes de aquel entonces, de las que don Manuel Fal Conde decía que se tendía un puente entre ellas y los voluntarios de la ultima guerra. Y así era, pues el mismo espíritu guerrero que interrumpía los mítines carlistas al grito de “¡Vengan fusiles!” era el que había animado a nuestro pueblo a luchar y a morir por nuestros legítimos reyes a lo largo de tres levantamientos en el siglo XIX, a luchar contra el invasor revolucionario francés, a oponerse a la reimplantación de la constitución de 1812 con los cuerpos de Voluntarios Realistas o a coger las armas para defender los Estados Pontificios.
En este 18 de julio las Juventudes Tradicionalistas quieren hacer una reflexión serena sobre las causas que condujeron al enfrentamiento armado. La República había entrado en una etapa de inestabilidad que se adivinaba desde sus inicios. Los más fervientes republicanos rechazaron el estallido revolucionario subsiguiente a las elecciones de febrero de 1936. LaIglesia, que en ningún momento conspiró contra el poder político, veía como una tenaz persecución se ceñía contra ella. Los más nobles sentimientos religiosos y patrióticos del pueblo español eran sistemáticamente pisoteados. Después de muy arduas negociaciones, Don Javier de Borbón, en nombre deS.M.C. Don Alfonso Carlos I, dio orden al Requeté de unirse a la sublevación. En el camino hubo que exigir mucho. Que se restituyera la bandera roja y gualda, pues no pocos alzados no querían mas que una vuelta al orden dentro de la República. Que se volviese a nuestra tradicional Unidad Católica, enfrentándose incluso a una intervención pública del mismo Francisco Franco que el 1 de octubre de 1936 señaló que el Estado futuro sería aconfesional. Y una vez ganada la guerra dio comienzo una etapa amarga y llena desinsabores para el Carlismo. En muy poco se benefició el Carlismo de su participación, lo que inevitablemente le llevó a ocupar un puesto de oposición doméstica al régimen de Franco (oposición que nada tenia que ver con la de los advenedizos demócratas de los 60). Asimismo, el concurso del Carlismo durante la guerra no estuvo guiado ni por el rencor ni por la venganza. Así se ha recordado en días atrás ante el ofensivo texto firmado por el Parlamento Navarro. La Junta Carlista de Guerra desde los primeros días de la Cruzada se opuso con documentos públicos y actitudes decididas a cualquier actitud de represalia. Don Joaquín Baleztena lo puso de manifiesto en cartas dirigidas a todos los carlistas.
Nuestra Santa Madre la Iglesia Católica tampoco amparó ningún tipo de acto de represalia. Y contribuyó decididamente a una reconciliación que se dio mucho antes de 1975. ¿Podríamos decir lo mismo en el caso de que los rojos hubiesen triunfado? A la vista de las criminales repúblicas soviéticas que se implantaron tras la II Guerra Mundial podemos afirmar que no sin temor a equivocarnos. Ahora toca no olvidar la legitimidad de ese Alzamiento, certificado por la elevación a los altares de tantos mártires de una de las persecuciones religiosas más crueles de la historia.
Tampoco queremos dejar de recordar que coincidiendo con esta magna fecha, el 17 de julio de 2001 S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón firmaba un Manifiesto con el que se reafirmaban los principios de la legitimidad española, haciendo un llamamiento a sus sobrinos para que se adhiriesen públicamente a ellos. El Carlismo, como siempre, debe seguir a la Autoridad para la restauración de las Españas. En ese puesto están las Juventudes Tradicionalistas.
Juventudes Tradicionalistas de España
Julio 2003

miércoles, 12 de noviembre de 2008

El espíritu del capitalismo. Nuevo libro.


[Agencia FARO] Buenos Aires, 1 noviembre 2008, festividad de Todos los Santos. Ediciones Nueva Hispanidad acaba de publicar el nuevo libo de Rubén Calderón Bouchet, ilustre pensador y caballero de la Orden de la Legitimidad Proscrita, El espíritu del capitalismo. Recogemos del prólogo del profesor Miguel Ayuso (las negritas son de FARO): "Lo que se ha dado en llamar la 'modernidad': el Estado, 'Europa', la secularización o el capitalismo serían, así, sus productos respectivamente en los ámbitos institucional, de civilización, ideológico o económico. Calderón Bouchet, en este ensayo viene a tematizar precisamente esa conexión a partir de la constatación de que el capitalismo fue siempre ajeno, como una suerte de cuerpo extraño, a las expresiones culturales inspiradas y sostenidas genuinamente por la Iglesia Católica. Destaca el autor, ya en las primeras líneas, y desde el ángulo de la historia de las ideas políticas, dos ejes mayores: de un lado, la observación de hasta qué punto el ataque a la Iglesia como institución ha favorecido el espíritu de lucro que daba aliento al capitalismo; de otro, la influencia positiva que la moral calvinista imprimió a su desarrollo. Al tiempo que declara cómo contrae su examen precisamente al 'espíritu' del capitalismo, en relación con la tendencia 'de ver en la economía una fuerza redentora capaz de provocar el advenimiento de un nuevo hombre y, por lo tanto, de un orden social que fuere la réplica, en este mundo, del Reino de Dios'."


Calderón Bouchet, Rubén, El espíritu del capitalismo. Ediciones Nueva Hispanidad, Buenos Aires 2008. Rústica, 508 páginas. ISBN 978-987-1036-46-2. Argentina: $ 80,00. España y Europa: 24,00 €

viernes, 10 de octubre de 2008

A vueltas (liberales) con los Fueros

La Vanguardia, periódico barcelonés de máxima difusión nacional, que durante cuarenta años cantó las excelencias del franquismo nos trae hoy una serie de comentarios disparatados que pretenden ser un artículo de actualidad en el que salen malparados el Carlismo y los Fueros.

Resulta asombrosa en primer lugar la frivolidad con que se pretende identificar a UPN con el Carlismo. Lamentablemente algunos sedicentes carlistas han contribuido a esta confusión, pidiendo el voto a UPN (al igual que hacen en el resto de España para el PP) como aceptando cargos políticos de gobierno en Navarra. Si bien es cierto que entre los grupos que concurrieron a formar UPN había carlistas y que buena parte de las bases militantes, votantes e incluso no pocos concejales (especialmente en los pueblos de Navarra con mayor presencia de nacionalismo terrorista) de UPN sí podrían englobarse dentro del carlismo sentimental o vivencial (preferimos dicho término al confuso y pretenciosamente científico de “sociológico”) resulta soez identificar a sus cargos de gobierno y dirigentes actuales con el Carlismo. Si algún antecedente ideológico tienen es el llamado fuerismo liberal, que representó en Navarra Juan Yanguas Iracheta. Con toda la carga contradictoria que eso representa. El fuerismo liberal es una ilusión, un postizo del verdadero fuerismo, que se circunscribe dentro de todo el ente moral de la Tradición Española. Y en esa ambigüedad milita UPN. Pero de tradicionalismo o de carlismo nada de nada.

Los fueros navarros, patrimonio de España, se han conservado tradicionalmente por dos hechos: su fe católica y su valor militar. Navarra signa el Viejo Fuero General sus principios generales “en los del Derecho Natural”, señalando en el Fuero Nuevo que "son contrarios a Fuero no solo las disposiciones que se opongan a las costumbres y leyes de Navarra, sino también todas las que contradigan sus principios generales y las que vulneren la tradición religiosa en las que aquéllas siempre se han fundado". Realeza de Nuestro Señor Jesucristo y Tradición sin las que los Fueros devienen en una ley más del estado autonómico. De hecho el falso régimen foral actual (el de los fueristas liberales) es material y formalmente una Ley Orgánica, otorgada por el poder central con leves reminiscencias de las verdaderas autarquías regionales que se daban cuando las sociedades estaban bien estructuradas y jerarquizadas. No podía ser de otra manera, pues aceptando la Constitución se rompe con la tradición política de las Españas. ¿Cómo conciliar el régimen foral con la omnipresencia de un Estado burocratizado e ideologizado que se inmiscuye hasta en todos los ámbitos de legítima libertad personal y familiar? UPN podría ser una protesta foral, pero ha optado por configurarse en el contubernio caciquil regional de turno. Que no se mezcle la componenda de los liberales navarros y el gobierno cipayo socialista con el sagrado nombre y trayectoria del Carlismo.
NAVARRA LEAL, NAVARRA FORAL

domingo, 21 de septiembre de 2008

La Comunión Tradicionalista, único partido Carlista

Cartel de las falsas Juventudes Carlistas enroladas en el mal llamado Partido Carlista.


Cuando, tras la muerte del General Franco, la Comunión Tradicionalista obtuvo su legalización, ya en 1977, en sus primeros Estatutos se consignó que podría utilizar también la denominación de Partido Carlista. Poco tiempo después Carlos Hugo de Borbón Parma consiguió, sin embargo, la legalización de su propio grupo con esta misma denominación (algunos vieron en ella un fruto de sus buenas relaciones con el sucesor de Franco, Juan Carlos). Desde entonces, y a pesar del abandono del propio Carlos Hugo, EKA/"Partido Carlista" ha vivido sólo para perjudicar al Carlismo y a su causa, que es la de Dios, España, Tradición y Legitimidad. Los falsos carlistas siguen empeñados en esa sucia tarea, bien ayudados por el sistema liberal, la izquierda y el separatismo.

Uno de los principales voceros mediáticos del falso partido Carlista ha sido el Diario de Noticias de Navarra. Su director Pablo María Muñoz (si no fuese colaborador del nazionalismo vasco, sería calificado como "maketo indeseable") viene de la dirección del diario proetarra guipuzcoano Egin. En julio de 2006 se le ha acusado de participar en la red de extorsión etarra. El Diario de Noticias, participado por el Grupo PRISA, ha sido usado para convocar manifestaciones separatistas, y sus continuos ataques a navarros no nacionalistas se han demostrado a menudo falsos e injuriosos, por lo que se ha visto obligado a rectificar no pocas informaciones por imperativo legal. Este marginal periódico navarro (en muchas librerías y puestos de prensa ni siquiera puede encontrarse, pues su venta es casi nula en los pueblos del sur del Reino de Navarra -en Estella, por ejemplo, sólo llega con regularidad los fines de semana-; aunque el gobierno de UPN se empeña en mantener suscritas a todas las bibliotecas e instituciones culturales a su cargo), mantenido por la publicidad institucional (mucha de la cual procede de las vecinas Provincias Vascongadas, de la "Comunidad Autónoma del País Vasco") se ha distinguido por haber sido el principal vocero del mal llamado "Partido Carlista", por otro nombre EKA (Euzkadiko Karlista Alderdia o Euskalerriako Karlista Alderdia, según las épocas), sustentando todas sus tesis anticarlistas y sus delirantes interpretaciones de hechos de la historia reciente.

