Desde 1833 en lucha contra la usurpación, el caciquismo, la corrupción, el liberalismo: A los 175 años del Carlismo: una revisión de la tradición política hispánica. En venta en librerías. También en línea: La Librería Católica http://www.lalibreriacatolica.com/
- AA.VV., A los 175 años del Carlismo: una revisión de la tradición política hispánica. Itinerarios, Madrid 2011. Rústica con solapas, 24 x 17 cm. 584 páginas. ISBN 978-84-936787-7-7. Depósito Legal M-42664-2011. P.V.P. 36,00 euros.
sábado, 4 de agosto de 2012
Caciquismo contra Carlismo y Carlismo contra caciquismo. La plaga de los Fabra en el Maestrazgo
domingo, 13 de diciembre de 2009
Basta de gobiernos marroquís en España

De entre los diversos grupos que se reparten el poder del gobierno de ocupación de España destaca notablemente el marroquí. Un absoluto desconocido, José Luis Rodríguez Zapatero, en su etapa de jefe de la pseudo-oposición al PP ya mostraba singulares desvelos por ese Estado artificial e innecesario llamado Marruecos. Por aquel entonces en plena crisis con Marruecos, no tuvo el menor empacho en hacerle una visita al sultán marroquí, haciéndose una foto con el sultancito, y un mapa de Marruecos que incluía a las Canarias, los reinos del sur de la Península, Ceuta y Melilla. Significativo fue también el apoyo del PSOE a Marruecos durante la invasión de Perejil. Se valió de su medio oficioso, El País, para publicar artículos de supuestos "expertos" apoyando la tesis de la marroquinidad del islote en cuestión. Desde la llegada al poder del PSOE, como consecuencia del pucherazo mahometano del 11-M (del cual aún es una incógnita el alcance del apoyo marroquí, que en cualquier caso existió y no es descartable que como venganza por la reconquista de Perejil) se ha pasado a una situación de total sometimiento a Marruecos de acuerdo con la máxima "se hará todo lo que Marruecos quiera".
El Sahara Occidental jamás ha sido parte de ese engendro llamado Marruecos y según la pura legalidad internacional –-a la que dice someterse tanto el Estado artificial de Marruecos como el gobierno de ocupación de España-- obliga a que se mantenga un status jurídico diferente del de la potencia que lo administre o lo ocupe.
Aminatu Haidar quiso entrar en su tierra, el Sahara Occidental, tras recibir en los Estados Unidos un premio de reconocimiento a su lucha pacífica por los derechos humanos en el Sahara Occidental ocupado.
Marruecos le impidió entrar en su tierra y le quitó el pasaporte de la potencia ocupante, Marruecos.
Fue introducida contra su voluntad en una aeronave española. Cuando el Comandante del avión constató que no tenia pasaporte no permitió su entrada en el mismo, pero una "orden superior" del gobierno de ocupación de España obligó al Comandante a embarcarla, contraviniendo la propia legilslación que ellos aprobaron, pisoteando de ese modo el Estado de Derecho.
Desde entonces Aminatu Haidar mantiene una huelga de hambre como protesta por una situación de absoluta ilegalidad, tanto desde el derecho interno como el internacional, pero en el que hay un trasfondo más problemático: la lucha por la dignidad y la libertad del pueblo saharaui, sojuzgado por Marruecos.

Las "soluciones" que el gobierno de ocupación de España ha ofrecido han sido lamentables, y seguramente diseñadas por el grupo marroquí que ostenta el poder en España. Jugando con la frágil salud de Aminatu se le ofreció un salvoconducto por el que fue embarcada de nuevo con dirección a Marruecos, pero en el último instante se le impidió volar. Una maniobra más que evidente para desmoralizarla y debilitar su frágil estado de salud. En esta maniobra una vez más una "orden superior" hizo que la Delegada del Gobierno (de ocupación) en Canarias se impusiera al cumplimiento estricto de la ley, pues el jefe del puesto fronterizo del aeropuerto de Arrecife quiso cumplir la ley solicitando un nuevo salvoconducto para permitir la entrada en el país de Aminatu Haidar. Esta había cruzado la frontera y había salido de España y, por tanto, para volver a entrar necesitaba una nueva autorización. Entonces, el director del gabinete de Moratinos le pidió al agente que estampase el sello de entrada en el salvoconducto, a lo que él se negó porque el documento sólo servía para salir. El agente argumentó que lo más lógico era que Aminatu Haidar se quedase en la zona de tránsito del aeropuerto, que es el lugar donde aguardan los extranjeros que van a ser devueltos a su país porque no tienen la documentación en regla. De esta forma, sería más fácil presionar a Marruecos, ya que la activista no se encontraría en territorio español, sino en una zona internacional. Finalmente, intervino el comisario del aeropuerto de Arrecife que le dijo al jefe del puesto fronterizo que se fuese porque estaba destituido del servicio. Aminatu Haidar volvió así a entrar, muy a su pesar, en territorio español.
