Los manifestantes contra Evo Morales enarbolan la Cruz de Borgoña, oficial del departamento boliviano de Chuquisaca.
Según la citada ley se requería de los 2/3 para la aprobación de los distintos artículos; lo que planteaba un serio problema para los partidarios de Evo, pues su partido sólo había logrado la elección de 137 asambleístas. Claro está que en el mes de septiembre varios partidos opositores abandonan la Constituyente ante la imposición del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Evo Morales, de cambiar el reglamento para que las decisiones se aprobasen por mayoría absoluta (128 votos) en vez de dos tercios (170).
Pese a todo en el mes de agosto del presente año, cuando la Asamblea Constituyente cumplía un año de vida, no se había aprobado ni una sola línea del texto constitucional. Esta circunstancia forzó a establecer una prórroga hasta el 14 de diciembre.
Pero en el mes de septiembre la presidenta de la Asamblea Constituyente, Silvia Lazarte (militante del MAS), anunciaba la decisión de suspender las sesiones plenarias por 30 días, hasta el 8 de octubre, debido a la convulsión social desatada en Sucre por la demanda de la capitalidad plena y la falta de condiciones de seguridad para los asambleístas.
Lo curioso del caso es que un mes antes el presidente Evo Morales había declarado a la BBC la posibilidad de clausurar definitivamente dicha asamblea. Para argumentar tal circunstancia proclamaba: "Si fracasa, si se cierra es justamente (por culpa de) esa gente que no quiere cambiar las normas profundas, no quiere una revolución democrática, pacífica y cultural, además de eso, no quiere perder sus privilegios".
Todo indicaba que Evo Morales y su camarilla preparaban un golpe de timón para aprobar definitivamente la constitución que ellos querían, dejando de lado todos esos principios que en las cátedras de Derecho Constitucional y Ciencia Política no se cansan de predicar en relación al diálogo y al consenso.
De esta forma el pasado 22 de noviembre algunos miembros de la Asamblea Constituyente se instalaron en un cuartel en las afueras de Sucre: 145 miembros del oficialismo y sus aliados, sin la presencia de la oposición. Dos días después, acuartelados en el liceo militar Teniente Edmundo Andrade, y resguardados por los fusiles y las bayonetas, los allí reunidos, tras la lectura del índice, y sin mayores detalles del texto, aprobaban a mano alzada --al más puro estilo estalinista-- el proyecto de nueva Constitución por 136 votos de los 138 constituyentes presentes.
En la sesión participaron los miembros del Movimiento Al Socialismo (MAS), Alianza Social (AS), Alianza Social Patriótica (ASP), Movimiento Originario Popular (MOP), Movimiento Ciudadano San Felipe de Austria (MCSFA), Movimiento Bolivia Libre (MBL); Concertación Nacional (CN), Emilio Gutiérrez, disidente de Unidad Nacional (UN) y los disidentes de PODEMOS Lindo Fernández, Ramiro Ucharico (La Paz) y Abel Janco (Pando).
La reacción no se hizo esperar y la ciudadanía se echó a la calle para protestar por lo que constituye todo un atropello; los disturbios se han saldado con dos manifestantes muertos, un policía linchado y 130 heridos. Los prefecturas y comités cívicos de Santa Cruz, Tarija, Beni, Pando y Cochabamba se han declarado en estado de emergencia tras la aprobación "golpista" de la nueva constitución y los violentos incidentes del fin de semana; lo que sin duda contribuirá a aumentar el clima de tensión política que se vive en el país.
La constitución tiene 408 artículos (la que sigue vigente tiene 234); ocho capítulos; reconoce las autonomías departamentales, regionales e indígenas, e introduce el concepto de Estado unitario plurinacional comunitario y laico, el sistema legislativo unicameral (Evo no controla el Senado) y la reelección indefinida del Presidente de la República.
Evo, siguiendo los pasos de su amigo, y protector, Hugo Chávez, no sólo ha pisoteado los más elementales principios del democratismo liberal, sino que se encamina a encaramarse al poder e implantar su particular modelo dictatorial, tanto en lo personal, procurando permanecer en el poder el máximo de tiempo posible, como en lo general, pisoteando toda opción, y opinión, política que discrepe del nuevo aspirante a dictador.
José Díaz Nieva.
El 6 de marzo del 2006 el presidente boliviano, Evo Morales, promulgaba una ley para elegir el 2 de julio los 255 miembros de una Asamblea Constituyente que debía redactar una nueva constitución. La Asamblea se constituyó el 6 de agosto y su labor debía de haber concluido en el mes de agosto de presente año, para haber sido sometida a referéndum.
