miércoles, 21 de octubre de 2009

El liberalismo contra los pueblos. Del navarrismo al necionalismo.


Nos hemos ocupado reiteradas veces de la situación política del Reino de Navarra, tanto porque nos han llegado las oportunas colaboraciones como porque la singularidad de su régimen político, sin ser plenamente foral, aún custodia algunas singularidades del derecho tradicional que hacen que su alteración preocupe a todos los que luchamos por las Españas. Hemos tratado de la traición de UPN a los principios que dicen inspirarla, la defensa de Navarra, y que son la base del sustrato sociológico mayoritario en el Viejo Reyno. En estas continuas ceremonias de confusión el cercano quinto centenario de la victoria de los beamonteses está dando lugar a las más disparatadas dialécticas, como ya pasó hace un siglo. En aquel entonces fue el carlista Víctor Pradera Larumbe, el encargado de enmendar la confusión. En la actualidad además ha irrumpido un elemento nuevo: el nacionalismo sabiniano, especialmente en su versión marxista, posee más fuerza que hace un siglo. Y curiosamente, los que se supone que deben defender Navarra se han aliado en muchas ocasiones con los mayores enemigos de la existencia de Navarra para conmemorar dicho centenario. Así nos encontramos el apoyo institucional a la iniciativa batasunera 1512 Nafarroa bizirik en la que concejales de UPN,, CDN y PSN se han sumado a un demencial manifiesto elaborado en los ayuntamientos de pueblos de las Vascongadas gobernados por ANV y EA. Asimismo esta dialéctica también se ha hecho presente en la exposición titulado De Reyno a Comunidad Foral organizada en el Archivo de Navarra en lo referente a los hechos de 1512, aparte de la total omisión de las guerras carlistas y de la Cruzada, Precisamente UPN es uno de los principales enemigos de la Cruzada con la devastación, acompañada de no pocas complicidades eclesiales, de todo símbolo de la misma.

UPN ha claudicado y ha modificado el foralismo por un mero autonomismo estatutario protonacionalista. Así se diseñó esa calamidad constitucionalista del Estado de las Autonomias, en una carrera por la depredación cainita y el invento de hechos diferenciales. Navarra hoy en día ha sido conducida a ser un actor más de este espectáculo, haciéndola virar los políticos insensatos entre el panvasquismo y el antivasquismo, todo por un premeditado desapego de su genuina identidad histórica.

Navarra que llaman “corazón de España”, la antigua Vasconia o tierra de vascones, montañeses de tenaz apego a su independencia. Tierra de hayedos, pinabetes, rocas que vieron pasar muchedumbres de peregrinos que venían a visitar el cuerpo de Santiago. Gargantas de Roncesvalles por las que pasó Carlomagno, los Doce Pares y las huestes lúcidas. Dicen que el valí de Zaragoza, Suleiman Ibn Alarabí, le había llamado para pelear contra el emir de Córdoba y que luego se arrepintió, ello es que Carlomagno ni entró en Zaragoza ni venció a los moros; lo que hizo fue desmantelar los muros de Pamplona. Entró con sus bizarras huestes en son de conquista. Si solo hubiera tenido intento de pelear contra los moros, los vascones de estas tierras, cristianos todos ellos, le hubieran ayudado, pero vieron en él un enemigo a su independencia. Rodrigo Jiménez de Rada, dijo en su día, que Roncesvalles fue una victoria nacional de todos los pueblos de España, que eran acaudillados por el rey de León. Canta el romancero popular a Bernardo del Carpio como adalid de la independencia hispana, que no sufre la intromisión del emperador ni de gentes extrañas en los asuntos de nuestra patria, y tal es, de hecho, el espíritu de aquella batalla.


Sus montañas no fueron holladas por los moros, sus defensores fueron echándolos con tenacidad, de modo que a finales del S.VIII el territorio de Pamplona y la montaña, estaban regidos por señores independientes, bravos guerreros, hermanos todos, que fundaron un reino y un condado, el de Aragón. Nunca ha sido pues la antigua Vasconia, ajena a la historia de sus hermanos peninsulares. Condes de su misma sangre rigieron los destinos de la Jacetania y de Sobrarbe.

Como bien desarrolló Armando Besga, en un mundo rural, como el del primer milenio, el reino de Pamplona nació en una ciudad, esto es, nació en lo distinto: en lo heredado de Roma. Era ya en tiempos inmediatos a la invasión musulmana, una ciudad visigoda situada en la frontera con los vascones; fue la ciudad hispanocristiana que más veces se rebeló contra los musulmanes en el siglo VIII, lo cual indica la existencia de una alianza de los antiguos enemigos (Pamplona y vascones) frente a un enemigo común: el Islam. Esa alianza tuvo un carácter decisivo en la larga y compleja gestación del Reino hispano de Pamplona.

Por tanto, los orígenes hispanogodos del reino están y siempre estuvieron documentados: todo lo relativo al Derecho pamplonés y navarro se relaciona con la tradición romano-visigótica, los códices neogóticos encargados por miembros de la dinastía jimenda, utilización de la cursiva visigótica, etc…etc…etc…que para nada la hacía extraña a otras tierras hermanas como Asturias o Aragón, sino que mas bien, seguía su misma evolución.

Sancho III el Mayor, el gran monarca pamplonés, el “Rex Hispaniarum”, fue el artífice del nacimiento de los dos reinos que iban a ser llamados a cumplir el gran destino que la Providencia tenía reservado a la patria: por un lado Castilla, en la figura de Fernando el Magno (conde y padre del reino de Castilla en la figura de su hijo Sancho II) de sangre vascona como bien escribió Vizcarra Arana, y por otro lado, Aragón, en la figura de Ramiro su primer monarca y de sangre vascona como su padre y hermano. Castilla evangelizó América, Aragón con sus naves, conquistó el Mediterráneo.