Esta crisis merece varias observaciones. La primera es que no es descartable que la misma no haya sido espontánea, sino organizada, aunque seguramente no calculó Marruecos el valor y la determinación de Aminetu Haidar. El régimen de Mohamed VI se asienta en la represión de su pueblo y sobre el majzén, algo más que la corte: toda una red de intereses y corrupción en torno a la pseuomonarquía chapucera alauita. Unas bases ciertamente débiles, pese a la extrema crueldad de las mismas. Por lo que en ocasiones le viene muy bien ensañarse con los aún más débiles (el pueblo saharaui, expoliado y privado de su territorio) para fomentar un artificial nacionalismo. La doctrina oficial de la pseudomonarquía chapucera alauita es la del partido nacionalista Istiqlal, un engendro que vendría a ser algo así como un PNV marroquí, que reivindica el disparate del "Gran Marruecos". Estas concepciones cada día son más débiles y gozan de menor apoyo popular. Primero por la absoluta artificialidad del Estado marroquí. De ello deriva el giro izquierdista del nacionalismo marroquí, que ha ocasionado puntuales distanciamientos con la pseudomonarquía. Y después por el significativo crecimiento de los partidos islamistas radicales, especialmente el Partido de la Justicia y el Desarrollo, que antepondrían la sharia más radical a cualquier consideración estatal. Por más que la pseudomonarquía alauita se asiente sobre ese mismo islamismo radical y de hecho haya impulsado el crecimiento de esos partidos, el llevar hasta las últimas consecuencias esas pretensiones podría acabar imponiendo una república islámica como la de Irán, llevándose por delante a los pseudomonarcas alauitas y todo el majzén. Además el crecimiento de esos partidos irrita a Estados Unidos, que en última instancia es el culpable de la creación del artificial estado de Marruecos y su principal mantenedor. Por tanto estos episodios le vienen muy bien a Marruecos para escenificar una posición de nacionalismo que deje en un segundo plano sus tremendos problemas de estabilidad. Sin embargo si Aminetu persevera en su decisión resquebrajará la alianza de Marruecos con la infracultura progre en su ocupación de España.
Por último hay que tener cautelas en torno a las asociaciones que se dicen de apoyo al pueblo saharaui. Las mismas en su origen nacieron de peninsulares y canarios que habían realizado el servicio militar o habían servido en el ejército o en la administración civil en el Sahara Español (los saharianos). Pero después la progresía (otro de los grupos que se reparte el poder en el gobierno de ocupación de España) las copó y adoptó un nuevo discurso ideologizado "anticolonialista", cuando el Sahara Español para nada era homologable a las aventuras coloniales de las potencias europeas. Y eso a pesar de que su colonización se hizo prácticamente por gobiernos liberales e izquierdistas, muy lejos del afán misionero de la Monarquía Hispánica. Asimismo dichas organizaciones empezaron a organizarse de un modo un tanto extraño, abandonando el carácter de federación nacional con órganos de gobierno comunes y siguiendo de repente las separaciones de las "comunidades autónomas" para organizarse independientemente. Al calor de esta separación han surgido asociaciones que reproducen la organización puramente separatista, como la Koordinadora Otsailak en las Provincias Vascongadas y Navarra (no obstante hubo asociaciones tanto en Vascongadas como en Navarra que rechazaron ese engendro y siguieron trabajando independientemente). En muchas ocasiones bajo estas asociaciones lo que hay son veladas plataformas de apoyo al llamado derecho de autodeterminación de sus respectivas regiones, en lugar de un verdadero apoyo a la dignidad y libertad del pueblo saharaui.
Este gobierno de ocupación de España no puede durar más tiempo. No podemos ser por más tiempos esclavos de los intereses extranjeros. Es hora de derrocarlo.
Adenda: En medio de toda esta tormenta el gobierno de ocupación de España regala a Marruecos 14 millones de euros “dicen” que para reformar su sanidad:
http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=150945
domingo, 22 de noviembre de 2009
Alakrana: vergonzoso punto y seguido.
lunes, 12 de octubre de 2009
La corrupción como signo del sistema demoliberal (II)

Esta corrupción generalizada afecta a todos los partidos demoliberales (es decir, todos los del actual arco parlamentario). La corrupción hoy en día es una característica esencial más del sistema demoliberal, articulado en torno a una representación bastardizada por los partidos políticos, sumisos a la exigencias de la finanza, la sinarquía y la mediocracia (retroalimentándose todos). Cuando sale a la luz algún caso de corrupción no es más que un arma política con la que desgastar al rival, pero no hay voluntad de acabar con ella ni de llegar al fondo de todos los asuntos (recordemos a título de ejemplo la inhibición de la Fiscalía ante el célebre caso del "3%" de comisiones exigido por la Generalitat catalana en el periodo de CiU, comisión que es muy posible que siga manteniendo el actual tripartito nacionalsocialista). Al problema de la corrupción se une el problema de la representatividad. Se prohibe el mandato imperativo, impidiendo un control efectivo por parte de los electores y es el partido quien aleatoriamente quita y pone el candidato.
