El Estado del despilfarro necesita dinero. Y lo roba a los españoles. Necesita dinero para sus campañas a favor de la píldora abortiva, para la financiación de la memoria histórica, para retirar los crucifijos de las escuelas y lugares públicos, para regalarlo (¿evasión de capitales?) a las asociaciones de homosexuales de Zimbawe y en general para todo el cúmulo de disparatadas políticas públicas intervencionistas y entrometidas, multiplicando cargos públicos y nombramientos a dedo para introducir su pseudomoral progre en cualquier ámbito de nuestras vidas. Imponiendo la revolución cultural mediante la sustracción del dinero de los españoles. Manteniendo todas las innecesarias instituciones que van desde la jefatura del Estado al último enchufado de la última subdirección general. Multiplicando artificiosamente la carga burocrática a través de las concurrencia competencial entre diversas administraciones (europeas, estatales y autonómicas) que eternizan los trámites y que en muchas ocasiones, sobre todo en el ámbito autonómico no sirven absolutamente para nada pues no son más que las meras justificaciones de los falsos hechos diferenciales consagrados en los estatutos de autonomía para dividir a los españoles. Curiosamente los únicos ámbitos que dejan desguarnecidos son los que con mayor naturalidad debe cubrir el poder público, como la defensa con la práctica desmantelación de nuestras Fuerzas Armadas. También la diplomacia, pues han ocasionado que España carezca de cualquier atisbo de política exterior efectiva y es simple correa de transmisión de las estrategias mundialistas con compadreos neomarxistas. Del orden público más de lo mismo, con la inseguridad adueñandose de las calles.
Ahora anuncian un nuevo robo que afectará a los más pobres y a las familias, sobre las que recae el grueso del consumo. La crisis económica en que nos encontramos ha sido provocada por una especulación financiera alentada desde los poderes públicos como coartada justificadora de grandes índices de crecimiento macroeconómico pero sin justicia social. En última instancia ha tenido que ser nuevamente el Estado el que salvase a la banca de su caída, mediante el sacrificio fiscal de los españoles, como si no tuviesemos suficiente con su usura y cláusulas abusivas. En esta crisis, para mantener el actual índice de despilfarro y de gasto estúpido la ignorante ministro de cuota de Economía ha optado por el mecanismo más sangrante: la subida general de impuestos. Además gravando especialmente el consumo al margen de la capacidad económica, con lo que las rentas del trabajo serán las más afectadas. Pero el efecto será opuesto al buscado (cubrir 80.000 millones de euros del déficit del Estado), y hasta el más lerdo lo entiende: a más impuestos sobre el consumo menor consumo, y más ahora en una sociedad ultrahipotecada. Lo que provocará más cierres de empresas y más paro, con lo que el déficit seguirá aumentando. Sin embargo en mucho habrá avanzado ya la obra de destrucción y manipulación de este nefasto (des)gobierno.
Ahora anuncian un nuevo robo que afectará a los más pobres y a las familias, sobre las que recae el grueso del consumo. La crisis económica en que nos encontramos ha sido provocada por una especulación financiera alentada desde los poderes públicos como coartada justificadora de grandes índices de crecimiento macroeconómico pero sin justicia social. En última instancia ha tenido que ser nuevamente el Estado el que salvase a la banca de su caída, mediante el sacrificio fiscal de los españoles, como si no tuviesemos suficiente con su usura y cláusulas abusivas. En esta crisis, para mantener el actual índice de despilfarro y de gasto estúpido la ignorante ministro de cuota de Economía ha optado por el mecanismo más sangrante: la subida general de impuestos. Además gravando especialmente el consumo al margen de la capacidad económica, con lo que las rentas del trabajo serán las más afectadas. Pero el efecto será opuesto al buscado (cubrir 80.000 millones de euros del déficit del Estado), y hasta el más lerdo lo entiende: a más impuestos sobre el consumo menor consumo, y más ahora en una sociedad ultrahipotecada. Lo que provocará más cierres de empresas y más paro, con lo que el déficit seguirá aumentando. Sin embargo en mucho habrá avanzado ya la obra de destrucción y manipulación de este nefasto (des)gobierno.
Frente al inmenso e inmoral latrocinio del "Estado Servil" que anunciase Belloc, en el que el capitalismo especulador se une a un poder público derrochador e improductivo (para imponer además --lo que lo hace aún más inmoral-- una visión de la realidad ideológica, totalitaria y distorsionada) restauremos el orden social católico. Restituyamos a la sociedad lo robado por el Estado burocrático y derrochador. Restauremos el gobierno legítimo que asegure el Bien Común y la Justicia.