Los etarras atentaban una vez más además de contra el Ejército, contra una institución foral y navarra. Ya lo hicieron en su día contra el carlista Jesús Velasco Zuazola, comandante de Caballería y jefe de los Miñones, la policía foral de Álava. La policía foral de Navarra es una institución foral relativamente moderna, nacida en 1928 durante la Dictadura de Primo de Rivera, con el nombre de Cuerpo de Policía de Carreteras. En gran parte gracias al empeño posibilista de algunos carlistas que se decidieron a colaborar con dicho régimen, aunque en general el carlismo se opuso al mismo. Entre los que colaboraron destacaron dos navarros: Víctor Pradera Larumbe y Joaquín Beunza Redín, ambos martirizados por los rojos y separatistas durante nuestra Cruzada.
Promoción de 1929
Prácticamente todos los miembros de las primeras promociones de la policía foral de Navarra eran carlistas. Sus primeras competencias se referían a la regulación del tráfico y a la recaudación e inspección de impuestos forales. La mayor amenaza a su existencia vino del intento de Estatuto de autonomía vasconavarro, que preveía la práctica desaparición de las instituciones y del régimen foral navarro. Los diputados y alcaldes navarros pronto vieron la maniobra nacionalista que se ocultaba tras el pretendido Estatuto, que los sabinianos intentaron vender ante todo como confesionalmente católico (aunque no pasaba de democristiano) y no tardaron en rechazarlo. Durante la Cruzada los miembros de la policía foral (entonces llamada Cuerpo de Policía de Carreteras) se levantan en armas con el Requeté contra la República y los desmanes revolucionarios del Frente Popular y sus aliados separatistas. Paradójicamente la República contó entre sus escasos apoyos en Navarra con la mayoría de los cuerpos policiales en Navarra (Guardia Civil, Guardia de Asalto y Carabineros), aunque fueron fácilmente reducidos por los alzados. En 1964 se produce su más importante reorganización, asumiendo dicho cuerpo competencias que lo hacen propiamente un instituto armado, siendo hasta la actualidad la institución foral más valorada por los navarros. Precisamente en el año 1966 el tte. cnel. José Luis Prieto García con el grado de comandante de Artillería de Estado Mayor. Su anterior destino en el Ejército de Tierra fue en la Unidad de Artillería de Pamplona. Ascendió a teniente coronel dentro de la policía foral, de la que se retiró en abril de 1979.
La policía foral, que con su concurso durante la Cruzada alistada en los Tercios de Requetés, contribuyó a que Navarra ganase la Cruz Laureada de San Fernando la ostentó en su escudo hasta 1979. Fecha en que fue relevado el tte. cnel. José Luis Prieto de su jefatura.
- Miles de personas asistieron a los funerales por los tenientes coroneles José Luis Prieto y Ramón Romeo Los restos mortales de los tenientes coroneles José Luis Prieto y Ramón Romeo Rotaeche, asesinados por sendos comandos terroristas, fueron inhumados ayer, el primero, en el cementerio de la localidad riojana de Torrecilla de Cameros, y el segundo, en el panteón familiar de la capital alavesa. Previamente se habían celebrado funerales en Bilbao (por el alma de Ramón Romeo) y en Pamplona (por la de José Luis Prieto), a los que asistieron miles de personas y los ministros de Defensa, Administración Territorial e Interior, y el jefe del Alto Estado Mayor del Ejército, José Gabeiras, entre otras personalidades. Los restos del teniente coronel Ramón Romeo Rotaeche, fallecido el sábado a consecuencia de las heridas recibidas en un atentado terrorista que reivindicó ETA Militar, fueron inhumados a primera hora de la tarde del domingo, en el panteón familiar del cementerio de Santa Isabel, de Vitoria. Dos horas antes se habían celebrado en la basílica bilbaína de Nuestra Señora de Begoña, en cuyo umbral se había producido el atentado terrorista, el oficio funeral y misa, al que asistieron, entre otras personalidades, el ministro de Defensa y el jefe del alto Estado Mayor del Ejército, informa nuestro corresponsal Patxo Unzueta. Los vivas a España, al Ejército y a la Guardia Civil, así como las voces aisladas que corearon el nombre de Tejero a la llegada del féretro a la basílica, fueron acalladas por el sacerdote oficiante, que, en nombre de la familia, pidió a los asistentes que