Esa fue la cosmovisión no solo del Mayor, sino de sus descendientes. De un conjunto de tribus pirenaicas se pasó a un gran reino que extendía su influencia desde tierras gallegas a catalanas. De las montañas, se había bajado a tierra llana y la expansión hacia el sur (que luego quedó ahogada por los reinos que ella misma había fundado) se hizo inevitable y deseada, recayendo en Nájera su capitalidad. El hermoso romance navarroaragonés, se asentaba y la historia del antiguo Reyno corría pareja a la de sus hermanos peninsulares, con los que luchó codo a codo, pues todos compartían ya desde siglos la misma empresa, en las Navas de Tolosa la gran batalla, si no decisiva, de la Cristiandad en Occidente.

Fue el mismo Sancho VII el Fuerte, héroe y veterano ya de las Navas, quién firmó con Jaime I de Aragón un tratado de prohijamiento o adopción, por el que se instituían ambos dos, herederos de sus respectivos reinos; tratado que no llegó a cumplirse pero que dio muestra de la poca visión individualista, pero gran visión hispana que tenía el Fuerte. Por desgracia, en este caso, el pueblo navarro es celoso de su independencia y libertades y buena parte de él no vió con buenos ojos que su reino cayera en manos del rey conquistador, quizá recordando la amarga experiencia que quedó cuando el gran Alfonso el Batallador de Aragón y de Pamplona, lego sus reinos a las órdenes militares. A partir de ahí, Navarra se convirtió a su pesar, en patio de atrás de las dinastías francesas, salvo pocas excepciones como la de Carlos III el Noble, hasta que fue recuperada legítimamente por Fernando el Católico: Tanto su esfuerzo como el de su esposa, la gran Isabel la Católica, estaba en ensanchar su imperio por el ámbito geográfico que la naturaleza parecía haberles señalado. La Hispania romana y visigótica no podía ni debía estar mutilada por ninguna de sus partes y en ello centraron sus esfuerzos.

Proyectaron varios enlaces entre príncipes de Navarra y de Castilla, planes siempre frustrados desde el lado francés. Se intentó atraer a Juan y Catalina de Albret y apartarlos de la influencia francesa, protegiéndolos de las pretensiones de Juan de Foix, señor de Narbona, que pretendía arrebatarles la Corona. El propio Luis XII apoyaba a su sobrino Gastón de Foix con pretensiones al trono navarro, pero al fallecer éste en batalla, cambiaron las cosas. El interesado rey cismático de Francia se atrajo a Navarra de nuevo a su órbita y combatió al Papa Julio II por los territorios del norte de Italia, cosa que provocó su excomunión y la de sus aliados navarros y dio luz verde a Fernando, aliado de Roma, para recuperar, que no conquistar, el antiguo Reino. A partir de ahí Navarra se incorporó a Castilla, conservando sus fueros y libertades.

Dio Navarra grandes hombres que sintieron la causa de España como propia: ahí estaba Antonio de Leiva (1480-1536) que sucedió al Gran Capitán al mando de las tropas españolas en Italia; Rodrigo de Narváez; Pedro Vereterra, roncalés, célebre en las guerras de Italia; Pedro de Ursúa, baztanés y fundador de Tudela y Pamplona en Nueva Granada y explorador del Dorado y Omagua con 500 españoles; Francisco Espoz y Mina, azote de franceses en la Guerra de Independencia.

Dio grandes cronistas medievales como Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo; Martín de Azpilicueta, maestro en materias morales; buenos médico como Juan Huarte; Fray Diego de Estella, notable escritor místico. Nacido en Tudela, Miguel Server gran médico y heterodoxo, quemado en Ginebra por el protestante Calvino; Don Juan de Palafox; San Francisco Javier, apóstol que él solo vale por 1000; Hilarió Eslava, maestro y compositor de música religiosa; Julián Gayarre, de voz maravillosa e ideas políticas detestables; Santiago Ramón y Cajal el más célebre premio Nobel español oriundo del enclave navarro en tierra aragonesa Petilla de Aragón, Pablo de Sarasate, el gran violinista; el autor de grandes zarzuelas, Emilio Arrieta y tantos y tantos otros que han engrandecido la tierra navarra y han dado nombre a España.
Reke Ride

martes, 20 de octubre de 2009

“De la vida y de la muerte”


Seréis como dioses, mágica consigna de la serpiente que invita y tienta a tomarse atribuciones del Creador y que, usada políticamente, sirve a conseguir la degradación moral y el embrutecimiento que ciertos regímenes necesitan para conseguir con ello el poder que, bajo la etiqueta de democracia, es en realidad el más grande destructor de la sociedad y de la familia. Embrutecimiento que pasa por la promiscuidad y por el todo vale.

Seréis como dioses
, invita a tomar a cargo propio la Vida y la Muerte; a decidir sobre realidades que quedan totalmente fuera de la decisión de la persona humana acerca de su origen y de su destino transcendente, y desde luego, sobre el don de la Vida.

Ahora me viene al pensamiento una homilía pronunciada meses atrás por el capellán de mis queridas amigas Carmelitas Descalzas: El Pater nos hablaba de sus tiempos en Misiones cuando cayó enfermo uno de sus colegas. Solía visitarlo a diario en el hospital en que se hallaba ingresado, a eso de mediodía. Uno de esos días, al concluir su visita, oyó el profundo, cadencioso, doloroso toque de difuntos. Y así el día siguiente, y el otro... Extrañado se dirigió al capellán del hospital para preguntarle si no era mucha casualidad que todos los días, a las tres en punto de la tarde, las campanas doblaran a duelo, a lo que el buen sacerdote respondió lacónicamente: “A esta hora es cuando se practican los abortos en este hospital”.

