San Vicente Ferrer en el Compromiso de Caspe
La argumentación es innovadora, porque ERC se ha caracterizado por un acendrado espíritu centralista, aunque a la catalana. Pese a la fortaleza del derecho foral catalán apenas han apelado al mismo, ni siquiera como mito movilizador tal cual en ocasiones ha hecho el nacionalismo vasco. En cualquier caso, como en casi todo lo que expresa ese partido, hay altas dosis de demagogia y superficialidad, aunque bien aderezados por la confusión reinante en torno al modelo de financiación de algunos territorios españoles y en general el caos ocasionado por el sistema de financiación autonómica. Empecemos por decir que las haciendas forales poco tienen que ver con los modernos regímenes fiscales confiscatorios, que es lo que pretende ERC, partido socialistizante y totalitario. El problema principal es que la partitocracia desvirtúa el modelo foral, pues ideologiza el gasto público, por lo que no se podría hablar en sentido estricto de modelo económico foral en el actual sistema político.
Sin embargo y aún con esta cautela los restos del antiguo modelo foral lejos de ser un privilegio representa, aún con las contradicciones y carencias actuales, un ejemplo de equidad y responsabilidad en cuanto al gasto público mucho mayor que el despilfarro de la mayoría de las autonomías, que endeudadas por encima de su capacidad acaban generando desequilibrios severos. La aplicación estricta del régimen foral impediría en realidad estos despropósitos. Un ejemplo claro es el caso de Navarra que paga el 1,6 por ciento del PIB cuando representa el 1,4 de la población española, con lo que hace válido el principio de solidaridad de forma más efectiva que cualquier autonomía gobernada por los socialistas.
No obstante con esta propuesta lo que ERC pretende es avanzar en la consolidación de su proyecto separatista y nacionalista, que para que sea viable inevitablemente pasa por el Reinos de Valencia y de Mallorca. La machacona argumentación en torno a la mentira de las balanzas y los déficits fiscales es una tremenda mentira que pretende asegurar la posición del capital catalán mientras mantiene importantes inversiones estatales y el colchón de la hacienda estatal para responder en última instancia de posibles déficits. La restauración del régimen foral requiere gobiernos responsables, no ideologizados, no derrocharores y no confiscadores. Requiere la vigencia del principio de subsidiariedad, de una sociedad viva y una verdadera soberanía social en la que el gasto público sirviese solo para corregir posibles desequilibrios sin ejercer una política arrogante y asfixiante de la iniciativa social. Entonces si seria posible y muy necesaria una hacienda foral para el Principado de Cataluña y otra para el Reino de Valencia. Pero jamás una macroagencia tributaria y confiscatoria del soviet pancatalanista. Que es lo que bajo eufemismos foralistas pretende el consejero Huguet mientras su socio de gobierno anula desde Madrid una recuperación del derecho foral valenciano apelando a los decretos de nueva planta.
La última ocurrencia en relación al derecho foral ha venido, ni más ni menos, que de ERC a través de un artículo publicado en el diario El País por Josep Huguet, miembro del consejo ejecutivo de dicho partido y consejero de Innovación, Universidades y Empresas (ya no saben como justificar sus puestos) de la Generalitat de Cataluña. El consejero reclamaba un "modelo de financiación foral para los Países Catalanes", aunque señala que con el actual desarrollo estatutario no es posible un régimen de concierto o convenio económico como el que se da con Navarra o los territorios históricos de las Provincias Vascongadas.
La argumentación es innovadora, porque ERC se ha caracterizado por un acendrado espíritu centralista, aunque a la catalana. Pese a la fortaleza del derecho foral catalán apenas han apelado al mismo, ni siquiera como mito movilizador tal cual en ocasiones ha hecho el nacionalismo vasco. En cualquier caso, como en casi todo lo que expresa ese partido, hay altas dosis de demagogia y superficialidad, aunque bien aderezados por la confusión reinante en torno al modelo de financiación de algunos territorios españoles y en general el caos ocasionado por el sistema de financiación autonómica. Empecemos por decir que las haciendas forales poco tienen que ver con los modernos regímenes fiscales confiscatorios, que es lo que pretende ERC, partido socialistizante y totalitario. El problema principal es que la partitocracia desvirtúa el modelo foral, pues ideologiza el gasto público, por lo que no se podría hablar en sentido estricto de modelo económico foral en el actual sistema político.
Sin embargo y aún con esta cautela los restos del antiguo modelo foral lejos de ser un privilegio representa, aún con las contradicciones y carencias actuales, un ejemplo de equidad y responsabilidad en cuanto al gasto público mucho mayor que el despilfarro de la mayoría de las autonomías, que endeudadas por encima de su capacidad acaban generando desequilibrios severos. La aplicación estricta del régimen foral impediría en realidad estos despropósitos. Un ejemplo claro es el caso de Navarra que paga el 1,6 por ciento del PIB cuando representa el 1,4 de la población española, con lo que hace válido el principio de solidaridad de forma más efectiva que cualquier autonomía gobernada por los socialistas.
No obstante con esta propuesta lo que ERC pretende es avanzar en la consolidación de su proyecto separatista y nacionalista, que para que sea viable inevitablemente pasa por el Reinos de Valencia y de Mallorca. La machacona argumentación en torno a la mentira de las balanzas y los déficits fiscales es una tremenda mentira que pretende asegurar la posición del capital catalán mientras mantiene importantes inversiones estatales y el colchón de la hacienda estatal para responder en última instancia de posibles déficits. La restauración del régimen foral requiere gobiernos responsables, no ideologizados, no derrocharores y no confiscadores. Requiere la vigencia del principio de subsidiariedad, de una sociedad viva y una verdadera soberanía social en la que el gasto público sirviese solo para corregir posibles desequilibrios sin ejercer una política arrogante y asfixiante de la iniciativa social. Entonces si seria posible y muy necesaria una hacienda foral para el Principado de Cataluña y otra para el Reino de Valencia. Pero jamás una macroagencia tributaria y confiscatoria del soviet pancatalanista. Que es lo que bajo eufemismos foralistas pretende el consejero Huguet mientras su socio de gobierno anula desde Madrid una recuperación del derecho foral valenciano apelando a los decretos de nueva planta.
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