Pamplona, 1 septiembre 2009. El número 613 del quincenal navarro católico Siempre p'alante publica el siguiente artículo de José Ulíbarri, muy relevante para la Campaña contra el laicismo.
MEMORIA DE DOS NAVARROS VALIENTES
El diario ABC de 10-VIII-09 publica unas declaraciones del Ministro de Justicia, Caamaño, anunciando, suavemente, que con la nueva Ley de Libertad Religiosa que propondrá en los próximos meses, se retirarán los crucifijos de las escuelas públicas. Ya el 4-VI el mismo diario publicó unas declaraciones suyas análogas (Vid. SP de 1-VII-09). Se ve que cautelosamente, sin demasiadas estridencias, va ambientando y destilando la cosa, ya decidida. El mismo diario empieza el día siguiente, 11-VIII, a publicar réplicas, pero más poéticas que disuasorias. Es una vieja cuestión. Por eso, por analogía, conjeturamos que paralelamente, los Judas del mal menor, estarán preparando comunicados "lamentando profundamente" que no se tengan en cuenta "las raíces" de la cultura española inspiradas en el "humanismo cristiano". O que estarán asegurando, cínicamente, que eso no tiene nada que ver con el "laicismo positivo" que el presidente francés Sarkozy propuso, para Francia, al Papa Benedicto XVI, en El Elíseo el 13-IX-08, y que nosotros no aceptamos para España.
La Memoria Histórica da para mucho. Hoy extraemos de ella dos figuras ejemplares del pueblo navarro: don Francisco Echeverría y don Amadeo Marco Ilincheta.
Don Francisco Echeverría era un oficial del Ejército del Rey Don Carlos VII, superviviente en 1932 de la tercera guerra carlista y que vivía su ancianidad retirado en el pueblo de El Pueyo, próximo a Pamplona. La Segunda República mandó retirar el Crucifijo de la escuela pública del pueblo, contando con la sensata colaboración de los Judas del mal menor locales. Éstos organizaron una pequeña procesión de "desagravio" para llevar a la iglesia el Crucifijo que descolgaban de la escuela. Pero en una esquina del trayecto se toparon con la figura erguida, alta y delgada del vecino don Francisco Echeverría que vestía un uniforme de pana marrón con botones plateados y que desenvainando y blandiendo un enorme sable de época gritó: "¡Atrás! ¡Donde haya un voluntario de Carlos VII no se quita el Crucifijo de la escuela". Los Judas del mal menor se asustaron, volvieron grupas, repusieron el Crucifijo en la escuela y asunto terminado.
Don Amadeo Marco Ilincheta era en 1932 alcalde de su pueblo, próximo a Ochagavía. Empezó a recibir reiterados oficios del Gobernador Civil ordenándole quitar el Crucifijo de la escuela del pueblo. No hizo el menor caso. Hasta que un día llegó a la puerta del Ayuntamiento un automóvil con tres paisanos que se identificaron como policías y que iban a retirar los crucifijos de la escuela. Don Amadeo llamó a grandes voces al alguacil y a otro, y les dijo que subieran al desván a por unas cuerdas que había allí y las bajaran para ir al río a colgar a aquellos visitantes. Éstos, en cuanto oyeron esto, sin articular palabra, volvieron a su automóvil y huyeron. Asunto terminado. Poco después, Amadeo fue capitán de Requetés del Tercio de Montejurra y ganó la Medalla Militar Individual. Hacia el final de su vida fue Vicepresidente de la Diputación Foral de Navarra. Todo esto me lo contó él mismo comiendo, por cierto que estupendamente bien, en Casa Otano.
Nota del blog Lealtad
Es necesario recordar el ejemplo, también en Navarra, de la delegada de Margaritas en el Reino de Navarra, doña Dolores Baleztena. Cuando los funcionarios del Gobierno de Civil retiraron con nocturnidad y alevosía los Crucifijos de los colegios organizó una protesta consistente en que todos los niños del Viejo Reyno llevasen colgado al cuello un Crucifijo de notables dimensiones, mostrado ostensiblemente como desagravio ante la impiedad cometida, dando el pueblo pública demostración de su inquebrantable Fe Católica.
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