El micropartido EKA ha ido alternando su nombre entre el neologismo "Euzkadi" o "Euskadi", inventado por Sabino Arana, y el término Euskalerría, históricamente correcto pero referido a un ámbito cultural y no político. Según han observado prestigiosos lingüistas euskaldunes Arana (al igual que el director del Diario de Noticias) no hablaba bien el vascuence y así introdujo la desidencia –di/-ti, sólo aplicable a vegetales, como si a España la llamaramos “Españoleda” al modo de pereda, robleda, etc... EKA son los restos de la escisión del Carlismo provocada y luego abandonada por Carlos Hugo de Borbón Parma en la década de 1970, reforzada actualmente por algún fichaje nuevo como el ex falangista, que en su día pidió el voto para el Teniente Coronel Antonio Tejero, Javier Onrubia Rebuelta (sedicente "cristiano" vinculado a la "Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII", donde entabló contacto con María Teresa de Borbón Parma). Este se ha convertido en su representante en Madrid, desde donde publica libritos y panfletos en los cuales, tras citas de Mao Tse-tung y versiones de la historia del Carlismo que simplifican aún más las invenciones de José Carlos Clemente, puede leerse afirmaciones como las siguientes: "ETA era una organización Político-militar que despertaba una enorme simpatía no solo en el País Vasco, sino en toda España" (Javier Onrubia Rebuelta, La resistencia Carlista a la dictadura de Franco: los "Grupos de Acción Carlista" (G.A.C.). Magalia Ediciones, Madrid 2000). Entre los pocos militantes de aquella primera escisión que aún permanecen bajo las siglas de EKA, algunos fueron estrechos colaboradores de ETA. Mientras que los carlistas fueron objeto de asesinatos por parte de los etarras, sus casas y negocios sufrieron ataques con bomba; mientras muchos de ellos se vieron obligados a abandonar las Vascongadas y Navarra debido a la amenaza contra su familia. Este falso Partido Carlista/EKA fue en su día (12 de septiembre de 1998) firmante del llamado “Pacto de Estella”, promovido por Herri Batasuna y también firmado por la burguesía nacionalista del PNV y EA, enemigos históricos del Carlismo con los que históricamente siempre se ha terminado a tiros en medio de la protección que la policía liberal dispensaba a los mismos. Las bases de ese pacto son las mismas que ahora marca la banda criminal ETA: libertad para sus asesinos, anexión de Navarra, Treviño y zonas de los Reinos de Castilla y Aragón por Euskadi y separatismo. Más recientemente se han destacado por su apoyo a la candidatura etarra Iniciativa Internacionalista-La Solidaridad de los Pueblos. Asimismo el dirigente de EKA, Feliciano Vélez Medrano, ocupa la alcaldía del municipio navarro de Puente la Reina a través de una agrupación electoral, marca blanda de la constelación de Batasuna, gracias a los votos de ANV-ETA, uno de cuyos concejales es su hermano. Pese a que sus apellidos denotan que el aludido no es vasco Vélez se ha empeñado en su absurda campaña de imposición nacionalista, marcada por ANV.

Tras el relativo fracaso de su ocupación de Montejurra en 1976, los ekarras se han dedicado a perpetuar su versión rigurosamente falsa de los hechos gracias al apoyo de la izquierda y de los medios del sistema. En esta labor se ha destacado en los últimos años el Diario de Noticias de Navarra, secundado en ocasiones por el derechista y anticarlista Diario de Navarra.

Lo reducido del número de miembros de EKA se compensa con el apoyo ocasional de la extrema izquierda y también, como veremos, de la izquierda supuestamente moderada (el PSOE) e incluso de la derecha liberal y juancarlista. El falso Partido Carlista hizo campaña en favor del SÍ a la Constitución de 1978, consolidando así el régimen liberal y juancarlista. Después fue fundador de Izquierda Unida, partido fanáticamente abortista, laicista e internacionalista. Aunque también se ha dejado querer por la derecha separatista y normalmente acuden al Aberri Eguna, acto del partido racista PNV. Entre sus últimos disparates e intentos interesados de confusión destaca su presencia desde hace dos años en el acto anticastellanista de Villalar de los Comuneros, donde el partido Tierra Comunera junto a grupúsculos de extrema izquierda realizan un antihomenaje demencial a los Comuneros, mezclando el falso pendón de morado de Castilla con banderas tricolores republicanas y reivindicando una falsa Castilla que se extiende sobre los Reinos de León, Toledo y Murcia. Con este fin EKA desplaza a la villa castellana a gentes de Navarra y Vascongadas de avanzada edad. Hace seis años la Comunión Tradicionalista de Castilla emitió un comunicado (“En Villalar sobran todos los que van”) señalando la incongruencia de esa ridícula conmemoración. Su última delegación “castellana” de Valladolid se encuentra compuesta por un par de conocidos personajillos de la capital pucelana que al mismo tiempo son presidentes de toda una constelación de grupúsculos de extrema derecha así como de una asociación que reivindicaba la memoria del guerrillero liberal “El Empecinado”, cuyos restos mortales pretendían exhumar. También se les ha visto reclamando la imposición a los bables y al resto de asturianos de una falsa lengua de laboratorio que se pretende hacer pasar por asturiana parida en centros de la extrema izquierda de Oviedo. Paradójicamente ninguno de los dos militantes que tiene EKA en Asturias son oriundos del Principado. En su labor de lucha contra la identidad de los pueblos hispánicos han venido ondeando con tenacidad la bandera almohade que el masón Blas Infante inventó en el Ateneo liberal de Sevilla para Andalucía. Y han presentado a candidatos mahometanos en circunscripciones electorales andaluzas, ofendiendo de ese modo la fe católica del pueblo andaluz.

Dentro del mismo falso Partido Carlista los enfrentamientos internos están a la orden, principalmente entre los nostálgicos de Carlos Hugo y los que basándose en la traición del mismo pretenden desligar al Carlismo de cualquier sombra monárquica (antes renunciaron a Dios, a la Patria y a los Fueros). Ideológicamente son los mismos, pero les diferencia su adhesión a la figura del ex – príncipe traidor. Ciertos dirigentes de las falsas Juventudes Carlistas se han significado por ese empeño, pretendiendo incluso nombrar “presidentes” de su minúscula organización a los hijos de Carlos Hugo sin que estos hayan mostrado interés alguno. Hemos de hacer constar que esta obsesión con Carlos Hugo se mantiene después del reconocimiento por Carlos Hugo de la Dinastía liberal y de actuaciones más que dudosas de sus hijos en relación con los usurpadores. No es de extrañar estos súbitos cambios de criterio por el ex - príncipe, ya que anteriormente Carlos Hugo ofreció la jefatura delegada de la Comunión Tradicionalista a Blas Piñar, fundador de la revista Fuerza Nueva, e inició una política de aproximación al franquismo en los años 60 para lo que se valió de gentes recién llegadas al Carlismo después de retirar a dirigentes históricos. Algunos de esos recién llegados (ni por asomo todos) secundarían posteriormente la deriva socialista y anticarlista de Carlos Hugo. Pese a todo mantienen ilegítimamente algunas posesiones relacionadas con el Carlismo y la fachada de su nombre que les concede el sistema liberal. Así engañan a un reducido grupo de personas de buena fe que a pesar de no militar en dicho Partido suele asistir a alguna conmemoración. Pero entre los dirigentes del mal llamado Partido Carlista sólo se mantiene la denominación "carlista" para colaborar en la máxima aspiración del nacionalismo vasco, que es el desprestigio y la persecución del Carlismo, de la Comunión Tradicionalista, máximo obstáculo, en cuanto representa las verdaderas reivindicaciones históricas de Navarra, de Vizcaya, de Guipúzcoa, de Álava y del resto de España, para los criminales objetivos políticos del separatismo.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Comunicado de la delegación de la CT en Nueva España


A todos los mexicanos, españoles:

Como ya anunciaba S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón en su Mensaje del día de la Epifanía de este año, a partir del día de hoy, 16 de septiembre, las miradas de todo el mundo se concentrarán en el continente americano, en donde se inicia una serie de conmemoraciones conjuntas por los bicentenarios de lo que suele interpretarse como independencia respecto de España.

Con tristeza comenzaremos a ver que veintidós naciones hispanoamericanas festejarán una imaginaria lucha por los ideales de justicia, de libertad y democracia. No dejarán de sonar los nombres de Hidalgo, Morelos, Bolívar, San Martín, O'Higgins, de Sucre y muchos otros; y con poca sinceridad nos dirán sus gobiernos que buscarán hoy día lograr el sueño de esos mismos "libertadores" que, dicen, dieron su vida por ver un continente americano unido; y cualquiera en todas las calles del continente, podrá ver las banderas de franjas, a la manera de representaciones de tristes nacionalismos particularistas o de patriotismos constitucionales, ambos puramente disolventes.

La Delegación de la Comunión Tradicionalista de la Nueva España no podía permanecer callada y es su deseo manifestar su postura a este respecto.

Todos aquellos que tengan memoria recordarán que la revolución de independencia en México nunca fue un movimiento popular. Al contrario, el pueblo mexicano nunca dejó de vitorear al Rey Don Fernando, y durante las guerrillas revolucionarias el pueblo, indios, negros y mestizos se unieron con las tropas del Rey en el llamado Cuerpo de Indios Voluntarios de S.M.C. Fernando VII, o también en el llamado Cuerpo Patriótico Nacional de Soldados Voluntarios de Fernando VII formado por habitantes comunes, quienes ofrecieron al Rey sus personas, asegurando estar prontos a sostenerlo y derramar la última gota de sangre en su defensa.

Y es que tampoco el apaciguamiento hecho por don Agustín de Iturbide tenía como finalidad separarse de la vieja España, sino muy por el contrario, deseaba devolver al Rey legítimo sus posesiones: ese era el plan de Iguala.