La realidad es que la muerte está tanto en esos personajes políticos que instrumentan estas ideas como en los que simplemente consienten; está en esas mujeres indignas que defienden el asesinato más vil y sucio que conocerse pueda: el de seres indefensos, el de criaturas de Dios que no pueden reclamar su derecho a la vida porque se lo arrebatan en medio de sus consignas sacrílegas.

La eutanasia y el aborto: el pecado original en vivo y en nuestros días. El creerse como Dios ya que pueden decidir cuando y a quien dar muerte. La muerte está en sus almas, instalada en sus durísimos corazones de piedra, enredada en sus acciones y en sus pensamientos.

Desprecian la Vida, regalo de Dios, y confunden lo que significa el libre albedrío que Dios otorgó a sus criaturas. Creen que escaparán a la Ley de Dios: ¿dónde se esconderán de su mirada? Tan entorpecida, vil y ensoberbecida está su conciencia que no les permite comprender que ellos mismos están realizando su condenación.
Que ellos mismos...

“...sean como babosa que se deslíe al andar,
como aborto que no llega a ver el sol.” (Sal 57, 9).

Más les valdría reflexionar en lo que, muy a propósito, dice el capítulo 17 del Libro de Sabiduría.

Y para quien tenga la tentación de tratarme de intolerante, allá va este brindis:

“La vida se ha convertido en una palabra clave de nuestro tiempo frente a las amenazas de una “civilización” de la muerte... La verdad, en cambio, no forma parte de las ideas preferidas de esta época; se suele asociar con la intolerancia, y es considerada más como amenaza que como promesa. Pero justamente por eso es tan importante que preguntemos por ella y nos dejemos interrogar por ella a la luz de Cristo.” Joseph, Cardenal Ratzinger, Un canto nuevo para el Señor, Salamanca 2005, 23.


P. de Beira

lunes, 12 de octubre de 2009

Objeción de conciencia y doctrina política católica


Roma, 9 octubre 2009, festividad de los Santos Juan Leonardi, confesor y fundador; Dionisio, Rústico y Eleuterio, mártires; Luis Beltrán, confesor.

Con ocasión del próximo Congreso Internacional «Estado y conciencia» de la Unión Internacional de Juristas Católicos que se celebrará en Madrid (D.m.) los próximos días 12 y 13 de noviembre, Patricia Navas ha entrevistado al profesor Miguel Ayuso Torres, para la agencia ZENIT:

Acompañar objeción de conciencia con doctrina política católica, pide jurista

Entrevista a uno de los organizadores del congreso «Estado y conciencia»

MADRID, viernes 9 de octubre de 2009 (ZENIT.org).- «La verdadera resistencia ante las injerencias de parte del Estado debe venir acompañada de la auténtica afirmación de la doctrina política católica». Lo señala el profesor de Ciencia Política y Derecho Constitucional Miguel Ayuso en la siguiente entrevista concedida a ZENIT. Ayuso forma parte del comité del congreso de la Unión Internacional de Juristas Católicos que se celebrará en Madrid el 12 y 13 de noviembre sobre el tema «Estado y Conciencia». Entre las diversas personalidades que participarán en el Congreso se encuentran el cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, y el arzobispo Raymond L. Burke, prefecto del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica.

– ¿Actualmente están los Estados tomando terreno en el ámbito propio de la conciencia?

Miguel Ayuso: Es cierto que nuestros días puede hacerse más evidente la potencial conflictividad de la relación entre el Estado y la conciencia. Hay que tener presente que el Estado moderno nació basado en la afirmación de la libertad de conciencia, que ha conducido finalmente a constituir al poder político como fuente única de moralidad.

– ¿Podría poner algunos ejemplos?

Miguel Ayuso: Esto se ve con claridad en la vida interna de los Estados y en la de las organizaciones internacionales. Así, los criterios con que se pretende evitar el contagio del SIDA o regular la natalidad presuponen la exclusión de cualquier normatividad moral de origen religioso. Al mismo tiempo, el Estado separado de la Iglesia también tiende a negar la presencia de la fe en la educación o en la vida social. He ahí el dinamismo por el que el liberalismo descristianiza, como se hace patente en un mundo en el que los paradigmas de la modernidad fuerte se disuelven en un discurso de matriz nihilista.

– ¿Qué diferencias hay en este sentido respecto al pasado?

Miguel Ayuso: Para empezar, hay que distinguir, con la recta filosofía y la doctrina católica, entre libertad «de» conciencia y libertad «de la» conciencia. La segunda, que la Iglesia defiende, no es sino el reflejo de la ley moral objetiva inscrita en la conciencia, en todas las conciencias. La primera, en cambio, que es la de la cultura moderna, y la que se ha impuesto, supone la reclamación de una autonomía moral subjetiva. Las consecuencias políticas de la distinción no son pequeñas. Porque la libertad «de» conciencia lleva al individualismo exasperado, que se resuelve en una visión del derecho positivo como pura fuerza, y que presupone el concepto de libertad negativa, esto es, la libertad sin regla. Pero afirmar que todas las concepciones morales y religiosas tienen derecho de ciudadanía, con el único límite de que los actos que provengan de las mismas no dañen a otros, implica sostener que cada uno puede, en la esfera privada, hacer lo que le plazca. El hecho de drogarse, rechazar transfusiones de sangre necesarias, tener varias mujeres o evadir capitales al extranjero, por poner casos de distinta densidad, se convierten en problemas insolubles.

– ¿Cómo se pueden limitar las injerencias del Estado en los ámbitos propios de la conciencia?