evitasen cualquier «manipulación de este acto religioso». Cinco minutos antes habían ocupado sus lugares en el templo Alberto Oliart y José Gabeiras, llegados directamente de Madrid para asistir a la ceremonia. El teniente general Gabeiras había realizado otros dos desplazamientos a Bilbao, el viernes y el sábado, este último acompañado por el ministro de Defensa y el presidente del Gobierno. También se encontraban presentes el delegado general, Marcelino Oreja, el capitán general de la VI Región Militar, el alcalde nacionalista de Bilbao, Jon Castañares, el consejero secretario del Gobierno vasco, Javier Cano, y los dirigentes más conocidos de UCD del País Vasco, Partido. Socialista de Euskadi y Alianza Popular. El ministro de Defensa y el teniente general Gabeiras pasaron revista, antes de penetrar en el templo, a una compañía. Los familiares del militar asesinado, con excepción de su esposa, que se encontraba en el interior del templo desde minutos antes de iniciarse la ceremonia, llegaron inmediatamente detrás del féretro. La entrada de éste a la iglesia, portado por ocho miembros de las Fuerzas Armadas, fue saludada con aplausos y vivas a España y al Ejército. La misa fue oficiada por al párroco de Begoña, José María Argoitia, y otros catorce sacerdotes. El oficiante rindió homenaje en su homilía a los valores humanos del teniente coronel asesinado y evocó la necesidad de «conseguir la reconciliación y pacificación que todos deseamos». «Por eso», añadió, «hay que descubrir aquí y ahora el perdón, aunque el perdón no significa la impunidad de los que matan». Finalizada la ceremonia, la tercera compañía de Garellano desfiló ante el féretro, a cuyo lado formaron, junto al ministro de Defensa y las autoridades militares asistentes al acto, el centenar de compañeros de la promoción de Ramón Romeo Rotaeche. El teniente coronel Ramón Romeo Rotaeche fue enterrado, en la tarde del domingo, en el panteón familiar del cementerio de la capital alavesa, informa nuestra corresponsal en Vitoria, Tonia Etxarri. El féretro, cubierto con la bandera nacional, fue portado a hombros de compañeros de promoción del teniente coronel desde el furgón fúnebre hasta el panteón. En el curso del acto no se registró ningún incidente. Unicamente cabe señalar que cuando el féretro cruzó el umbral del cementerio se corearon vivas a España, al Ejército y al teniente coronel Tejero. Los gritos de «Ejército al poder» y «ETA asesina» fueron acallados inmediatamente. Funeral por Prieto Con la asistencia de la viuda y los siete hijos del teniente coronel asesinado en Pamplona el sábado, a las doce del mediodía de ayer se ofició un funeral de cuerpo presente en memoria del ex jefe de la Policía Foral de Navarra, José Luis Prieto, en la iglesia de San Miguel, de Pamplona, al que asistieron los ministros de Administración Territorial e Interior, Rodolfo Martín Villa y Juan José Rosón; el teniente general Gabeiras, jefe del Alto Estado Mayor del Ejército; el teniente general Polanco, de la Capitanía General de la VI Región Militar; el general inspector dei la Policía Nacional, Sáenz de Santamaría; los gobernadores civil y militar de Navarra, presidente de la Diputación y Parlamento Foral, así como representantes de los partidos UCD, PSOE. UPN, PNV, Partido Carlista y PCE, informa iiuestro corresponsal, Fermín Goñi. El féretro que contenía los restos mortales de José Luis Prieto fue trasladado en un furgón militar desde el palacio; de la Diputación, en donde el teniente general Gabeiras le había impuesto la Cruz del Mérito Militar de primera clase con distintivo blanco, a título póstumo, hasta la iglesia de San Miguel, que se encontraba acordonada por fuerzas de la Policía Nacional, Ejército y Policía Foral. El féretro, cubierto por la bandera nacional, fue instalado en la parte delantera del templo, escoltado por cinco policías forales y otros tantos oficiales del Ejército. Sobre la bandera de España se habían colocado la gorra militar así como la boina roja de la Policía Foral de Navarra, cuerpo al que perteneció el militar asesinado. La ceremonia fue concelebrada por veintitrés sacerdotes y presidida por el jesuita Manuel Briones, primo de la viuda, quien, durante la homilía, se refirió a la necesidad de tener fe en Jesucristo para comprender que la muerte es el