No callaremos que el representante del Rey, don Juan de O'Donojú firmó la independencia de México contra la voluntad del Rey, y que ulteriormente fue la Regente usurpadora quien suscribió, contra la voluntad de su difunto marido, la verdadera consumación de la independencia; y fue esta misma María Cristina quien firmó un acuerdo secreto, hoy día público y que se encuentra vigente, en el que el gobierno de la república mexicana acepta, contra la aceptación de independencia, el deber de reprimir a todos los carlistas que estuvieren en suelo patrio, y a los que intentaran ingresar en México.

Hoy vivimos un México de contradicciones, donde las leyes regulan lo antinatural y donde el gobierno de la república ha demostrado su evidente falta de capacidad para armonizar a un pueblo que es profundamente católico, dejando, al igual que cuando convocaron a la revolución de independencia, que los mexicanos nos matemos entre nosotros; que hiere a nuestras familias con aprobaciones del aborto o del matrimonio entre homosexuales, o por las leyes que promueven la deseducación de nuestros niños; un país donde el laicismo corrompe hasta al más fuerte y donde ser aconfesional y liberal, entonces moderno, es moda del tiempo.

Vivimos en un México de contradicciones, pues aún existe ese pueblo que en Romería por la Virgen de Zapopan convoca a más de tres millones de mexicanos en un solo día; un pueblo donde se vive la Misa Tradicional en antiguas capillas; un pueblo donde hasta el más infame le tiene respeto y ama como Madre a la Guadalupana. Hoy vivimos un México de nuevos mártires, el de todos aquellos que resisten a la Revolución y que con heroicidad siguen formando familias y forjando en ellas el futuro de nuestra nación.

Por ello, desde México queremos manifestarnos todos aquellos que vivimos opuestos al tiempo a la usurpación y a la revolución, los que vivimos custodios de la legitimidad y de la tradición, los que defendemos la tesis del orden político católico.

Hoy más que nunca nos atrevemos a alzar la voz y junto con nuestro Abanderado y como él nos atrevemos a soñar, pues como él afirma: "Uno tiene derecho a soñar, el sueño es necesario para la libertad mental de las personas. Tengo mucha esperanza que España vuelva a lo que fue, que sepa acordarse de sus raíces, sus convicciones y dé su ejemplo y referencia internacional e imperial. Eso quisiera".

Hoy seguiremos soñando en ese México que vio Don Carlos VII, el primer Rey que visitó la Nueva España, puesto que queremos sentirnos orgullosos de lo que le llevó a afirmar que "Si no fuese español [peninsular] quisiera ser mejicano".

Si este bicentenario nos tiene que hacer recordar algo, es que nuestras comunes naciones sí tienen vocación de unidad, pero no en una masa amorfa y carente de destino trascendente, sino en una unidad católica, como lo que antes fueron nuestras Españas, y con una cabeza común.

Dios, Patria, Fueros y Rey legítimo

La Comunión Tradicionalista en la Nueva España
Miguel Navarro Castellanos, Delegado
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jueves, 10 de julio de 2008

Los Fueros contra los "Países Catalanes"

San Vicente Ferrer en el Compromiso de Caspe

La última ocurrencia en relación al derecho foral ha venido, ni más ni menos, que de ERC a través de un artículo publicado en el diario El País por Josep Huguet, miembro del consejo ejecutivo de dicho partido y consejero de Innovación, Universidades y Empresas (ya no saben como justificar sus puestos) de la Generalitat de Cataluña. El consejero reclamaba un "modelo de financiación foral para los Países Catalanes", aunque señala que con el actual desarrollo estatutario no es posible un régimen de concierto o convenio económico como el que se da con Navarra o los territorios históricos de las Provincias Vascongadas.


La argumentación es innovadora, porque ERC se ha caracterizado por un acendrado espíritu centralista, aunque a la catalana. Pese a la fortaleza del derecho foral catalán apenas han apelado al mismo, ni siquiera como mito movilizador tal cual en ocasiones ha hecho el nacionalismo vasco. En cualquier caso, como en casi todo lo que expresa ese partido, hay altas dosis de demagogia y superficialidad, aunque bien aderezados por la confusión reinante en torno al modelo de financiación de algunos territorios españoles y en general el caos ocasionado por el sistema de financiación autonómica. Empecemos por decir que las haciendas forales poco tienen que ver con los modernos regímenes fiscales confiscatorios, que es lo que pretende ERC, partido socialistizante y totalitario. El problema principal es que la partitocracia desvirtúa el modelo foral, pues ideologiza el gasto público, por lo que no se podría hablar en sentido estricto de modelo económico foral en el actual sistema político.

Sin embargo y aún con esta cautela los restos del antiguo modelo foral lejos de ser un privilegio representa, aún con las contradicciones y carencias actuales, un ejemplo de equidad y responsabilidad en cuanto al gasto público mucho mayor que el despilfarro de la mayoría de las autonomías, que endeudadas por encima de su capacidad acaban generando desequilibrios severos. La aplicación estricta del régimen foral impediría en realidad estos despropósitos. Un ejemplo claro es el caso de Navarra que paga el 1,6 por ciento del PIB cuando representa el 1,4 de la población española, con lo que hace válido el principio de solidaridad de forma más efectiva que cualquier autonomía gobernada por los socialistas.

No obstante con esta propuesta lo que ERC pretende es avanzar en la consolidación de su proyecto separatista y nacionalista, que para que sea viable inevitablemente pasa por el Reinos de Valencia y de Mallorca. La machacona argumentación en torno a la mentira de las balanzas y los déficits fiscales es una tremenda mentira que pretende asegurar la posición del capital catalán mientras mantiene importantes inversiones estatales y el colchón de la hacienda estatal para responder en última instancia de posibles déficits. La restauración del régimen foral requiere gobiernos responsables, no ideologizados, no derrocharores y no confiscadores. Requiere la vigencia del principio de subsidiariedad, de una sociedad viva y una verdadera soberanía social en la que el gasto público sirviese solo para corregir posibles desequilibrios sin ejercer una política arrogante y asfixiante de la iniciativa social. Entonces si seria posible y muy necesaria una hacienda foral para el Principado de Cataluña y otra para el Reino de Valencia. Pero jamás una macroagencia tributaria y confiscatoria del soviet pancatalanista. Que es lo que bajo eufemismos foralistas pretende el consejero Huguet mientras su socio de gobierno anula desde Madrid una recuperación del derecho foral valenciano apelando a los decretos de nueva planta.

domingo, 6 de julio de 2008

520 años de la Jura de los Fueros de Chinchilla de Monte-Aragón por los Reyes Católicos



En agosto del año 1488 los Reyes Católicos juraron los Fueros de Chinchilla de Monte-Aragón, capital de La Mancha Aragonesa y confluencia de los esfuerzos reconquistadores de las hispánicas Coronas de Aragón y de Castilla, junto a las Órdenes de Calatrava y Santiago.

El respeto y veneración por las libertades concretas eran freno al absolutismo y garantía de un poder templado además de una singularización del derecho hispánico que el despotismo primero y especialmente la revolución liberal después terminaron por pisotear, despojando entre otros a las villas, regiones, gremios y corporaciones de un legítimo ámbito de libertades. Esas libertades eran además ejercidas de modo responsable, y conllevaban en contrapartida una serie de obligaciones. Asimismo el fuero posee un carácter dinámico que lo aleja de la arqueología legislativa o el anquilosamiento consuetudinario, aunque se circunscribe siempre dentro del esquema de los principios religiosos y políticos de la Tradición. Lo que se salga de allí, pese a posibles adornos terminológicos, no es sino “plagio”, que diría d´Ors.

Junto a la reivindicación foral este Círculo quisiera hacer patente que en la Tradición se encuentra la actualización y depuración constante de lo mejor de nuestro pasado. En el caso de los Fueros de Chinchilla de Monte-Aragón la decadencia de la Villa vino precisamente con el eclipsamiento de sus Fueros, ya antes de la eclosión del liberalismo, y la creación, con retazos diversos, de un régimen provincial que no termina de representar adecuadamente a nadie. La restauración de un poder católico y legítimo en una sociedad bien jerarquizada es precisamente la garantía del mantenimiento de todas las justicias que el neoliberalismo desconoce.

Círculo Carlista Marqués de Villores

sábado, 14 de junio de 2008

Crisis económica en el Estado del despilfarro

En la última semana una sonada protesta de transportistas, pescadores y agricultores ha puesto contra las cuerdas al gobierno socialista. Las causas son varias y la solución a la misma compleja. Sin embargo desde la doctrina carlista se pueden develar varias carencias, contradicciones e insuficiencias del actual sistema liberal-socialista.
La sumisión de España a poderes foráneos (táctica recurrente de los gobiernos ilegítimos), sobre todo a la U.E. ha determinado la total pérdida de capacidad sobre nuestros sectores productivos, especialmente sobre la pesca y agricultura, pero también en materia de transportes. Estos sectores se han visto desguarnecidos y arrastran las nefastas consecuencias de una política entreguista a poderes extraños. La falta de capacidad de actuación de España determina la imposibilidad de regular muchos aspectos absolutamente esenciales en dichos ámbitos. No es ni mucho menos la primera protesta y no será la última, pues la crisis no hace más que agravar la situación a la que ya estaban expuestos sin que desde instancias internas se puedan afrontar reformas eficaces.
Además la filosofía del sistema nos conduce al reparto del poder entre grandes capitalistas y mafias sindicales. Resulta paradójico que los sindicatos del sistema (izquierdistas) hayan estado absolutamente ausentes en este conflicto en el que se ven afectados tantos trabajadores. Los sindicatos del sistema están más preocupados por promocionar el aborto o si operan en alguna Región española con incidencia separatista por las reivindicaciones nacionalistas de turno. Buen ejemplo nos lo da el antiguo Reino de Valencia, donde la llamada Intersindical Valenciana durante estos días solo se ha manifestado publicamente para reivindicar la emisión de TV3 en dicho territorio. Curioso es que las grandes empresas transportistas no apoyen la protesta y gocen de todo el apoyo institucional, pues es más fácil controlar a asalariados que se piensan defendidos por los sindicatos del sistema que a pequeños propietarios y empresas familiares.
Para ver atendidas sus necesidades los transportistas (quienes realizan un trabajo costoso, con riesgos y muy sacrificado) tienen que recurrir a distintas medidas de presión con lo que se demuestra la absoluta falta de representatividad de los sistemas partitocráticos. Al margen de la consideración moral de determinadas actuaciones de protesta durante el conflicto, justo es reconocer que en no pocas ocasiones el sistema avoca a los pequeños propietarios a adoptar medidas radicales para hacer oír sus pretensiones.
Por último es verngonzoso que no se den medidas concretas y contundentes para atajar la ruina que se ciernes sobre los sectores productivos de la economía española mientras el Estado y las autonomías despilfarran millones en políticas absurdas y disparatadas. Un vistazo a los Presupuestos Generales del Estado nos muestran lo ridículo que suponen 6.000 millones de euros para un ministerio como el de "igualdad" que solo sirve para subvertir y destruir el lenguaje. O las cantidades análogas que se pierden año tras año en artificiales inmersiones lingüísticas. La voracidad burocrática se tiene que servir de una imposición injusta, abusiva y confiscatoria para sus políticas de subversión social. Y el ámbito energético es el más afectado por dicha imposición a través de incalculables impuestos indirectos. Bastaría con acabar con la burocracia inecesaria y los puestos políticos como medidas de mínimos para terminar con la actual situación que está conduciendo a la ruina a tantas familias españolas.
En cambio el gobierno prefiere otro tipo de medias. Suscribiendo una carta al director de Agencia FARO:
  • La represión socialista