Al abandonar la cartera ministerial - y al igual que todos los demás funcionarios públicos de la administración nacional, regional o local - cada ministro debe estar sometido a un juicio de residencia. En el caso de los ministros, el tribunal residenciador debe estar compuesto por cuatro magistrados seleccionados por sorteo y presididos por el presidente del Tribunal o Consejo Supremo de Justicia. Correlativamente, para los funcionarios de inferior rango los tribunales residenciadores se formarán con miembros de los proporcionales escalones inferiores de la escala judicial, a tenor de la importancia de sus puestos.
Los juicios de residencia deber n durar al menos tres meses, y durante dicho plazo el funcionario residenciado no podrá ausentarse del país ni disponer de sus bienes, para que éstos respondan eventualmente del resarcimiento de los daños y perjuicios causados durante el período de su actuación oficial.
Centro de Estudios Históricos y Políticos "General Zumalacárregui"Escélicer, Madrid, 1971
LA APORIA DE LA REPRESENTATIVIDAD EN EL SISTEMA DEMOCRÁTICO, LA CORRUPCIÓN COMO SIGNO DEL SISTEMA DEMOLIBERAL
Publicado en la Bitácora Montejurra en enero del 2006
Esta construcción argumentativa viene viciada por la propia filosofía del modelo político. Y la práctica se encarga de ponerlo continuamente de manifiesto. En primer lugar resulta contradictorio que alguien elegido por un partido con unos esquemas ideológicos determinados pueda arrogarse la representatividad de toda la nación (en su sentido político y polémico) y de los intereses de la misma (pues la ideología fragmenta el todo). Por ello el legislador liberal ha arbitrado diversos mecanismos para hacer valer la independencia del diputado por encima de la disciplina partidista, pero nos encontramos con una nueva aporía, pues el sistema electoral español (excepto en el Senado, cámara alta anecdótica y sin apenas capacidad legislativa o de control) es de listas cerradas, y el elector por tanto vota a una opción ideológica, no a una persona concreta. Resulta aún más paradójico el hecho de que se les atribuya a los diputados el ser representantes de la nación cuando muchos de ellos no ocultan su voluntad secesionista y contra la existencia de la propia nación. Son los partidos quienes seleccionan y presentan a los candidatos, quienes los representan ante la autoridad electoral, quienes financian las campañas electorales y, también, quienes deciden el relevante dato del orden de las listas, aspecto trascendente cuando el sistema electoral es, (como el español) cerrado y bloqueado.
En el régimen político de la Monarquía Tradicional se partía de una noción mucho más auténtica que la artificiosa representación liberal. Del carácter social del hombre y de la inevitable existencia de intereses encontrados en la sociedad se derivaba la necesidad de representación genuina y lo que es más importante: sujeción a lo mandado y mecanismos de responsabilidad ágiles, con lo cual quedaba conjurado todo peligro de manipulación arbitraria. Asimismo la auténtica transparencia en la gestión pública quedaba salvaguardada con la institución del Juicio de Residencia, institución que alcanza su máximo esplendor en la custodia del buen gobierno de las Españas de Ultramar. Siguiendo el manifiesto de la Festividad de los Santos Reyes de 1932 de SMC Alfonso Carlos I: “Cortes verdaderamente españolas, ligadas en los casos trascendentales por el mandato imperativo de sus electores, dignas sucesoras de aquellas gloriosas Cortes de los antiguos reinos, aunque acomodadas también, en lo que fuere preciso, a las exigencias harto complejas de los tiempos modernos, y no Parlamentos estériles, donde triunfa la garrulería y el escándalo; ni diputados que apenas conozcan sus distritos, como no sea para someterlos al yugo de sus caciquismos electorales. La Monarquía que yo proclamé debe ser Monarquía de verdaderas repúblicas, es decir, de Municipios libres verdaderamente, tales como España los concibió durante dilatados siglos de su Historia; baluarte inexpugnable de las libertades públicas y honrado ejemplo de escrupulosa administración”.
