La devoción al Sagrado Corazón de Jesús está vinculada a la construcción de un Orden Natural y Cristiano de la sociedad. Cuando éste se hizo realidad completa en el tiempo y en el espacio, se llamó la Cristiandad. Después, esa palabra, cristiandad, se ha seguido empleando para designar los intentos fragmentarios, muchas veces fallidos, pero siempre al acecho, de reconstruir la Cristiandad grande, por antonomasia. También se suele llamar a ese Orden y a la Cristiandad, con gran aceptación popular, la Contrarrevolución, por su oposición a la Revolución global, también por antonomasia. La Revolución es el proyecto, a veces temporalmente realizado, de un orden social sin o contra Dios.
No es bueno hablar de Contrarrevolución, como tanto se hace, porque es conceder a la Revolución la categoría de punto de referencia, que no merece, y a su oponente, esa Contrarrevolución, un carácter negativo y defensivo que, siendo buenísimo, tiene menos rango que la construcción de un orden Cristiano independiente de toda referencia y con entidad propia.
El Orden natural y Cristiano de la sociedad fue subvertido por la Revolución Francesa. No estaba libre de graves culpas, entre otras, el absolutismo. Pero para su restauración posterior a su derrocamiento se le presenta más purificado y cristiano que cuando era llamado el Antiguo Régimen, el anterior a la Revolución Francesa. Los católicos franceses que se movilizaron militarmente contra la Revolución Francesa adoptaron desde el primer momento la devoción al Sagrado Corazón como forma concreta de su religiosidad. Fue en la guerra de La Vendée donde nació la asociación de la devoción al Sagrado Corazón y la contrarrevolución.
En el siglo XIX las guerras carlistas fueron la reacción de la España católica contra las ideas de la Revolución Francesa y la devoción al Sagrado Corazón fue cultivada intensamente, con mayor notoriedad en el campo carlista. En todos los Círculos Carlistas ha estado siempre entronizada la imagen del Sagrado Corazón. El Glorioso Alzamiento Nacional del 18 de Julio de 1936 se hizo contra la Segunda República, que encarnaba todas las impiedades de la Revolución Francesa. Miles de jóvenes católicos voluntarios llevaron sobre sus uniformes militares unos pequeños trocitos de fieltro con la imagen del Sagrado Corazón estampada y la leyenda,
“Detente, bala, porque el Sagrado
Corazón está conmigo.-Reinaré en España”.
Corazón está conmigo.-Reinaré en España”.
Aquellos “detentes” se hicieron famosos en el mundo entero y su número y ocasión sellan, una vez más, la alianza entre la devoción al Sagrado Corazón y la reconquista de un orden natural y cristiano opuesto a Revolución.
CONTRAPRUEBA.- En nuestros días ha aparecido una situación que confirma, desde un planteamiento inverso, la tesis de la alianza expuesta. La descristianización que ha sufrido España después del Vaticano II, la apostasía de la Constitución de 1978, y la instauración de la democracia, coinciden palpablemente con un abandono igualmente visible de la devoción al Sagrado Corazón. La Compañía de Jesús, que había recibido el encargo, “munus suavissimum” de fomentar la devoción al Sagrado Corazón, se ha desnaturalizado, ha visto clareadas sus filas, y apenas cultiva ya alguna rutina residual de dicha devoción. ¿Mera coincidencia?
P. ECHÁNIZ
Siempre P´alante, nº 587, 1 de junio de 2008.
[En la Fundación San Pío X el sábadp 14 de junio a las 21:00 horas Julio Melones Espolio pronunciará una conferencia bajo el título "Reinaré en España". En el 275º aniversario de las apariciones del Sagrado Corazón de Jesús al Padre Bernardo de Hoyos.
Dirección: C/. Catalina Suárez 16 (junto nº 85 Avda. Ciudad de Barcelona). Metro Pacífico, salida Dr. Esquerdo, impares. Autobuses 8, 10, 24, 37, 54, 56, 57, 136, 140 y 141.]
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