  • ¡No me puedo creer lo que estoy oyendo! ¡Más de 20.000 actuaciones policiales contra los transportistas! ¡Más de 110 detenciones! (¿cuántas más?) Ni que fueran la ETA... Miento, contra ETA nunca ha habido tal represión. Palabras como "sanciones, contundencia, firmeza" empleadas por la vicepresidente para justificar la brutal represión que están sufriendo unos ciudadanos honrados que, con extrañas* excepciones, sólo reclaman sus derechos más elementales. Ni en la Transición se vio nunca tal represión, cuando los que ahora predican la "tolerancia cero" y llaman "terroristas" a los transportistas en su foro, hundieron la economía con sus huelgas salvajes y piquetes violentos. Y han seguido haciéndolo siempre que les ha convenido, también con piquetes políticos, como en el 14-M y en la última campaña electoral. Pero como ahora va contra ellos, cambian las reglas del juego e invocan la "tolerancia cero" que no tienen contra ETA o Ibarreche. ¡Cuánta hipocresía y manipulación tenemos que aguantar! y ¿por qué?

  • Fdo. Piedad J. Santos

  • * Después de lo de García Calvo, queremos saber quiénes son exactamente los integrantes de esos piquetes violentos.

La situación presenta tíntes de catástrofe para decenas de miles de empresas familiares que contribuyen a vertebrar la sociedad. Sin embargo lo público lejos de intervenir para regular y fomentar sectores afectados, de acuerdo con el principio de subsidiariedad, se encuentra con que no tiene competencias mientras que en el ámbito de lo impositivo su capacidad de gravamen aumenta vertiginosamente y no tiene escrúpulo alguno en mandar a la fuerza pública de modo brutal contra los que reclaman justas pretensiones.

jueves, 12 de junio de 2008

La devoción al Sagrado Corazón y la Cristiandad


La devoción al Sagrado Corazón de Jesús está vinculada a la construcción de un Orden Natural y Cristiano de la sociedad. Cuando éste se hizo realidad completa en el tiempo y en el espacio, se llamó la Cristiandad. Después, esa palabra, cristiandad, se ha seguido empleando para designar los intentos fragmentarios, muchas veces fallidos, pero siempre al acecho, de reconstruir la Cristiandad grande, por antonomasia. También se suele llamar a ese Orden y a la Cristiandad, con gran aceptación popular, la Contrarrevolución, por su oposición a la Revolución global, también por antonomasia. La Revolución es el proyecto, a veces temporalmente realizado, de un orden social sin o contra Dios.
No es bueno hablar de Contrarrevolución, como tanto se hace, porque es conceder a la Revolución la categoría de punto de referencia, que no merece, y a su oponente, esa Contrarrevolución, un carácter negativo y defensivo que, siendo buenísimo, tiene menos rango que la construcción de un orden Cristiano independiente de toda referencia y con entidad propia.

El Orden natural y Cristiano de la sociedad fue subvertido por la Revolución Francesa. No estaba libre de graves culpas, entre otras, el absolutismo. Pero para su restauración posterior a su derrocamiento se le presenta más purificado y cristiano que cuando era llamado el Antiguo Régimen, el anterior a la Revolución Francesa. Los católicos franceses que se movilizaron militarmente contra la Revolución Francesa adoptaron desde el primer momento la devoción al Sagrado Corazón como forma concreta de su religiosidad. Fue en la guerra de La Vendée donde nació la asociación de la devoción al Sagrado Corazón y la contrarrevolución.

En el siglo XIX las guerras carlistas fueron la reacción de la España católica contra las ideas de la Revolución Francesa y la devoción al Sagrado Corazón fue cultivada intensamente, con mayor notoriedad en el campo carlista. En todos los Círculos Carlistas ha estado siempre entronizada la imagen del Sagrado Corazón. El Glorioso Alzamiento Nacional del 18 de Julio de 1936 se hizo contra la Segunda República, que encarnaba todas las impiedades de la Revolución Francesa. Miles de jóvenes católicos voluntarios llevaron sobre sus uniformes militares unos pequeños trocitos de fieltro con la imagen del Sagrado Corazón estampada y la leyenda,

“Detente, bala, porque el Sagrado
Corazón está conmigo.-Reinaré en España”.


Aquellos “detentes” se hicieron famosos en el mundo entero y su número y ocasión sellan, una vez más, la alianza entre la devoción al Sagrado Corazón y la reconquista de un orden natural y cristiano opuesto a Revolución.


CONTRAPRUEBA.- En nuestros días ha aparecido una situación que confirma, desde un planteamiento inverso, la tesis de la alianza expuesta. La descristianización que ha sufrido España después del Vaticano II, la apostasía de la Constitución de 1978, y la instauración de la democracia, coinciden palpablemente con un abandono igualmente visible de la devoción al Sagrado Corazón. La Compañía de Jesús, que había recibido el encargo, “munus suavissimum” de fomentar la devoción al Sagrado Corazón, se ha desnaturalizado, ha visto clareadas sus filas, y apenas cultiva ya alguna rutina residual de dicha devoción. ¿Mera coincidencia?

P. ECHÁNIZ
Siempre P´alante, nº 587, 1 de junio de 2008.


[En la Fundación San Pío X el sábadp 14 de junio a las 21:00 horas Julio Melones Espolio pronunciará una conferencia bajo el título "Reinaré en España". En el 275º aniversario de las apariciones del Sagrado Corazón de Jesús al Padre Bernardo de Hoyos.


Dirección: C/. Catalina Suárez 16 (junto nº 85 Avda. Ciudad de Barcelona). Metro Pacífico, salida Dr. Esquerdo, impares. Autobuses 8, 10, 24, 37, 54, 56, 57, 136, 140 y 141.]

sábado, 7 de junio de 2008

Lodos de la transición...

Ante la próxima embestida del separatismo contra Navarra a través de las pretensiones anexionistas del presidente del gobierno autónomico de las Vascongadas, Juan José Ibarreche, procede hacer una reflexión y un ejercicio de verdadera memoria histórica. Del desastroso planeamiento territorial de la constitución de 1978 vienen estos lodos. Tras ocho años de gobierno del PP, contando incluso con mayoría absoluta, y tras doce años de gobierno falsariamente foralista de UPN estamos en la misma coyuntura derivada de la constitución de 1978, amparada y proyectada por los epígonos del franquismo y firmada y promulgada por el sucesor del mismo General Franco. El Carlismo identificó desde el primer momento el problema y lo denunció, sin alterar su postura. Sirva este documento de 1978 para dar fe de la misma. Los partidos del sistema no puede ser alternativa ni se puede aguantar por más tiempo que se oponga la constitución del 78 al proceso de descomposición nacional. Solo en la Tradición, Esperanza de España, reside la solución ante los problemas actuales.
(Pulsar sobre las imagenes para ampliar)




viernes, 6 de junio de 2008

El espíritu de la guerra de la Independencia. Don Jerónimo Merino y Cob


Rafael Gambra en su obra La primera guerra civil de España, 1821-1823. Historia y meditación de una lucha olvidada, editada por primera vez por la editorial Escelicer en el año 1950, defendía la continuidad histórica de España, continuidad explicada en el porqué de nuestras últimas guerras desde la guerra contra la Convención o Guerra Gran (1793-1795). Decía Gambra: “En 1793 la tradición católica y monárquica del pueblo impone una guerra contra la naciente República Francesa, que se costea en gran parte por el pueblo mismo y se nutre en sus ejércitos de voluntarios. Así, la Revolución Francesa hubo de encontrar entre sus primeros enemigos a la Monarquía tradicional de España, que aún guardaba arrestos para velar por el orden europeo. El carácter religioso de esta lucha está claramente expresado en el estandarte de sus voluntarios navarros que se conserva [se conservaba] en el Museo de Pamplona. En él, sobre el escudo del Reino, aparece el lema: Por Dios, el Rey y la Patria[1]. Tesis que compartía totalmente Melchor Ferrer en su obra Historia del Tradicionalismo Español[2] y en gran parte José Luis Comellas en la suya, Los Realistas en el Trienio Constitucional (1820-1823)[3].

Parece innegable la continuidad en los valores defendidos, al menos por una parte de los españoles, a lo largo de dichas contiendas, que a su vez enlazan, mejor dicho, que son los mismos, que han identificado a España, primero como parte de la Cristiandad, luego, fortificada frente a influencias exteriores, convertida en su defensora, frente a la ruptura iniciada por Lutero. Valores conservados, cuando la Ilustración irrumpió en España, por el Tradicionalismo Político Español, de forma, que al menos en él, nunca se interrumpió la línea de la tradición católica de España. Por eso, mientras que en la guerra de la Convención y en la guerra de la Independencia, dicha defensa se identifica con la España oficial, en la guerra de la Constitución y en las guerras Carlistas, la defensa del Altar y el Trono, expresión de esos ideales, estuvo en manos del pueblo que se levantó, precisamente contra esa España oficial.