último paso antes de encontrarse con Dios. Finalizado el funeral, el féretro fue sacado a hombros a la calle e introducido en un furgón militar, que lo trasladó hasta la localidad riojana de Torrecilla de Cameros, en donde fue enterrado a las 16.00 horas, con la asistencia de 2.000 personas y las autoridades que venían de Pamplona. A la salida del féretro de la iglesia de San Miguel, varios miles de personas que esperaban en la calle comenzaron a aplaudir y a dar vivas al Ejército, a la Guardia Civil y a la policía, así como otros contra ETA y en favor de la españolidad y foralidad de Navarra. Antes de partir hacia La Rioja, una compañía del regimiento América 65, del acuartelamiento de Ainzoain, con bandera y banda de música, rindió honores ante el féretro del teniente coronel Prieto, entre los aplausos del público, que agitaba banderas de España y de Navarra. Después de que la comitiva con el féretro hubiera abandonado la iglesia de San Miguel, se formó una manifestación de unas mil personas que se dirigió hacia la plaza del Castillo, dando gritos de «Tejero, libertad»; «Navarra sí, Euskadi no»; «ETA asesina», etcétera. Al llegar a la sede del PNV, los manifestantes gritaron «Extranjeros, fuera» y eslóganes contra Euskadi. Varias furgonetas de la Policía Nacional se dirigieron a la zona y pidieron, a través de megafónos, que se disolviera la manifestación, ya que no estaba autorizada. Los manifestantes, después de permanecer varios minutos en la plaza del Castillo, se disolvieron sin que se produjeran incidentes. Veinte mil personas desfilaron por la capilla ardiente Según el Gabinete de Prensa de la Diputación Foral de Navarra, más de 20.000 personas desfilaron, el domingo, por el salón del trono del Palacio Foral, en donde se había instalado el féretro con los restos mortales del teniente coronel Prieto Gracia, ex jefe de la Policía Foral de Navarra. Sobre las 17.15 de la tarde del domingo se ofició una misa en una capilla contigua, a la que asistieron el ministro de Defensa, Alberto Oliart; los tenientes generales Polanco y Gabeiras; el presidente de la Diputación, Juan Manuel Arza, así como la viuda y los siete hijos del militar asesinado.
La noticia de El País evidentemente tenia carencias y manipulaciones que un carlista navarro que vivió aquellos días nos pasa a señalar:
Se vivía una enorme tensión en toda Navarra por lo que suponía este tremendo crimen. Fueron años duros y difíciles, en los que el terrorismo no cesaba y muchos navarros optaron por ausentarse durante una temporada del Viejo Reyno, mientras que otros jamás volverían. El teniendo coronel Prieto García era muy conocido y querido en toda Navarra, era un hombre honrado que sólo hizo el bien, militar disciplinado, ejemplar padre de familia, católico, patriota y navarrista. Se desvivió en el servicio al pueblo navarro, la policía foral estaba para ayudar y hacer la vida más fácil, organizando ejemplarmente el tráfico rodado (habia con menos burocracia muchísimas menos muertos en las carreteras y no existía el afán recaudatorio actual de las multas de tráfico) y acudiendo siempre los primeros a servir. Pondré dos ejemplos de ese espíritu de servicio a los demás: en Baztán en los años 70 se perdió una niña por las inmediaciones del Valle y los forales organizaron unas batidas con casi todos sus efectivos. Estuvieron unas cuarenta horas buscando ininterrumpidamente hasta que por fin dieron con la niña. Muchos hicieron ese servicio de forma voluntario, fuera de su horario de trabajo y me consta que jamás pidieron ninguna gratificación por esas horas de búsqueda. Otro ejemplo más común se daba cuando un tractor quedaba embarrancado y allí iban los mozos de la policía foral a echar una mano, poniendo todos sus medios y su trabajo sin exigir luego contraprestación económica. Pese a que el teniente coronel Prieto García nunca militase oficialmente en la Comunión Tradicionalista, por su condición de militar, era un miembro más de ella y durante la guerra estuvo en el Requeté. Cuando lo asesinaron tan cobardemente tenia más de sesenta años y se encontraba en la reserva. Su funeral fue ocasión de espontáneas protestas populares contra las autoridades políticas y militares, cobardes e incapaces. Estaba reciente el intento de golpe de Estado del 23-F, y aunque ya