Además el partido político plantea aún más problemas. En tanto que no es una unidad natural que represente intereses concretos, sino una creación ideológica, lo que resulta ya suficientemente expresivo, “pues es la mentalidad ideológica, producto de la fragmentación del orden ontológico, la que ha portado a la razón moderna a un constructivismo negador del orden natural” (1). Estas unidades artificiales al no poder autofinanciarse por no dar lugar a una actividad productiva que justifique su incardinación social acuden como hemos visto recientemente a las irregularidades en el gobierno y a la obtención de créditos multimillonarios por la banca, que luego se pagan en razón de favores estrictamente políticos. Asimismo en este ámbito también entra la compra de los medios de comunicación con la consiguiente manipulación de la información en las sociedades postmodernas. Con lo cual se teje un triangulo vicioso entre la partitocracia, la mediocracia y la plutocracia alentado por el fundamento ideológico de la democracia liberal, que es la libertad de conciencia y religiosa.
En este contexto de crisis de representatividad actual voces representativas de paradigmas intelectuales dispares como Salvador de Madariaga o Gonzalo Fernández de la Mora han abogado por una suerte de corporativismo diferente de la opción del fascismo de entreguerras y de determinados regímenes autoritarios de postguerra. Es un intento de respuesta a un problema estructural de la democracia, que en su versión orgánica intenta una aproximación a la representación tradicional, pero con la que subsinten determinadas diferencias. Se trata de introducir una corrección a las imperfecciones y contradicciones de la representación partidista, que tampoco han podido ser colmadas con los instrumentos de democracia directa o semidirecta. Cuando se asientan las democracias representativas las mismas se guardan, paradojicamente, contra estos instrumentos directos, estableciendo determinadas cláusulas de intangibilidad en el conocimiento de asuntos y no concediendo carácter vinculante a los mismos. Al margen de regulaciones positivas podemos constatar por la vía de los hechos como una suerte de neocorporativismo con la forma genérica de lobbys extraparlamentarios guían cada vez más la agenda de los gobiernos. La alegalidad de los mismos determinan situaciones complejas, más allá de una supuesta vuelta a la sociedad civil. Los poderes son cada vez más ocultos y los mecanismos del poder cada vez se hacen más difícil de determinar pese a los formalismos jurídicos.
Por el contrario el fundamento del derecho tradicional —analiza hoy Elio A. Gallego— “descansa en el modo propio en que hemos sido creados y de lo que nos es debido para nuestra perfección (2)”. El mandato imperativo como sujeción a los intereses de los diversos componentes de una sociedad, la unidad de poder y mando en la monarquía hereditaria que evitaba las luchas por el poder y aseguraba la encarnación del mismo (frente a la actualidad en la que se puede hablar con razón sinarquía y poderes ocultos en la toma de la mayoría de las decisiones) evitando las conspiraciones y luchas internas, dotando de libertades concretas a los organismos que constituyen la sociedad, y limitando el poder del Rey a través del orden ético custodiado por la Iglesia y por las Cortes auténticamente representativas y las zonas de inmunidad de actuación de la potestad regia. Con un poder encarnado y personalizado en el Monarca frente a la indeterminación de las estructuras de poder sinárquicas modernas. Estos son los fundamentos del orden social cristiano, que definiera San Pío X en “Notre Charge Apostolique,” de 1910: “No, Venerables Hermanos —preciso es recordarlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores—, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la sociedad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la ciudad nueva por edificar en las nubes. Ha existido y existe: es la civilización cristiana, es la ciudad católica. No se trata más que de restablecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y la impiedad. Omnia instaurare in Christo”.
(1) Actas de la XLI Reunión de amigos de la Ciudad Católica. “La ideología contra la verdad”. Barcelona, noviembre de 2003.
(2) “Tradición jurídica y derecho subjetivo”, Madrid, ed. Dykinson, 1996, p.47
martes, 29 de septiembre de 2009
El inmoral latrocinio de la subida de impuestos

Ahora anuncian un nuevo robo que afectará a los más pobres y a las familias, sobre las que recae el grueso del consumo. La crisis económica en que nos encontramos ha sido provocada por una especulación financiera alentada desde los poderes públicos como coartada justificadora de grandes índices de crecimiento macroeconómico pero sin justicia social. En última instancia ha tenido que ser nuevamente el Estado el que salvase a la banca de su caída, mediante el sacrificio fiscal de los españoles, como si no tuviesemos suficiente con su usura y cláusulas abusivas. En esta crisis, para mantener el actual índice de despilfarro y de gasto estúpido la ignorante ministro de cuota de Economía ha optado por el mecanismo más sangrante: la subida general de impuestos. Además gravando especialmente el consumo al margen de la capacidad económica, con lo que las rentas del trabajo serán las más afectadas. Pero el efecto será opuesto al buscado (cubrir 80.000 millones de euros del déficit del Estado), y hasta el más lerdo lo entiende: a más impuestos sobre el consumo menor consumo, y más ahora en una sociedad ultrahipotecada. Lo que provocará más cierres de empresas y más paro, con lo que el déficit seguirá aumentando. Sin embargo en mucho habrá avanzado ya la obra de destrucción y manipulación de este nefasto (des)gobierno.