No creemos que nadie dude de esa continuidad entre los realistas de la guerra de la Constitución y los de los defensores de don Carlos y sus sucesores en las contiendas carlistas, lógicamente exenta la primera del componente dinástico de las siguientes y del perfeccionamiento doctrinal habido con el paso del tiempo en el Tradicionalismo. Aun así, solamente conocemos un caso de un jefe realista de relevancia en aquella campaña, que luego no militó en las filas de don Carlos, don Vicente Jenaro de Quesada, tal vez por su fracaso personal en esa contienda, por lo que se puede considerar, con toda lógica, a aquella como una guerra pre-carlista, al igual que lo fue la llamada de los Agraviados en 1827, aunque ésta limitada a Cataluña. José Fermín Garralda, en un artículo publicado en 1988, estudiaba una serie de documentos de la época, en los que diversos protagonistas explicaban sus más profundas convicciones, en busca del porqué de aquellos enfrentamientos y llegaba, entre otras, a la siguiente conclusión: “La continuidad entre el realismo y el carlismo es patente tanto en principios socio-políticos como en personalidades; no en vano el carlismo se puede denominar como el realismo español de 1833”[4]. Existe un documento, publicado por José Luis Comellas, que entendemos esclarecedor. Es una carta de don Carlos O’Donnell, uno de los jefes realistas en la guerra de la Constitución a su hermano Enrique, liberal. Le dice Carlos a Enrique: “Nosotros defendemos la causa de Dios, los derechos del trono, la libertad bien entendida de la patria… Vosotros, la del capricho, de la inmoralidad y anticristianismo”[5].

Remitiéndonos a la guerra de la Independencia, si bien es cierto que, entre las motivaciones de muchos de sus combatientes, podemos encontrar la defensa de los principios del Altar y el Trono, frente a quien además de ser invasores eran hijos de la Revolución, no es menos cierto, que el estimulo, puramente emocional, de resistencia ante el invasor de la Patria, fue un factor suficientemente determinante, como para empujar a muchos hombres a enfrentarse a los franceses, sin entrar en consideraciones doctrinales. Por tanto, quienes nieguen tal continuidad histórica y defiendan la autonomía de la guerra de la Independencia frente al resto de dichas contiendas, podrán exhibir sin problemas una larga lista de combatientes contra los franceses, empezando por Juan Martín Díaz “el Empecinado”, Francisco Espoz y Mina, Juan Díaz Porlier o Saturnino Abuin “el Manco” etc., que posteriormente defendieron los ideales liberales[6]. Hecho que sin embargo no desmiente el espíritu general de quienes se enfrentaron a la invasión francesa. La demostración es sencilla, aunque frecuentemente se haya querido ocultar. Cuando, ya desde los primeros momentos del levantamiento, la Junta Central quiso dar cobertura legal a los centenares de partidas que se alzaban contra el invasor a todo lo largo de nuestra geografía nacional, arbitró una serie de “reglamentos” a los que estas debían someterse para obtener su reconocimiento como combatientes. El primero fue el llamado “Reglamento de Cuadrillas” de 28 de diciembre de 1808, complementado en Cataluña por uno de “Somatenes”. El 19 de abril de 1809, publicará una “Instrucción para el Corso Terrestre” y el 26 de ese mismo mes el de “Partidas de Cruzada”.

La lectura del texto que a continuación reseñamos, parece evidenciar que la Junta Central creía haber encontrado, en esta última fórmula, la mejor forma para “reglamentar” a los guerrilleros, considerarles “cruzados”, pues parecían tener claro que no solamente se enfrentaban a una invasión militar, sino ideológica, que ponía en peligro los pilares de la monarquía española. Dice la Real Orden de la Junta Central Suprema, dirigida a la Junta Superior de Badajoz, fechada en el Real Alcázar de Sevilla el día 17 de mayo de 1809 (si bien entendemos por su preámbulo, que este es el traslado de la dictada con fecha 26 de abril):

“Al leer S. M. el oficio de V. E. de 22 del corriente (se refiere al mes de abril), no ha podido menos de aplaudir el celo de esa Junta Superior, y de aprobar un pensamiento que mirado en su verdadera luz, en ningún tiempo habrá podido realizarse con más justicia, ni ser aplicado con más oportunidad. Nuestros mayores publicaron cruzadas para rescatar los lugares santos de poder de los infieles. ¿Con cuanta más razón no lo haremos nosotros para defender la religión en el seno de nuestra patria, contra la profanación más escandalosa e impía que han visto los siglos, aun entre los pueblos más bárbaros? No hay medio que no lo autorice, la agresión injusta que padecemos, los horrores y desolación que sufrimos, y la opresión tiránica con que nos amenaza el enemigo con quien luchamos. Añadamos, pues, nuevos estímulos al ardor que nos anima: excitemos el celo religioso, este sagrado entusiasmo que hace olvidar al hombre su existencia, despreciar los tormentos y aún la misma muerte por la gloria de su Creador. Así el interés de la religión y el de la patria concurrirán a una a nuestra salvación, y los soldados del tirano, o serán víctimas de nuestro esfuerzo, o huirán de nuestra vista llenos de confusión y de vergüenza. Para alentar pues S. M. una idea tan útil como oportuna, no sólo ha aprobado la formación de los tres cuerpos que V. E. ha levantado bajo el estandarte de la Santa Cruzada, sino que además ha acordado que a los individuos de aquellos cuerpos, y a los demás valerosos defensores de la religión que se alisten en esta milicia, les dé esa Junta una cruz roja de paño, colocada al pecho; que se dé el correspondiente aviso de esta soberana resolución al Capitán General del ejército y Provincia D. Gregorio de la Cuesta, y que se publique en Gaceta el rasgo de patriotismo religioso de esa Junta, y que se comunique la correspondiente orden al Ministerio de Gracia y Justicia, a fin de que trate y proponga lo conveniente para hacer útil y más extensivo este servicio. De Real orden lo comunico a V. E. para su inteligencia, cumplimiento y satisfacción”[7].

De la redacción del documento trascrito, parece desprenderse claramente que la idea partió de la Junta Superior de Badajoz, en escrito dirigido a la Junta Central en el mes de abril. En cualquier caso, este modelo se difundió pronto, aunque años después, en 1812, las Cortes de Cádiz, publicarán un nuevo Reglamento, que sustituirá a los anteriores, queriendo borrar aquel espíritu de Cruzada.

En cualquier caso, paradigma de la defensa permanente de estos principios fue don Jerónimo Merino y Cob, combatiente en la guerra de la Independencia, en la Campaña Realista de 1821-23 y en la Primera Guerra Carlista. Merino había acudido por aquellas fechas, abril de 1809, origen del reglamento de las “Partidas de Cruzada”, a Sevilla, aprovechando la entrega de algunos documentos, aprehendidos a uno de los correos por él interceptados en el camino real de Burgos, para presentarse a la Junta y obtener su reconocimiento. Así fue, y como consta en su Hoja de Servicios[8], con fecha 3 de mayo de 1809, fue reconocido como comandante de partida con distintivo de la Cruz Roja. Dice así el documento firmado por Martín de Garay, secretario de la Junta Central:

“…se concede libre y seguro pasaporte a don Jerónimo Merino, cura beneficiado en el lugar de Villoviado y a don Domingo Hortigüela beneficiado de Pineda en el Arzobispado de Burgos, comandantes de una partida de paisanos y a don Tomás Ibeas, sargento primero de ella, para pasara a las provincias de Castilla e incomodar y perseguir a nuestros enemigos, levantar gentes, alistarlas, y todo lo demás que pueda contribuir a sacudir el yugo extranjero que sufren aquellos pueblos, pudiendo usar todos los que se alisten en esta Milicia la Cruz Roja, de cuatro brazos iguales, distinguido los excelentísimos en llevarla ribeteada de un cordón de plata. Las justicias les auxiliaran y les facilitaran víveres, bagajes, alojamiento y cuanto necesiten para su subsistencia”[9].

Mariano Rodríguez de Abajo, su amigo y confidente de los últimos años en el exilio, no sólo refiriéndose a él, sino a la mayoría de los españoles que se enfrentaron a los franceses, decía:

“Alors ce fut une déception immense et une immense colère: alors dans tous les coeurs ce fut une ardeur unanime de vengeance, une glorieuse fièvre de patriotisme, un irrésistible élan de nationalité. Ce peuple trahi ne connut plus qu’une affair, qu’un besoin: chasser l’étranger, vivre ou mourir Espagnol.
Le sentiment religieux qui s’échauffe aux ardeurs de la persécution, s’unit bientôt au sentiment national contre les Français. Le peuple vit transformer ses convents en casernes, chasser ses moines, insulter ses prêtres; il entendit retentir de Rome en Espagne la plainte du Saint-Père dépossédé et captif comme son Roi. Napoléon avait violé les deux Majestés. L’excommunication de l’Église consacra l’aversion populaire contre l’oppresseur de la patrie et ses armées”
[10].

El propio Merino, el 21 de julio de 1814, en la larga representación que dirigió a Fernando VII, con ocasión de su visita a Madrid para presentarle sus respetos: “abstraído de todo lo que no era llenar las obligaciones de mi estado seguía hasta la invasión de los franceses en cuyo tiempo justamente indignado por ver atacados directamente los objetos para mi más sagrados de la Religión, Rey y Amada Patria, formé la resolución de sacrificar cuanto poseía en la tierra, y hasta mi existencia natural en tan justa defensa”[11]. En una hoja impresa en Atienza y fechada el día 1 de abril de 1821, al levantarse contra el Gobierno constitucionalista, pedía: “Religión, Rey y representación nacional”[12]. Doce años más tarde, el 23 de octubre de 1833, ocho días después de haber proclamado a Carlos V, en una bando fechado en su cuartel general de Salas de los Infantes, explicaba porque había combatido antes y porque volvía a luchar, decía: “Dos campañas gloriosas fueron la mayor garantía de que ocurrí siempre a la defensa de la Patria, cuando se vio amenazada por las intrigas y las audacias de los enemigos exteriores e interiores, que quisieron sumirla en la desgracia, envolviendo en ruinas los fundamentos del altar y del trono. Por tercera vez salgo al campo del honor acaudillando las leales huestes castellanas, para oponer un fuerte muro al impetuoso torrente de calamidades con que amenazan a la Patria común gentes interesadas que rodeando a la esposa de nuestro malhadado cuanto querido Rey, Sr. Don Fernando VII (Q. E. E. G.), la ocultan maliciosamente el verdadero sentido y espíritu español…”[13]. Apenas unos días después, el 30 de octubre, también desde Salas de los Infantes, al remitir una orden a los Justicias de los pueblos, y hablando de sus voluntarios, dejaba claro que es lo que éstos defendían, explicando que: “Se han dedicado exclusivamente en el más vehemente deseo a defender nuestra religión sacrosanta y a sostener a todo trance los imprescriptibles derechos de nuestro amado Rey Don Carlos V”[14]. El día 13 de noviembre de ese mismo año, a las puertas de Burgos, volvía a insistir, al dirigirse al ejército que se le oponía, en los motivos de su lucha: “Soldados -les decía- La causa más santa y la más justa ha reunido este brillante y numeroso ejército que veis a las puertas de la ciudad: la santa religión de nuestros padres y el trono de España; tales son los queridos objetos que queremos poner al abrigo de la persecución de los monstruos infames de la iniquidad…”[15].