Miguel Ayuso: Una primera solución conduce hacia los terrenos de la objeción de conciencia. Conviene, sin embargo, trazar aquí una distinción paralela a la que acabamos de hacer sobre la libertad de conciencia. Hay también una objeción «de» conciencia y una objeción «de la» conciencia. E igual y lógicamente la primera resulta ajena y contraria a la cultura católica; mientras que la segunda no es sólo aceptable sino que puede resultar incluso obligatoria en función de las circunstancias. Por eso, en nuestros tiempos, se oye hablar mucho de objeción de conciencia. Y bien está en cuanto supone el rechazo de leyes esencialmente injustas. Aunque con frecuencia lleva consigo una cierta ambigüedad, por el contexto de afirmaciones políticas en que se formula, y que no siempre discierne con claridad la objeción «de la» conciencia respecto de la objeción «de» conciencia. De ahí que la verdadera resistencia ante las injerencias de parte del Estado debe venir acompañada de la auténtica afirmación de la doctrina política católica. Ésta es la que sostiene que el Estado (o mejor, la comunidad política) es un instrumento del orden que se funda sobre una invariante moral, de modo que cuando se prescinde de ella no sólo se rechaza el que podríamos llamar «Estado católico», sino que es el propio «Estado» el que desaparece. No es frecuente, sin embargo, escuchar este tipo de afirmaciones en el mundo católico contemporáneo, quizá porque ha sido engullido (aun inconscientemente) por la cultura liberal.

– ¿Por qué se ha escogido para el congreso de este año el tema «Estado y Conciencia»?

Miguel Ayuso: En primer lugar, se trata de un tema central de la filosofía práctica, esto es, moral, jurídica y política. Nunca está de más, por lo tanto, contribuir a esclarecer conceptos tan importantes, tanto en sí mismos como en su interrelación, para los profesionales católicos del derecho. Pero no puede ocultarse que, en segundo lugar, la experiencia contemporánea hace más urgente esa reflexión, en cuanto exige el enjuiciamiento de múltiples cuestiones delicadas en las que está implicada la relación del Estado y de su ordenamiento jurídico con la conciencia.

– ¿Cuántas personas, y de cuántos países, prevé usted que participen en el Congreso del mes de noviembre?

Miguel Ayuso: La Unión Internacional de Juristas Católicos es una asociación privada internacional de fieles de derecho pontificio, dotada de personalidad jurídica, cuya sede central se encuentra en Roma, en el Palacio de la Cancillería, que goza de extraterritorialidad por pertenecer a la Santa Sede. Reúne profesionales o estudiosos del derecho de veinte países y tiene más de cinco mil socios. En este Congreso, el primero mundial que se celebra desde 1994, esperamos unos trescientos participantes, procedentes de una quincena de países. Por el momento, han anunciado su presencia colegas de Estados Unidos, Méjico, Colombia, Perú, Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Portugal, Francia, Italia, Hungría y Polonia, además de España naturalmente.

[Por Patricia Navas]

La corrupción como signo del sistema demoliberal (II)


En la anterior Bitácora Montejurra ofrecimos en enero del año 2006 una aproximación al fenómeno de la falsa representación de la democracia liberal y sus relaciones con la corrupción. El actual artículo, al hilo de los últimos escándalos de corrupción, viene a completar lo señalado en su día sobre la devastación que el derecho nuevo ha realizado sobre las firmes y justas instituciones del derecho tradicional hispánico.


La corrupción como signo del sistema demoliberal (II)

La tan celebrada por los políticos del Sistema Constitución de 1812 estableció entre sus múltiples y nefastas novedades la abolición del juicio de residencia (o purga de taula según la tradición de la Corona de Aragón) y del mandato imperativo. Se acababa así como una institución secular del derecho hispánico (en toda su amplitud, pues se aplicó tanto en la nueva como en la vieja España), que suponía una garantía de justicia en la administración de las potestades públicas. La Constitución de 1812 y todas las que la han continuado (con razón la actual de 1978 se proclama heredera de la misma) abrieron además la puerta a la proliferación de agentes y cargos públicos, que a la larga han generado una administración hipertrofiada e hiperburocrátizada, con desplazamiento de los cuerpos intermedios y asunción por parte del Estado de tareas que no le correspondian. Al margen de la valoración, obviamente negativa, que produce esta multiplicación de los cargos públicos la lógica más elemental aconsejaría el mantenimiento de las instituciones de control y fiscalización de la actividad pública. Pero para el sistema demoliberal fue al revés, cuanto más crecía la administración paralelamente menos controles se establecían sobre la misma. Por lo que obviamente la corrupción terminaba signando este modo de organizar lo público.

Esta corrupción generalizada afecta a todos los partidos demoliberales (es decir, todos los del actual arco parlamentario). La corrupción hoy en día es una característica esencial más del sistema demoliberal, articulado en torno a una representación bastardizada por los partidos políticos, sumisos a la exigencias de la finanza, la sinarquía y la mediocracia (retroalimentándose todos). Cuando sale a la luz algún caso de corrupción no es más que un arma política con la que desgastar al rival, pero no hay voluntad de acabar con ella ni de llegar al fondo de todos los asuntos (recordemos a título de ejemplo la inhibición de la Fiscalía ante el célebre caso del "3%" de comisiones exigido por la Generalitat catalana en el periodo de CiU, comisión que es muy posible que siga manteniendo el actual tripartito nacionalsocialista). Al problema de la corrupción se une el problema de la representatividad. Se prohibe el mandato imperativo, impidiendo un control efectivo por parte de los electores y es el partido quien aleatoriamente quita y pone el candidato.