Según la citada ley se requería de los 2/3 para la aprobación de los distintos artículos; lo que planteaba un serio problema para los partidarios de Evo, pues su partido sólo había logrado la elección de 137 asambleístas. Claro está que en el mes de septiembre varios partidos opositores abandonan la Constituyente ante la imposición del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Evo Morales, de cambiar el reglamento para que las decisiones se aprobasen por mayoría absoluta (128 votos) en vez de dos tercios (170).
Pese a todo en el mes de agosto del presente año, cuando la Asamblea Constituyente cumplía un año de vida, no se había aprobado ni una sola línea del texto constitucional. Esta circunstancia forzó a establecer una prórroga hasta el 14 de diciembre.
Pero en el mes de septiembre la presidenta de la Asamblea Constituyente, Silvia Lazarte (militante del MAS), anunciaba la decisión de suspender las sesiones plenarias por 30 días, hasta el 8 de octubre, debido a la convulsión social desatada en Sucre por la demanda de la capitalidad plena y la falta de condiciones de seguridad para los asambleístas.
Lo curioso del caso es que un mes antes el presidente Evo Morales había declarado a la BBC la posibilidad de clausurar definitivamente dicha asamblea. Para argumentar tal circunstancia proclamaba: "Si fracasa, si se cierra es justamente (por culpa de) esa gente que no quiere cambiar las normas profundas, no quiere una revolución democrática, pacífica y cultural, además de eso, no quiere perder sus privilegios".
Todo indicaba que Evo Morales y su camarilla preparaban un golpe de timón para aprobar definitivamente la constitución que ellos querían, dejando de lado todos esos principios que en las cátedras de Derecho Constitucional y Ciencia Política no se cansan de predicar en relación al diálogo y al consenso.
De esta forma el pasado 22 de noviembre algunos miembros de la Asamblea Constituyente se instalaron en un cuartel en las afueras de Sucre: 145 miembros del oficialismo y sus aliados, sin la presencia de la oposición. Dos días después, acuartelados en el liceo militar Teniente Edmundo Andrade, y resguardados por los fusiles y las bayonetas, los allí reunidos, tras la lectura del índice, y sin mayores detalles del texto, aprobaban a mano alzada --al más puro estilo estalinista-- el proyecto de nueva Constitución por 136 votos de los 138 constituyentes presentes.
En la sesión participaron los miembros del Movimiento Al Socialismo (MAS), Alianza Social (AS), Alianza Social Patriótica (ASP), Movimiento Originario Popular (MOP), Movimiento Ciudadano San Felipe de Austria (MCSFA), Movimiento Bolivia Libre (MBL); Concertación Nacional (CN), Emilio Gutiérrez, disidente de Unidad Nacional (UN) y los disidentes de PODEMOS Lindo Fernández, Ramiro Ucharico (La Paz) y Abel Janco (Pando).
La reacción no se hizo esperar y la ciudadanía se echó a la calle para protestar por lo que constituye todo un atropello; los disturbios se han saldado con dos manifestantes muertos, un policía linchado y 130 heridos. Los prefecturas y comités cívicos de Santa Cruz, Tarija, Beni, Pando y Cochabamba se han declarado en estado de emergencia tras la aprobación "golpista" de la nueva constitución y los violentos incidentes del fin de semana; lo que sin duda contribuirá a aumentar el clima de tensión política que se vive en el país.
La constitución tiene 408 artículos (la que sigue vigente tiene 234); ocho capítulos; reconoce las autonomías departamentales, regionales e indígenas, e introduce el concepto de Estado unitario plurinacional comunitario y laico, el sistema legislativo unicameral (Evo no controla el Senado) y la reelección indefinida del Presidente de la República.
Evo, siguiendo los pasos de su amigo, y protector, Hugo Chávez, no sólo ha pisoteado los más elementales principios del democratismo liberal, sino que se encamina a encaramarse al poder e implantar su particular modelo dictatorial, tanto en lo personal, procurando permanecer en el poder el máximo de tiempo posible, como en lo general, pisoteando toda opción, y opinión, política que discrepe del nuevo aspirante a dictador.
José Díaz Nieva.
El autor de este artículo es doctor en Derecho y profesor universatario, así como vicepresidente del Círculo Antonio Molle Lazo. Es un gran conocedor de la historia y la actualidad hispanoamericana, a la que tiene dedicados varios libros y cientos de artículos, así como conferencias. En los últimos años ha intervenido especialmente sobre la actual situación en Bolivia. Ha vivido de cerca los últimos acontecimientos del intento revolucionario de Evo Morales, visitando la ciudad de Nuestra Señora de La Paz en agosto de 2006 para dictar varias conferencias, donde fue testigo de la apertura de la llamada Asamblea Constituyente, encargada de realizar el nuevo texto constitucional por el que tanta sangre se está derramando.
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