No creemos necesario insistir en los argumentos que movían a Merino, que había recibido de sus progenitores, según Mariano Rodríguez de Abajo:

“En même temps que la vie, la forte empreinte du sentiment religieux et monarchique qui possédait alors sans partage le Royaume Catholique”[16].

Merino, había nacido el día 30 de septiembre de 1769, en pueblecito burgalés de apenas 30 vecinos, cercano a Lerma, Villoviado, del que además era cura párroco desde 1796. Tenía 39 años, cuando salió a combatir a los francés, primero ayudado tan sólo por dos hombres, interceptaba correos y volvía a casa, luego, ya en 1809, cuando dirigía ocho, se lanzó al campo. En cuanto pudo, como ya hemos dicho, se presentó a la Junta Central en Sevilla, buscando su aprobación y permiso. Una vez obtenido, una vez reconocido como comandante de una partida de Cruzada, comenzó una febril actividad, para convertir a los voluntarios de su partida en verdaderos soldados. Al finalizar la contienda, mandaba dos regimientos, que sin lugar a dudas podían considerarse entre los mejor instruidos y disciplinados del Ejército. Eran el regimiento de Caballería “Húsares de Arlanza” y el de Infantería “Voluntarios de Burgos”. El primero vestía pelliza azul bordada en blanco, y según Fredérick Hardman con “sus armas bruñidas y sus hermosos caballos, podían emparejarse, sin menoscabo, con la mejor fuerza regular de la Caballería francesa”[17], mientras que el segundo, uniformado de gris con adornos rojos, era ejemplo de “limpieza y disciplina”[18]. Él era brigadier de Caballería, condecorado con la Cruz de la Real y Militar Orden de San Fernando. Había disputado a los franceses más de 50 acciones de guerra, en las que nunca fue derrotado. Cuatro generales, Roquet, Kellerman, Thièbault y Grasien había fracasado en su persecución. Wellington, que le admiraba, le regaló un catalejo y Napoleón llegó a decir: “prefiero la cabeza de ese cura a la conquista de cinco ciudades españolas”. Perdió en la guerra dos hermanos y cuatro sobrinos. El príncipe Lichnowsky, dijo que de él, “no hay un granadero del Imperio ni un soldado del ejército de Wellington que no lo conozca”[19].

Fue además generoso (nunca pido exacciones pecuniarias a los pueblos y siempre repartió entre sus paisanos el dinero o efectos –excepto los militares- que obtuvo en sus victorias); humilde (nunca uso uniforme ni condecoraciones y reclutó a sus oficiales, además de los que solicitó al Ejército para adiestramiento de sus hombres, entre los más cultos –Ramón de Santillán, uno de sus oficiales de Caballería, llegaría a ser ministro y primer gobernador del futuro Banco de España-); astuto y valiente, pero no temerario (nunca se arriesgo en acciones que pudieran poner en graves aprietos a sus hombres, siempre calculando el lugar y el momento más adecuado para el combate); sus costumbres austeras (apenas comía y dormía y nunca bebía otra cosa que no fuese leche o agua); era el mejor jinete, el mejor tirador y el que mejor aguantaba la dureza de la vida al raso y en continuo movimiento por las sierras… Sin embargo, cometería el pecado de ser fiel a sus principios, de restaurar la Inquisición en 1813 en Burgos, de ser realista en 1821 y carlista en 1833. Si solamente hubiera luchado en la Guerra de la Independencia, hubiera sido un héroe para todos, pero pronto se definió ideológicamente y por tanto todos los enemigos de las ideas que defendió, también lo fueron suyos, casi siempre, así somos los españoles, incapaces de reconocerle mérito alguno.

Era relativamente fácil convertirle, dada su modesta extracción social y carácter sacerdotal, en el tópico de la demagogia anticlerical del cura de “misa y olla”, ignorante y violento y para completar la cruel caricatura, feo, bajito y moreno.

Los primeros libelos que conocemos contra él, datan del inicio de la Primera Guerra Carlista. Merino, ejecutado don Santos Ladrón de Cegama, es la figura más relevante de los que se han alzado en primera instancia a favor de don Carlos María Isidro. En Madrid, los carlistas han depositado en él sus esperanzas de triunfo. Había que destruirle y ya que no podían hacerlo físicamente, se empeñaron en destruir su fama.

Solamente citaremos dos los ejemplos: el librillo anónimo titulado La Fiera de los Pinares, o sea la muy célebre renuncia del Cura Merino al linaje humano: Su domicilio sempiterno en los bosques y las selvas, publicado en 1834 en la imprenta Verges, de Madrid y el apellidado Historia política del Cura Merino: escrita en francés y traducida al español por D. Ignacio Malumbres, Imprenta de M. Heras, Zaragoza, 1836.

En el primero, del que habría bastado su título, para comprender el odio que rezuma y por tanto su calidad e imparcialidad, citaremos unas frases, en las que Merino, en un ficticio soliloquio, parece gritar: “Soy una fiera: al nacer me tuvieron por hombre, y este error ha labrado el tormento de mi vida y la desdicha de cuantos seres se han visto en la forzosa precisión de conocerme y de tratarme. La naturaleza me formó velludo: ésta sola circunstancia debió fijar a mis ayos y pedagogos, que se obstinaron (bien que inútilmente) en domesticarme. Me embarazaba el vestido, no me hacia mella la intemperie, me tenía difícilmente en dos pies, y mis necios directores empeñados todavía en domesticarme. Huía de las gentes: buscaba con pasión los parajes solitarios, y mis tercos pedagogos rabiaban por presentarme entre los hombres, siempre tenaces en domesticarme. Me mostré ceñudo, áspero, incivil, montaraz, duro de corazón, que señalé en mis frecuentes crueldades, y mis maestros cada vez mas estúpidos, siempre ciegos y emperrados en martirizarme”.

En el segundo, su autor dice: “Tenía dos hermanos, de los que hablaremos en adelante, y una hermana muy bien parecida. Todos los de su familia tuvieron que sufrir mucho de sus malos tratamientos. Su infeliz madre murió de resultas de los insultos y tormentos que le hizo pasar este hijo desnaturalizado, y vez hubo que se encaró a la madre en ademán de asestarle sus pistolas. Su hermano mayor, que le llamaban por apodo el Majo, y era contrabandista de profesión, vino a juntársele en 1810, el mismo día que Merino tuvo un encuentro sangriento con los franceses en Almazán, cerca de Soria; ¿Qué recibimiento haría Merino a su hermano? Parece increíble: temiendo el barbazo, que su hermano no le suplantase, y lo eligieran en su lugar por jefe las guerrillas del país, lo hizo asesinar dos horas después de haberlo abrazado y haberle manifestado el gusto de verle después de una ausencia de seis años. = El hermano menor, también contrabandista, y conocido bajo el nombre de el Churro, continuo en hacer la guerra á los franceses, en compañía del cura soldado; cierto día quiso echar en cara a Merino la dureza de su carácter, este hizo tocar generala, junta su gente en la plaza de Lerma, y allí, castiga inhumanamente su atrevimiento haciéndole dar baquetas tan crueles, que el infeliz hermano murió poco después de tan bárbara flagelación. = No quedaba ya sino su hermana, que escapase de los uñas feroces de este parricida; tuvo la fortuna de quedar con vida; y no fue poca; porque con un ente tan brutalmente atroz, como Merino, hubiera al fin sido víctima de alguno de estos accesos de furor”.

En cualquier caso estas obrillas se definen por sí solas, en sus mentiras, en el odio que desprenden, que no disimulan y en el fin que pretenden, que como indicábamos no era más que la destrucción de la popularidad de un enemigo en armas. Más grave es a nuestro juicio, lo sucedido en lo que podríamos definir como una segunda etapa en los ataques contra la figura de Merino, ya fallecido éste, puesto que en realidad atacan lo que representa y porque el ataque proviene de autores no solamente conocidos, sino de indudable prestigio como Pío Baroja, o que además se precian de historiadores imparciales como Antonio Pirala, aunque rebajen algún punto su crítica y huyan de las burdas mentiras, imposibles de sostener, vertidas en los dos primeros textos reseñados, son más sutiles y poseen mayor calidad literaria y deslizan, entre breves palabras de reconocimiento toda una retahíla de calumnias e insultos, por eso su opinión es más nociva y la que ha contribuido a crear una imagen de Merino, totalmente falsa.
Pirala en Historia de la Guerra Civil y de los partidos Liberal y Carlista, además de los tópicos, que por tan difundidos han sido aceptados casi por todos, a pesar de su falsedad, sobre su falta de preparación, tosquedad y los motivos puramente de orgullo y venganza para lanzarse al combate, lanza, como de pasada, acusaciones tan graves como la de deserción, diciendo: “La quinta le hizo trocar el cayado por el fusil; pero se amoldaba mal su libertad campestre con la sujeción de la disciplina, y desertó, volviendo a su rebaño”, o la de inmoralidad, contando que: “Se le confirió el gobierno militar y la comandancia general de Burgos, donde empezó a mostrarse hostil a la Constitución; y a la par que era partidario de la Inquisición y de los frailes, pasaba sus ocios en una de las casas de los arrabales, a donde convidaba a sus amigos y a las correspondientes parejas de agraciadas jóvenes, entregándose todos a desenfrenadas orgías”.

Baroja en Aviraneta o la vida de un conspirador, pone en boca de su antepasado Eugenio de Aviraneta, del que dice que combatió a las órdenes de Merino, lo cual por cierto, es absolutamente falso, cosas como: “Aviraneta observó al guerrillero. Era Merino de facciones duras, de pelo negro y cerdoso, de piel muy atezada y velluda. = Fijándose en él era feo, y más que feo, poco simpático; los ojos vivos y brillantes, de animal salvaje, la nariz saliente y porruda, la boca de campesino, con las comisuras para abajo, una boca de maestro de escuela o de dómine tiránico. Llevaba sotabarba y algo de patillas de tono rojizo. = No miraba a la cara, sino siempre al suelo o de través. El que le contemplasen le molestaba”, o que a Aviraneta, “nunca le fue simpático, le encontraba soez, egoísta y brutal… Su manera de ser la constituía una mezcla de fanatismo, de barbarie, de ferocidad y de astucia”.