Frente a la opacidad de la actual gestión pública no hay nada que inventar, pese a la nefasta mentalidad revolucionaria que esclava de continuas innovaciones que no aportan ningún remedio efectivo. La Tradición nuevamente es la solución, en ella encontramos instituciones que funcionaron eficazmente durante siglos y que si Dios quiere volverán a funcionar.


174 Juicios de residencia
Al abandonar la cartera ministerial - y al igual que todos los demás funcionarios públicos de la administración nacional, regional o local - cada ministro debe estar sometido a un juicio de residencia. En el caso de los ministros, el tribunal residenciador debe estar compuesto por cuatro magistrados seleccionados por sorteo y presididos por el presidente del Tribunal o Consejo Supremo de Justicia. Correlativamente, para los funcionarios de inferior rango los tribunales residenciadores se formarán con miembros de los proporcionales escalones inferiores de la escala judicial, a tenor de la importancia de sus puestos.
Los juicios de residencia deber n durar al menos tres meses, y durante dicho plazo el funcionario residenciado no podrá ausentarse del país ni disponer de sus bienes, para que éstos respondan eventualmente del resarcimiento de los daños y perjuicios causados durante el período de su actuación oficial.
¿QUE ES EL CARLISMO? (1971)
Edición cuidada por Francisco Elías de Tejada y Spínola, Rafael Gambra Ciudad y Francisco Puy Muñoz.
Centro de Estudios Históricos y Políticos "General Zumalacárregui"Escélicer, Madrid, 1971


LA APORIA DE LA REPRESENTATIVIDAD EN EL SISTEMA DEMOCRÁTICO, LA CORRUPCIÓN COMO SIGNO DEL SISTEMA DEMOLIBERAL
Publicado en la Bitácora Montejurra en enero del 2006

La modernidad jurídico-política inauguró un sistema de representación inorgánico a través del mecanismo de los partidos políticos y el establecimiento del constitucionalismo. Los representantes de los ciudadanos –nueva categoría política que nace al calor de la revolución- lo son de “toda la nación” y por ello se prohíbe el mandato imperativo para los miembros de las Cortes Generales (en nuestra constitución del 78 lo está por el art. 67.2). El profesor Garronera Morales realiza una síntesis explicativa de la representación inorgánica liberal: "Los teóricos liberales y los revolucionarios que ponen en práctica aquellas doctrinas convierten la supresión del mandato imperativo en auténtico banderín de enganche de los nuevos tiempos. La explicación es lógica. Ya no hay un mero agregado de delegados inconexos. Ha surgido un nuevo sujeto: la Nación y es ésta quien, como titular de la soberanía dicta la verdadera voluntad del Estado. Siendo así, no hay una voluntad previa preconstituida o preexistente a la propia de la Nación. Los representantes con su debate, deliberación y votación, contribuyen a configurar la voluntad nacional, pero no en función de los concretos intereses de sus electores y, menos aún, en calidad de mandatarios, sino como miembros del Parlamento Nacional, auténtica expresión de la nueva soberanía. La consecuencia lógica no se hace esperar: La prohibición del mandato imperativo va acompañada de la configuración de los votantes como cuerpo electoral cuya tarea es elegir a la Cámara pero cuya voluntad no puede predeterminar en modo alguno la libre voluntad del representante. Aún más, la firme convicción del liberalismo de que el libre debate en el Parlamento es la conditio sine qua non para la adopción de una decisión coherente con el interés nacional exige la más absoluta libertad del representante, que en modo alguno puede verse coartada por aprioris o mandatos esencialmente perturbadores". Representación política y constitución democrática : (hacia una revisión crítica de la teoría de la representación) Civitas 1991.

Esta construcción argumentativa viene viciada por la propia filosofía del modelo político. Y la práctica se encarga de ponerlo continuamente de manifiesto. En primer lugar resulta contradictorio que alguien elegido por un partido con unos esquemas ideológicos determinados pueda arrogarse la representatividad de toda la nación (en su sentido político y polémico) y de los intereses de la misma (pues la ideología fragmenta el todo). Por ello el legislador liberal ha arbitrado diversos mecanismos para hacer valer la independencia del diputado por encima de la disciplina partidista, pero nos encontramos con una nueva aporía, pues el sistema electoral español (excepto en el Senado, cámara alta anecdótica y sin apenas capacidad legislativa o de control) es de listas cerradas, y el elector por tanto vota a una opción ideológica, no a una persona concreta. Resulta aún más paradójico el hecho de que se les atribuya a los diputados el ser representantes de la nación cuando muchos de ellos no ocultan su voluntad secesionista y contra la existencia de la propia nación. Son los partidos quienes seleccionan y presentan a los candidatos, quienes los representan ante la autoridad electoral, quienes financian las campañas electorales y, también, quienes deciden el relevante dato del orden de las listas, aspecto trascendente cuando el sistema electoral es, (como el español) cerrado y bloqueado.

