El Ejército hondureño se defiende del ataque de los seguidores de Zelaya, sin que hasta el momento haya empleado ninguna fuerza excepcional.
Lo anunciamos y las previsiones, lamentablemente, se están cumpliendo. Todas las fuerzas del N.O.M. (instituciones y lobbies mundialistas, ONU, UE, Consejo de Europa, etc.) capitaneadas por los Estados Unidos han hecho pinza con el criptomarxismo populista de los Morales, Correa, Chávez, Lula, ZP y demás (además del radical apoyo de la dictadura comunista castrista) para asolar Honduras. En el anterior análisis nos referimos a la cínica política --del garrote-- que emprendería la administración Obama, que paulatinamente se ha ido agravando aún más en las pasadas semanas. Después, con ocasión de una inútil cumbre más de la ONU, que ni siquiera trataba sobre la actualidad política en la región, este organismo procedió a reconocer la "única legitimidad" del legalmente depuesto Zelaya. Y en medio de este terreno de acoso al legal y constitucional gobierno de Honduras el vergonzante episodio del legalmente depuesto Zelaya aprovechándose de la embajada de Brasil (o mejor dicho, del Brasil del capitalista y abortista Lula) para entrar ilegalmente en Honduras para instar a sus partidarios a la comisión de delitos, en una maniobra que está al borde del derecho internacional y que supone una gravísima alteración del orden público en Honduras. Curiosamente en esta inútil cumbre de la ONU es Brasil quien abre el turno de intervenciones y el mediático Obama ya ha ido calentando el ambiente contra el gobierno de Honduras en sus interminables apariciones televisivas. El golpe de efecto, por el que una cumbre que supuestamente iba a hablar sobre el cambio climático de repente se centra en el desprestigio de un gobierno legal no parece desde luego algo casual, sino la realización de un guión --oculto-- premeditado.
El legítimo (desde la perspectiva legal y constitucional) gobierno Micheletti está mostrando debilidad justo en el momento en que más necesario sería hacer valer la fuerza moral del mismo así como todo el apoyo popular del que goza. Esta exigencia seria una vacuna ideal contra la prepotencia de los caciques criptomarxistas que se pretenden enseñorear de todo el continente. La prudencia demostrada por el gobierno Micheletti no debe tornarse en candidez, pues conceder a día de hoy legitimidad, siquiera negociadora, a Zelaya, además de atentar flagrantemente contra una resolución judicial tendría unas consecuencias mucho más graves sobre la moral del pueblo hondureño, que seria entregado a la devastación del criptomarxismo populista. Lo procedente seria romper relaciones diplomáticas con el Brasil de Lula y hacer valer la resolución judicial para juzgar a Zelaya por delito de lesa patria. La responsabilidad sobre la violencia que pudiese generarse es exclusiva de Zelaya, pues hasta en los medios más sesgados de comunicación se ha visto como sus huestes (y puede que más de un agitador profesional enviado desde Venezuela o Bolivia o venido desde cualquier parte del planeta a través de las redes de la extrema izquierda proterrorista que unánimemente jalean a Zelaya), enfundadas en banderas marxistas y entonando los narcocorridos que tanto agradan a Zelaya, provocaban y se enfrentaban a las fuerzas de órden público sin que estas empleasen ningún tipo de fuerza excepcional y sin que en ningún momento se haya coartado la libertad de expresión de los medios disconformes. Cualquier otra medida o gesto de debilidad solo adelantará la caída del gobierno de Micheletti y la imposición de la aludida política criptomarxista, patrocinada por el N.O.M., en Hispanoamérica.
El legítimo (desde la perspectiva legal y constitucional) gobierno Micheletti está mostrando debilidad justo en el momento en que más necesario sería hacer valer la fuerza moral del mismo así como todo el apoyo popular del que goza. Esta exigencia seria una vacuna ideal contra la prepotencia de los caciques criptomarxistas que se pretenden enseñorear de todo el continente. La prudencia demostrada por el gobierno Micheletti no debe tornarse en candidez, pues conceder a día de hoy legitimidad, siquiera negociadora, a Zelaya, además de atentar flagrantemente contra una resolución judicial tendría unas consecuencias mucho más graves sobre la moral del pueblo hondureño, que seria entregado a la devastación del criptomarxismo populista. Lo procedente seria romper relaciones diplomáticas con el Brasil de Lula y hacer valer la resolución judicial para juzgar a Zelaya por delito de lesa patria. La responsabilidad sobre la violencia que pudiese generarse es exclusiva de Zelaya, pues hasta en los medios más sesgados de comunicación se ha visto como sus huestes (y puede que más de un agitador profesional enviado desde Venezuela o Bolivia o venido desde cualquier parte del planeta a través de las redes de la extrema izquierda proterrorista que unánimemente jalean a Zelaya), enfundadas en banderas marxistas y entonando los narcocorridos que tanto agradan a Zelaya, provocaban y se enfrentaban a las fuerzas de órden público sin que estas empleasen ningún tipo de fuerza excepcional y sin que en ningún momento se haya coartado la libertad de expresión de los medios disconformes. Cualquier otra medida o gesto de debilidad solo adelantará la caída del gobierno de Micheletti y la imposición de la aludida política criptomarxista, patrocinada por el N.O.M., en Hispanoamérica.
Entre todo esto ZP sigue su agenda de humillación nacional condonado, en medio de la tremenda crisis económica, deudas a Nicaragua, Venezuela y por último a la Bolivia de Evo Morales. Con motivo de su presencia para la próxima e inútil cumbre de la ONU no ha perdido el tiempo en no saber explicar los motivos y el futuro de la presencia de España en Afganistán al tiempo que una vez más, en consonancia con toda la extrema izquierda, se ha mostrado tajante contra el gobierno de Micheletti.
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