Tanto odio y solo por su fidelidad a unos ideales, ideales que Merino sostuvo en la guerra y en la paz, en el triunfo y en la derrota, y hasta la muerte. La figura de un cura tradicionalista y guerrillero, debía ser la personificación de los más detestados miedos de aquellos liberales.
Para finalizar, citaremos nuevamente a Rodríguez de Abajo, que estuvo a su lado en los últimos momentos de su vida:

“Une fois la semaine, dans les premiers temps, il se réunissait avec eux (ses compatriotes) à l’église pour y prier en commun dans la langue de son pays, et écouter la parole de Dieu prêchée par un compagnon d’exil. C’était encore une joie: des esprits peureux se trouvèrent qu’alarma la tolérance d’une autorité bienveillante au malheur: la prière fut supprimée”[20].

No por ello Merino dejó sus deberes sacerdotales. Cuenta también Rodríguez de Abajo, testigo de aquellos sucesos:

“Les oeuvres religieuses occupèrent une grande place dans ses dernières années. Chaque jour, il entendait la messe. Il suivait tous les offices, assistait à toutes les prières, communiait souvent, récitait son bréviaire et le chapelet; le soir, aun fond d’une église, dans le coin le plus sombre, il élevait son âme vers Dieu, le priait pour l’Espagne et le Roi. La sérenité de sa conscience était celle du juste qui a la paix du coeur. Nul souvenir des guerres passées ne la troblait: avec le guerrier prophète, il disait: Benedictus Dominus Deus meus qui docet manus meas ad proelium, et digitos meos ad bellum!... Beni soit le Seigneur mon Dieu qui instruit mes mains au combat, et mes doigts à la guerre!”[21].

Cuando llegó su momento final: “Don Mariano Picardso (creemos que es Pichardo), Don Pedro Pérez, tous deux anciens aumôniers de notre armée, et le curé de Saint-Pierre de Mont-Sort, sa paroisse, lui administrèrent la sainte communion et les derniers secours de la religion. Un mieux apparent se manifesta le 12 au matin. Nous mous réjouissions; c’était la dernière lueur. Il tourna ses yeux vers nous, dit les mots: Jésus, Maria, Jose! Et son agonie commença”[22].

No creemos que debamos decir más.
José Antonio Gallego

[1].- GAMBRA CIUDAD, Rafael: La primera guerra civil de España, 1821-1823. Historia y meditación de una lucha olvidada (prólogo de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón), Ed. Nueva Hispanidad, Buenos Aires-Santander, 2006. (p. 138)
[2].- FERRER DALMAU, Melchor; TEJERA QUESADA, Domingo, y ACEDO CASTILLA, José F.: Historia del Tradicionalismo Español, Ediciones Trajano, Editorial Tradicionalista, Editorial Católica Española (30 tomos), Sevilla y Madrid, 1941 a 1979.
[3].- COMELLAS GARCÍA-LLERA, José Luis: Los realistas en el Trienio Constitucional, 1820-1823 (presentación de Federico Suárez Verdeguer), Ed. Colección Histórica del Estudio General de Navarra, serie siglo XIX nº 1, Pamplona 1958.
[4].- GARRALDA ARIZCUN, José Fermín: Fundamentos doctrinales del Realismo y el Carlismo (1823-1840), en revista Aportes nº 9, Ed. Aportes XIX, Madrid, 1988 (p.30)
[5].- COMELLAS GARCÍA-LLERA, José Luis: Los realistas en el Trienio Constitucional…, obra citada, p. 77.
[6].- Lista, a la que sin embargo, inmediatamente se podría oponer otra interminable de carlistas que ya combatieron imbuidos de los mismos ideales en las guerras de la Independencia y de la Constitución. Estuvimos tentados de enumerar más dos centenares de nombres que nos fue facilísimo reunir, pero finalmente entendimos que con citar poco más de una cincuentena de los más destacados, sería suficiente para dejar claro que la veracidad de la hipótesis sustentada por el Tradicionalismo. Lista que podemos iniciar con Jerónimo Merino y al que debe seguir Tomás de Zumalacárregui, y luego hemos entendido que podíamos citar, mezclando hombres de diversa extracción social y procedencia geográfica a, Manuel Adame “el Locho”; Ignacio Alonso-Cuevillas; marqués de Bóveda de Limia; Manuel Carnicer; Feliciano Cuesta; Ramón Chambó; Isidro Díaz; Nazario de Eguía; Francisco Eraso; conde de España; Basilio Antonio García; Luis García-Puente; Pedro García de la Bárcena; Juan Goiri; Miguel Gómez; Vicente González Moreno; Juan Antonio Guergué; Bartolomé Guibelalde; duque de Granada de Ega; Pedro Fermín de Iriberri; Francisco Iturralde; José Jara; Miguel de Lacy; Santos Ladrón de Cegama; Pedro Legallois de Grimarest; Clemente Madrazo; Salvador Malavila; conde del Prado; Manuel Martínez de Velasco; José de Mazarrasa; Manuel Medina-Verdes; Isidoro Mir; José Miralles “el Serrador”; Pedro Fausto Miranda; Joaquín y Juan Montenegro; Gabriel del Moral; conde de Negri; Lucio Nieto; Ramón O’Callagahan; Bartolomé Porredón “el Ros de Eroles”; Joaquín Quilez; Pascual Real; Juan Romagosa; José Antonio Sacanell; Juan Manuel Sarasa; Agustín Tena; Benito Tristany; José Uranga; marqués de Valdespina; Santiago Villalobos; conde de Villemur; Francisco Vivanco; Fernando Zabala, y Juan Bernardo Zubiri.
[7].- Archivo Histórico Nacional. Junta Central Suprema Gubernativa del Reino. Estado, 41, C. En el documento trascrito, como en todos los de este trabajo, hemos actualizado tanto la grafía como lo ortografía para su mejor comprensión. Existen en el mismo Archivo y bajo la misma referencia, varios documentos de diversos eclesiásticos resaltando ese mismo sentido religioso-patriótico de la lucha. De todos ellos, resultan especialmente expresivos de este espíritu, los de don Juan Pablo Constans, canónigo colegial de la iglesia de Pons (Lérida), solicitando a la Junta Central permiso para predicar “la formación de un Ejército de Cruzada” en Cataluña.
[8].- Expediente de Jerónimo Merino, Archivo General Militar. Segovia.
[9].- CODÓN FERNÁNDEZ, José María: Biografía y crónica del Cura Merino, Imp. Aldecoa, Burgos, 1986 (p. 32)
[10].- RODRÍGUEZ DE ABAJO, Mariano: Notice biographique sur le curé Mérino, Chez F. Poisson, Imprimeur / Chez de Verenne, Éditeur, Caen / Paris, 1846, p. 9: “Entonces hubo una decepción inmensa y una inmensa cólera: entonces en todos los corazones hubo ardor unánime de venganza, una gloriosa fiebre de patriotismo, un irresistible fervor de nacionalismo. Ese pueblo traicionado no conoció más que un deseo, una necesidad: expulsar al extranjero, vivir o morir español. = El sentimiento religioso que se calentaba con los ardores de la persecución, se unió pronto al sentimiento nacional contra los franceses. El pueblo vio transformar sus conventos en cuarteles, perseguir a sus monjes, insultar a sus curas; escuchó resonar desde Roma a España el lamento del Santo Padre desposeído y cautivo como su Rey. Napoleón había violado ambas Majestades. La excomunión de la Iglesia consagró el odio popular contra el opresor de la patria y sus ejércitos”.
[11].- Expediente de Jerónimo Merino, Archivo General Militar. Segovia.
[12].- COMELLAS GARCÍA-LLERA, José Luis: Los realistas en el Trienio Constitucional…, obra citada, p. 77.
[13].- FERRER DALMAU, Melchor; TEJERA QUESADA, Domingo, y ACEDO CASTILLA, José F.: Historia del Tradicionalismo Español…, obra citada, vol. 1, tomo III, pp. 304 a 305.
[14].- FERRER DALMAU, Melchor; TEJERA QUESADA, Domingo, y ACEDO CASTILLA, José F.: Historia del Tradicionalismo Español…, obra citada, vol. 1, tomo III, p. 305.
[15].- FERRER DALMAU, Melchor; TEJERA QUESADA, Domingo, y ACEDO CASTILLA, José F.: Historia del Tradicionalismo Español…, obra citada, vol. 1, tomo III, pp. 306.
[16].- RODRÍGUEZ DE ABAJO, Mariano: Notice biographique sur le curé Mérino, obra citada, p. 1.:“Al mismo tiempo que la vida, la fuerte impronta del sentimiento religioso y monárquico que entonces poseía por completo el Reino Católico (la católica España)”.
[17].- HARDMAN, Fredérick: El Empecinado visto por un inglés (traducción y prólogo de Gregorio Marañón), colección Austral nº 360, Ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1964 (5ª edición)
[18].- HARDMAN, Frederick: El Empecinado visto por un inglés, obra citada.
[19].- LICHNOWSKY, Félix María von: Recuerdos de la Guerra Carlista, 1837-1839 (prólogo, traducción y notas de José Mª Azcona y Díaz de Rada), Ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1942.
[20].- RODRÍGUEZ DE ABAJO, Mariano: Notice biographique sur le curé Mérino, obra citada, p. 137: Una vez a la semana, al principio, se reunía con ellos (los compatriotas) en la iglesia para rezar juntos en la lengua de su país, y oír la palabra de Dios predicada por un compañero de exilio. Era una alegría: espíritus temerosos se alarmaron por la tolerancia de una autoridad benévola con su desdicha: la oración fue suprimida”
[21].- RODRÍGUEZ DE ABAJO, Mariano: Notice biographique sur le curé Mérino, obra citada, p. 139: “Las obras religiosas ocuparon un importante lugar en sus últimos años. Cada día, oía misa. Seguía todos los oficios, asistía a todos los rezos, comulgaba a menudo, recitaba su breviario y el rosario; por la tarde, al fondo de una iglesia, en el rincón más oscuro, elevaba su alma hacia Dios, le pedía por España y el Rey. La serenidad de su conciencia era la del justo que tiene el corazón en paz. Ningún recuerdo de las guerras pasadas le perturbaba: con el guerrero profeta, decía: ¡Benedictus Dominus Deus meus qui docet manus meas ad proelium, et digitos meos ad bellum!... Bendito sea el Señor mi Dios que instruye mis manos para el combate, y mis dedos para la guerra!
[22].- RODRÍGUEZ DE ABAJO, Mariano: Notice biographique sur le curé Mérino, obra citada, p. 139: “Don Mariano Pichardo, Don Pedro Pérez, antiguos capellanes de nuestro ejército, y el cura de San Pedro de Mont-Sort, su parroquia, le administraron la santa comunión y los últimos auxilios de la religión. Una mejoría aparente se produjo a las 12 de la mañana. Nosotros nos alegramos, era el último destello. Volvió sus ojos hacia nosotros, dijo: ¡Jesús, María, José! Y comenzó su agonía.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Afrancesados de ayer, europeístas de hoy

Monumento a Viçent Domenech, el Palleter, en las Torres de Quart, Valencia. Patriota valenciano que dió el primer grito contra la invasión europeísta y napoleónica en el Reino de Valencia.