En el régimen político de la Monarquía Tradicional se partía de una noción mucho más auténtica que la artificiosa representación liberal. Del carácter social del hombre y de la inevitable existencia de intereses encontrados en la sociedad se derivaba la necesidad de representación genuina y lo que es más importante: sujeción a lo mandado y mecanismos de responsabilidad ágiles, con lo cual quedaba conjurado todo peligro de manipulación arbitraria. Asimismo la auténtica transparencia en la gestión pública quedaba salvaguardada con la institución del Juicio de Residencia, institución que alcanza su máximo esplendor en la custodia del buen gobierno de las Españas de Ultramar. Siguiendo el manifiesto de la Festividad de los Santos Reyes de 1932 de SMC Alfonso Carlos I: “Cortes verdaderamente españolas, ligadas en los casos trascendentales por el mandato imperativo de sus electores, dignas sucesoras de aquellas gloriosas Cortes de los antiguos reinos, aunque acomodadas también, en lo que fuere preciso, a las exigencias harto complejas de los tiempos modernos, y no Parlamentos estériles, donde triunfa la garrulería y el escándalo; ni diputados que apenas conozcan sus distritos, como no sea para someterlos al yugo de sus caciquismos electorales. La Monarquía que yo proclamé debe ser Monarquía de verdaderas repúblicas, es decir, de Municipios libres verdaderamente, tales como España los concibió durante dilatados siglos de su Historia; baluarte inexpugnable de las libertades públicas y honrado ejemplo de escrupulosa administración”.
Además el partido político plantea aún más problemas. En tanto que no es una unidad natural que represente intereses concretos, sino una creación ideológica, lo que resulta ya suficientemente expresivo, “pues es la mentalidad ideológica, producto de la fragmentación del orden ontológico, la que ha portado a la razón moderna a un constructivismo negador del orden natural” (1). Estas unidades artificiales al no poder autofinanciarse por no dar lugar a una actividad productiva que justifique su incardinación social acuden como hemos visto recientemente a las irregularidades en el gobierno y a la obtención de créditos multimillonarios por la banca, que luego se pagan en razón de favores estrictamente políticos. Asimismo en este ámbito también entra la compra de los medios de comunicación con la consiguiente manipulación de la información en las sociedades postmodernas. Con lo cual se teje un triangulo vicioso entre la partitocracia, la mediocracia y la plutocracia alentado por el fundamento ideológico de la democracia liberal, que es la libertad de conciencia y religiosa.

En este contexto de crisis de representatividad actual voces representativas de paradigmas intelectuales dispares como Salvador de Madariaga o Gonzalo Fernández de la Mora han abogado por una suerte de corporativismo diferente de la opción del fascismo de entreguerras y de determinados regímenes autoritarios de postguerra. Es un intento de respuesta a un problema estructural de la democracia, que en su versión orgánica intenta una aproximación a la representación tradicional, pero con la que subsinten determinadas diferencias. Se trata de introducir una corrección a las imperfecciones y contradicciones de la representación partidista, que tampoco han podido ser colmadas con los instrumentos de democracia directa o semidirecta. Cuando se asientan las democracias representativas las mismas se guardan, paradojicamente, contra estos instrumentos directos, estableciendo determinadas cláusulas de intangibilidad en el conocimiento de asuntos y no concediendo carácter vinculante a los mismos. Al margen de regulaciones positivas podemos constatar por la vía de los hechos como una suerte de neocorporativismo con la forma genérica de lobbys extraparlamentarios guían cada vez más la agenda de los gobiernos. La alegalidad de los mismos determinan situaciones complejas, más allá de una supuesta vuelta a la sociedad civil. Los poderes son cada vez más ocultos y los mecanismos del poder cada vez se hacen más difícil de determinar pese a los formalismos jurídicos.

Por el contrario el fundamento del derecho tradicional —analiza hoy Elio A. Gallego— “descansa en el modo propio en que hemos sido creados y de lo que nos es debido para nuestra perfección (2)”. El mandato imperativo como sujeción a los intereses de los diversos componentes de una sociedad, la unidad de poder y mando en la monarquía hereditaria que evitaba las luchas por el poder y aseguraba la encarnación del mismo (frente a la actualidad en la que se puede hablar con razón sinarquía y poderes ocultos en la toma de la mayoría de las decisiones) evitando las conspiraciones y luchas internas, dotando de libertades concretas a los organismos que constituyen la sociedad, y limitando el poder del Rey a través del orden ético custodiado por la Iglesia y por las Cortes auténticamente representativas y las zonas de inmunidad de actuación de la potestad regia. Con un poder encarnado y personalizado en el Monarca frente a la indeterminación de las estructuras de poder sinárquicas modernas. Estos son los fundamentos del orden social cristiano, que definiera San Pío X en “Notre Charge Apostolique,” de 1910: “No, Venerables Hermanos —preciso es recordarlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores—, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la sociedad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la ciudad nueva por edificar en las nubes. Ha existido y existe: es la civilización cristiana, es la ciudad católica. No se trata más que de restablecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y la impiedad. Omnia instaurare in Christo”.


(1) Actas de la XLI Reunión de amigos de la Ciudad Católica. “La ideología contra la verdad”. Barcelona, noviembre de 2003.
(2) “Tradición jurídica y derecho subjetivo”, Madrid, ed. Dykinson, 1996, p.47

sábado, 10 de octubre de 2009

Reconquista de Valencia

Valencia, 9 octubre 2009. Este viernes, el aniversario de la reconquista de Valencia por el Rey Don Jaime I (la primera reconquista de la ciudad la hizo El Cid Campeador en el año 1094) se ha conmemorado un año más en el antiguo Reino de Valencia. Los actos principales tuvieron lugar en la ciudad de Valencia, Cap i Casal de lo Regne. Pese al sofocante calor del mediodía más de cien mil valencianos (en lo que sigue uno de los actos populares más masivos, tras la procesión en mayo de la Mare de Deu dels Desamparats, Patrona del Reino de Valencia y la ofrenda floral con ocasión de las Fallas en honor de San José) han llenado las calles principales de la ciudad, al tiempo que miles de balcones amanecían con la Real Senyera y la bandera de España. El descenso de la Real Senyera tuvo lugar desde el balcón del ayuntamiento, sin inclinarse, con los acordes de la Marcha Real interpretada por la banda de Valencia y tras ella el repicar de campanas de la Catedral. En la comitiva oficial acompañaban a la Real Senyera políticos y autoridades eclesiásticas y militares. A su paso se agitaron miles de banderas valencianas y españolas, con gritos en favor del Reino de Valencia, la Real Senyera y la lengua valenciana. Los políticos, tanto los del PP como del PSOE, han sido objeto un año más de contundentes críticas por la deriva pancatalanista a la que están llevando al antiguo Reino. Tras el paso de la comitiva oficial decenas de miles de valencianos, muchos ataviados con trajes tradicionales, procesionaron tras la Real Senyera, que entró en la Catedral para entonarse un solemne Te Deum. La procesión recorrió la plaza de la Reina, bajó la calle de La Paz, donde a la altura del consulado marroquí muchos valencianos profirieron gritos de "Valencia cristiana, mai musulmana" e "islamistas terroristas" siguió hasta el Parterre, donde se realizaron decenas de ofrendas a los pies de la estatua de Don Jaime y se entonaron nuevamente el himno regional y la Marcha Real. Los actos terminaron nuevamente en la plaza del ayuntamiento con una mascleta. La estatua de Francesc de Vinatea, el más significado juriconsulto del Reino de Valencia también recibió decenas de ofrendas florales. Por la tarde desfilaron collas de moros y cristianos y tuvo lugar una importante corrida de toros.