por entonces habia muchas lagunas sobre el mismo las gentes de bien de toda España miraron a Tejero con enorme simpatía por haberles dado un buen susto a los políticos y por haberse distinguido en la lucha contra el terrorismo en Vascongadas. Por eso tanto en los funerales de Bilbao como en los de Pamplona muchísima gente le aclamó y exigió su libertad. Por cierto, Tejero siempre reconoció con orgullo que durante la guerra y el inicio de la postguerra fue miembro de los Pelayos de Málaga. Dice la información de El País que hubo representación del PSOE, PNV y PCE. Yo no ví ningún rostro conocido de ellos. El PSOE en Navarra en aquellos años formaba parte de su comité de "Euskadi" y se presentaban en su propaganda y en sus mítines con aquel lema de "Nafarroa Euskadi da" (Navarra es Euskadi) que tanto nos ofendía a los navarros. El minúsculo PNV más de lo mismo, así como el PCE (la "E" era por Euskadi, claro). Además, ¿qué iban a pintar estos últimos en un funeral católico? Todos esos partidos citados además participaban de la tramposa y mentirosa estrategia de ETA de aquellos años en la que distinguía entre "etarras políticos" y "etarras militares" (¿militares esa gentuza cobarde y asesina?). Eran lo mismo ambas ramas, pero de cara a la sociedad se presentaban así para sacar más partido a sus cobardes y criminales acciones. Y tanto el PSOE, como el PNV y el PCE en aquellos años iban casi siempre de la mano de la ETA "política" (en treinta años vemos que nada ha cambiado y esos mismos partidos quieren rendir al Estado ante los terroristas). Sobre el Partido Carlista citado se debe de referir a los carlistas de la Comunión, que realmente es el único Partido Carlista. En efecto cientos de boinas rojas acudieron al funeral por el tte. cnel. Prieto García, así como una representación de la Unión Carlista, el pequeño grupo de seguidores de don Mauricio de Sivatte que había en Navarra. También la Real Congregación de San Fermín de los Navarros, que agrupaba a los navarros en Madrid y que estaba compuesto como en la actualidad por una mayoría de carlistas mandó el pésame y una representación. Al acabar el funeral se organizó una protesta espontánea por las calles de Pamplona. Prácticamente todo el funeral participó, pese a que el mentiroso y manipulador compulsivo Fermín Goñí, de El País, pretenda reducirlo a un millar de personas. Eramos varios miles, la plaza del Castillo estaba llena de pamploneses con banderas de España y de Navarra, y las ratas proetarras tuvieron que ser protegidas por la policía nacional. La situación fue muy parecida a la vivida años atrás, en 1977, con ocasión del asesinato del comandante Joaquín Imaz. Aquel día los proetarras aún tuvieron la osadía de provocar a los que asistieron al funeral por aquel gran militar navarro. En El País, el mismo Fermín Goñí, volvió a escribir una crónica manipulada de los hechos en la que parecía que los proetarras habian sido aleatoriamente agredidos. Pasado el tiempo pienso en aquellos grandes hombres y en otros navarros asesinados, especialemente en el carlista Alberto Toca Echeverría, en el antiguo dirigente de Fuerza Nueva en Navarra Jesús Alcocer y en el General de la Guardia Civil Juan Atarés Peña. Pienso que en aquellos funerales --en los que los políticos y muchos militares iban como un mero trámite y en los que los sacerdotes nunca estaban a la altura de las circunstancias-- habia siempre un mínimo de dignidad y por fin se rompía con el acobardamiento generalizado y se salía a las calles a decir las cosas claras. Nada de tonterías de democracia y constitución, nuestras consignas eran Navarra foral, siempre española, la constitución no es la solución y pena de muerte contra los terroristas. Es una pena que tuviesemos que esperar a tan luctuosos hechos, a los que nunca se tendría que llegar, para salir a las calles de una Navarra que por la deserción generalizada quedaron en manos de una minoría separatista forastera que nada tenia que ver con Navarra. Pero así fue la Historia y así la vivimos. Ahora que no nos cuenten que estos grandes navarros a los que he aludido fueron asesinados para defender la Constitución del 78 o la democracia. Que digan la Verdad: fueron asesinados por ser católicos, navarros y españoles.
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