La Comunión Tradicionalista en su secular oposición al europeísmo (los ejemplos más recientes la gran campaña nacional por el NO al tratado por el que se establecia una constitución para Europa) siempre ha señalado la continuidad entre los europeístas y los afrancesados. Así, fue Napoleón el primero que quiso establecer un proyecto de Europa políticamente unida bajo los principios revolucionarios que la gestaron, acabando con la identidad de los pueblos que componian la antigua Cristiandad. El proyecto europeizador de la segunda postguerra mundial tenia los mismos protagonistas franceses, cediendo timidamente pequeñas cotas de hegemonía bajo la coartada del "eje franco-alemán". Los fundamentos teóricos eran los mismos: crear una sociedad sin Dios en la que imperasen los principios racionalistas, ilustrados, economicistas; es decir, revolucionarios y liberales. Castizamente siempre entendió el fino sentido del pueblo español lo "europeo" como sinónimo de cambios contrarios a nuestra forma de ser secular. Lo que unido a la génesis histórica del concepto político de Europa como destrucción de la Cristiandad llevó muy pronto al Carlismo a identificar la magnitud de la amenaza. Además de las consideraciones religiosas la mera situación geoestratégica de Europa nunca puede ser integrar totalmente a las Españas, por más que obvias razones de índole geográfico (la mayor parte de las Españas no se encuentran en el continente euroasiatico) y cultural. Por último la planificación económica diseñada por las burocracias centralistas de Bruselas ha determinado la destrucción de nuestro tejido productivo, industrial y agrícola y la incapacidad de defender ciertos sectores como la pesca, así como el establecimiento de políticas contrarias a los trabajadores como la directiva Volkestein. Asimismo en el ámbito de la enseñanza la entrada en la UE ha sido un elemento esencial para imponer una visión anticristiana de la misma en las diversas programaciones estatales de la educación y mediante el proceso de Bolonia se está llevando a cabo un enorme proceso de precarización de la misma. Todo ello ha sido justificado por los gobiernos de turno en base a las ayudas condicionadas y temporales (ya desaparecidas) que tan mal han sido administradas y que para nada compensan el sacrificio sufrido por los sectores aludidos.

A dos siglos de la guerra de la Independencia el gobierno de ZP ha reivindicado el legado de los afrancesados. No es nada raro, siendo el socialista uno de los principales lobbies europeístas, sucesores de aquellos indignos españoles al servicio de ideales extranjeros. Desde Godoy y sus afrancesados los gobiernos débiles y antinacionales de España siempre han intentado buscar poderes extranjeros que los sustenten, en los poderes foráneos pretenden la consolidación de sus puestos y prebendas, a costa de nuestro pueblo. Y en ese afán son capaces de empeorar las condiciones una y otra vez. En el caso del actual gobierno su alianza de civilizaciones es perfectamente compatible con su frenesí europeísta ya que en su concepción anticristiana el Islam cabe perfectamente en el proyecto de construcción europeísta a través de la libertad religiosa y de cultos y de la integración de Turquía. El 20 de febrero de 2005 tras una brutal campaña institucional a la que se unió el PP (con lo que demuestran que sustancialmente nada diferencia a los dos partidos) pretendieron que el fracaso del referéndum -solo uno de cada cuatro españoles con derecho a voto optó por el sí- sobre el proyecto constitucional europeo fuese un impulso al mismo. Después de decaer el proyecto constitucional el gobierno socialista ha sido uno de los principales promotores del Tratado de Lisboa, que supone de facto la aprobación de la Constitución Europea, excepto en aspectos formales que agravan aún más la falta de protagonismo de España, pero sin referéndum previo. Curioso talante democrático. El Tratado de Lisboa concede a la Unión Europea personalidad jurídica (antes solo lo tenian las diversas Comunidades) con lo que se fortalece el centralismo bruxeliense y las macroestructuras de poder; consagra el laicismo a través de la masónica "carta de los derechos fundamentales de la Unión Europea"; fortalece la política exterior de la UE con lo que en contenciosos como el de Malvinas necesariamente España toma parte por los enemigos de la Hispanidad; en consonancia con su espíritu liberal establece el despido libre y la precarización de las condiciones de trabajo, etc... Además por el ya aludido recurso a poderes extranjeros al que desde los afrancesados recurren los gobiernos carentes de legitimidad España ha perdido peso y poder específico en todas las instituciones comunitarias al concluir negociaciones de modo precipitado, renunciando a cualquier atisbo de dignidad nacional en pos de la aprobación inmediata del Tratado y no ha ejercitado ninguna cláusula de salvaguardia por la que podria no integrar algunas partes del derecho comunitario en defensa de los intereses nacionales.
Los carlistas por contra reivindicamos a los patriotas que se levantaron contra el invasor napoleónico y europeísta. Hace un siglo SMC Carlos VII dispuso que los tradicionalistas reivindicasemos el sentido neto del alzamiento popular contra Napoleón, salvando el honor del recuerdo de los patriotas antinapoleónicos con la publicación de estudios que reivindicaban la gesta y la celebración de grandes aplecs, como el de Manresa. Un siglo después continuamos en esa empresa de recuerdo y denunciamos y combatimos a pesar de la precariedad de nuestros medios actuales los efectos perniciosos que la europeización ha tenido sobre España.

Hay que hacer un esfuerzo para depurar el lenguaje de trampas semánticas y volver al sentido tradicional de los términos, con su carga simbólica y afectiva además de doctrinal. Europa no es un mero concepto geográfico sino ante todo una construcción sociológica, cultural y política que en España siempre fue sinónimo de costumbres y modos opuestos a los autóctonos. Y denunciar que los que se jactan de ser herederos de los afrancesados por la vía del europeísmo continúan la nefasta obra de los que hace 200 años colaboraron con los invasores. Contra la europeización anticristiana la Hispanidad Mariana.


Adenda:

33 España contra Europa
La cristiandad agonizante, en efecto, encontró por gracia de Dios un paladín frente a la Europa creciente entre 1517 y 1648 en las Españas. Era un puñado de pueblos, capitaneados por Castilla, como soldados del orden de ideas de la cristiandad mayor, y constituidos en una cierta cristiandad menor y de reserva, retaguardia fronteriza, arisca e indomable.
Eran pueblos varios dispersos, extraordinariamente diversos y esparcidos, mas unidos férreamente en dos solas cosas: la lealtad en el servicio al mismo rey, y la misión al servicio del mismo Dios. Difícil es enumerarlos. Baste recordar algunos ejemplos. Los cuatro reinos andaluces aportaron el caudal milenario de sus individualidades portentosamente adaptables a todo lo accidental. Las tribus vascas del Pirineo regalaron a la empresa su sentido de la pequeña comunidad. El solar de los pueblos astures, celtas y leoneses aportaron su vieja herencia goda y su fabulosa vocación organizativa de imperio, pasión de unidades demostrada por la egregia cabeza del máximo pensador portugués Jerónimo OSORIO. Aragón, cuna altísima de las libertades políticas, acopió su sentido práctico para la organización económica y jurídica de tradición romana. Nápoles y Sicilia acudieron con los más agudos pensadores que las Españas han tenido. Cerdeña se ganó con justeza los títulos de la lealtad más esclarecida entre todos los pueblos españoles. El Franco-Condado supo ser la trinchera avanzada donde alientan los españoles más españoles de que haya recuerdo...
En el siglo XVI, merced al entrenamiento ocho veces secular de la reconquista, estos pueblos fueron el bastión de la cristiandad frente a la Europa enemiga, y los solos en encontrarse diestros para la excelsa empresa de mantener la tradición cristiana.

34 Los que no somos europeos
Aquellos pueblos son nuestros pueblos. Por eso dimos el ejemplo de que por las aulas de Trento o por las cátedras de Salamanca, por las llanuras lombardas o por los pantanos flamencos, por las tierras nuevamente planeta ignorados casi por los geógrafos, hombres de varias lenguas, razas y talantes, teólogos o rudos, sabios o violentos, fuimos soldados de Cristo. Por humanos, capaces de caer en los pecados de la debilidad. Por hispanos, incapaces de pecar contra el primero de los mandamientos de la ley de Dios. Por ambas cosas, autores e intérpretes de una de las más grandes gestas de que guarda recuerdo la memoria de los hombres.
Cerrando filas, combatieron los españoles contra la Europa laicista que venía, en defensa de la cristiandad que agonizaba. Con una fe que movió montañas, luchamos en defensa de una ordenación social basada en libertades concretas. Porque no luchamos a tontas y a locas, sino dando testimonio sangriento del compromiso temporal que comportaba, como programa político, nuestra fe:
"Nosotros tuvimos un programa político con validez para el mundo entero. Nosotros, los que no somos europeos, los que vivimos aislados detrás de los Pirineos. Y no solamente lo tuvimos, sino que hicimos más: lo sostuvimos. Queríamos un mundo cuyas relaciones internacionales estuvieran asentadas, no sobre los débiles pactos surgidos de la convivencia del momento, de los atropellos unilaterales de los poderosos, sino que las bases del orden internacional se
cavaran en la idea de la universitas christiana"


¿QUE ES EL CARLISMO? (1971)
Edición cuidada por Francisco Elías de Tejada y Spínola, Rafael Gambra Ciudad y Francisco Puy Muñoz
Centro de Estudios Históricos y Políticos "General Zumalacárregui"
Escélicer, Madrid, 1971