Provocación nacionalista

El Bloc Nacionalista Valencia anunció este año su presencia en la procesión cívica del 9 de octubre, lo que crispó desde hace días los ánimos de muchos valencianos. El delegado del gobierno, el comunista Ricardo Peralta, desplegó un disparatado despliegue policial para proteger a los nacionalistas. La policía llegó incluso a incautarse arbitrariamente de banderas y proponer multa a sus portadores. Sin embargo eso no amedrentó a los valencianos, que en cuanto detectaron la presencia de los indeseables del Bloc impidieron que se unieran a la procesión cívica realizando una sentada pacífica. Como desagravio a la provocación nacionalista del año pasado en que se desplegó una enorme bandera separatista al paso de la Real Senyera, este año una enorme Real Senyera saludó el paso de la procesión a la altura de la plaza de San Vicente Mártir.

Actos de la tarde

Por la tarde, el Grup d''Accio Valencianista convocó un acto cultural y festivo en la plaza del Parterre. Con ello se evitó la presencia de indeseables nacionalistas a los pies de la estatua de Don Jaime, como venía siendo habitual. Albaes y canciones tradicionales valencianas, dolçainas y tabalets crearon un bellísimo ambiente de valencianidad en una plaza usurpada otros años por los enemigos del Reino de Valencia y de España. Don Pascual Martín-Villalba, segundo presidente del GAV --con la autorización de Don Sixto Enrique de Borbón, que estampó su Real firma sobre su carnet del GAV, como suele recordar-- presente en los actos recibió un sentido homenaje de los presentes. Paralelamente tenia lugar una manifestación nacionalista, que apenas reunió a 500 personas, muchas venidas en autobuses desde Cataluña. Pese a los desperfectos causados en el mobiliario urbano, pintadas en edificios particulares, insultos y amenazas de muerte a los valencianos que reprochaban la presencia de los indeseables, la policía no actuó contra los provocadores nacionalistas, que sin embargo sintieron el rechazo radical del pueblo valenciano.

Presencia carlista

Durante la mañana un grupo de jóvenes carlistas de diversas partes del Reino acompañaron a la Real Senyera en la procesión, portando banderas con la Cruz de Borgoña, saludada con enorme simpatía por el pueblo valenciano. Invitados por los organizadores de los actos del Parterre, también estuvieron presentes en el acto valencianista de la tarde. Se repartió abundante propaganda carlista y se fijaron pegatinas por todo el centro histórico. El día anterior, 8 de octubre, los carlistas acudieron a la exposición "Els Furs. La identitat d'un poble" en el Palacio de la Almoina. Una exposición bastante interesante sobre el derecho tradicional valenciano, aunque no exenta de errores debidos a la mentalidad liberal, autonomista y constitucionalista con la que se afronta el hecho foral.

sábado, 3 de octubre de 2009

España a pique en el Índico

La ministro de cuota, Carmen Chacón, en el acto manipulado por el nacionalismo del onze de setembre en Barcelona, con los andaluces renegados del PSC.

Coincidiendo con el anuncio del gobierno español de desamparar a los atuneros españoles que pescan en aguas del Índico (unos caladeros en los que los pescadores españoles faenan desde hace cientos de años) ha sido atacado y secuestrado el atunero “Alakrana”, con base en el puerto vizcaíno de Bermeo. Los ataques e intentos de secuestro a embarcaciones españolas se cuentan por cientos, no solo a barcos pesqueros, sino también a mercantes, expediciones oceanográficas o a instituciones caritativas. La actuación del Gobierno de ocupación de España ha sido como siempre torpe y cobarde, asumiendo las exigencias de los criminales (algo de lo que este gobierno sabe mucho por su claudicación ante la banda criminal separatista y de extrema izquierda ETA). Este gobierno de títeres ni siquiera es capaz de poner orden interno y permite el chuleo de algunos barcos españoles que izan ilegalmente el trapo sabiniano, la ikurriña, como si representase algún pabellón. No obstante el PNV, uno de los partidos que más ha trabajado contra las Fuerzas Armadas, ahora exige que vayan infantes de marina --recordemos que la Infantería de Marina española, creada en 1537, es la más antigua y ha sido la más gloriosa del mundo-- a bordo de los barcos españoles, recogiendo el clamor de todos los puertos españoles (especialmente los vascongados) y como ya hacen otros países.

Es conveniente analizar algunas claves del conflicto. En primer lugar “Somalia” es uno de los llamados “Estados-fallidos” consecuencia de la enorme tragedia que fue el proceso de descolonización amparado por la ONU. Tragedia que sufrieron tanto las potencias occidentales (recordemos la masacre de franceses y españoles en Argelia y las gestiones que el Carlismo hizo por los patriotas que luchaban contra el islamista FLN, nombrando Don Javier al General Salan “Requeté de Honor”), como los pueblos a los que la ONU dotaba precipitadamente de Estado. Somalia precisamente ha sufrido algunos de los episodios más inhumanos de la descolonización, con enormes hambrunas de magnitud desconocida antes de la descolonización y salvajes guerras entre clanes por el dominio del Estado. Siempre con el común denominador de la presencia del mahometanismo más radical y un particular odio al cristianismo. El antiguo Reino de Aksum (que se extendía por parte de las actuales Somalía y Etiopía) fue uno de los primeros reinos en adoptar oficialmente el cristianismo, aunque el Evangelio entró muchos años antes en la región. En Etiopía, pese a lo lamentable de los cismas y las herejías que han roto la unidad de la Iglesia, aún se conservan algunos signos de lo que fue uno de los primeros reinos cristianos, representado por el gobierno del Negus Nagast. De ahí deriva la particular animadversión de los gobiernos somalíes a la vecina Etiopía. En este clima de devastación islamista la economía se encuentra permanentemente hundida y se alienta la piratería contra los que consideran “infieles”, armados en su mayoria por el grupo terrorista al-Shabab. Asimismo, como señalara el diario británico The Independent el pasado abril una parte significativa del dinero de los rescates se ha blanqueado mediante cuentas bancarias en los Emiratos Árabes y otros puntos de Oriente Próximo, llegando parte del mismo a militantes islamistas.


¿Qué hace el gobierno (de ocupación) de España en este escenario? Después del secuestro del "Playa de Bakio" el gobierno pagó el rescate a los piratas (el resto de potencias, como Rusia, o han recuperado a los rehenes por la fuerza o si pagaron fue en el marco de una estrategia más amplia para localizar y perseguir a los piratas). Además con el agravante de que esta embarcación izaba ilegalmente el trapo sabiniano. Tras este secuestro la pacifista ministro de cuota Chacón lanzó la idea de que España comandaría la flota internacional. Pese a la campaña mediática España no comandó nada, siendo un país más en la zona, carente de medios efectivos. Por otro lado la flota internacional solo ha tenido resultados relativos. Las fragatas y destructores no están pensados para librar una guerrilla naval contra lanchas y barcos ligeros. Comparativamente ha sido mucho más efectiva la flotilla desplegada por Rusia.

Una vez acabada el gobierno se desentiende por completo de la suerte de los pescadores españoles (mientras mantenemos grandes operativos y arriesgamos la vida de soldados españoles al servicio de la geoestrategia anglosionista en Afganistán) y les insta a que “contraten seguridad privada”. Lo que a priori podría ser una solución factible ante la pretensión del gobierno de ocupación de impedir actuar a la Armada y el recorte de medios a la que continuamente la somete --y en cierto modo acorde con el principio de subsidiariedad— se enfrenta a las tremendas limitaciones y contradicciones legales que el mismo gobierno establece, pues no autoriza a la seguridad privada a portar armas largas rayadas a bordo de los barcos. Además el anuncio se hace sin la premura suficiente, casi cuando está acabando la campaña del atún, para establecer un operativo efectivo.

En el ámbito diplomático el pasado 31 de julio el gobierno títere de ocupación anunciaba el aumento de la ayuda a Somalía en 1,3 millones de euros, al tiempo que paralelamente se establecía un recorte del presupuesto del Ministerio de Defensa para el año 2010. Recorte del 6´2%, el mayor proporcionalmente de la historia para uno de los ministerios más castigados por la falta de recursos y de capacidad operativa. La improvisación e ineptitud con que este gobierno acomete cualquier acción es de órdago. El envío de ayuda a Somalia es un regalo al Gobierno Transicional de Somalia, un órgano controlado por el integrismo islámico que pretende perpetuar la tiranía sunni en el cuerno de África mediante la persecución brutal a los cristianos y el intento continuo de invadir Etiopía.

El gobierno más débil de la historia arrodilla a España ante las pretensiones de unos bandidos tercermundistas. Como señaló el despacho de FARO de 16 de septiembre de 2009:
  • Sería difícil hacer más burla de las Fuerzas Armadas y de los españoles que pagan los abusivos impuestos del régimen imperante. Sería difícil dejar más claro que el Gobierno (de ocupación) de España no defiende los intereses de la nación ni las vidas de sus súbditos, a los que insultantemente llama "ciudadanos".
  • Pero, ya que así lo ponen, desde FARO lanzamos una propuesta: recuperar las patentes de corso, para que barcos privados se armen y combatan a los piratas. Como dichas patentes solía darlas el soberano legítimo, sugerimos que, si el Gobierno (de ocupación) no lo hace, las otorgue desde el exilio S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón.
  • (Mientras tanto, las tropas españolas siguen teniendo que repeler ataques cada vez más feroces en Afganistán, donde han sido obligadas a custodiar las elecciones organizadas por el integrista mahometano Karzai, elecciones que la propia Unión Europea acaba de reconocer fraudulentas. El Gobierno sigue sin reconocer que se trate de una misión de guerra).

Addenda: Días después de escribir estas líneas, el 7 de octubre de 2009, un nuevo soldado español ha muerto en Afganistan. Se trata del Cabo Cristo Ancor Cabello Santana, natural de Las Palmas de Gran Canaria, del Regimiento de Infantería Soria Nº 9, que murió a consecuencia de las heridas sufridas al tocar su vehículo, que formaba parte de una patrulla del contingente español, un artefacto explosivo cerca de Herat. Otros cinco militares españoles han resultado heridos. Rogamos oraciones por su eterno descanso. Con él ya son 83 los soldados españoles muertos en la absurda misión en Afganistan.